Sed uno; y si no sois uno, no sois míos. —DyC 38:27
El espíritu de contención (3 Nefi 11:29) es el hijo del orgullo (el amor propio, la arrogancia y la soberbia). Tal como las llamas necesitan oxigeno para poder quemar y destruir, la contención es alimentada por el orgullo. Sin el combustible del orgullo no puede hervir la contención. El Presidente Ezra Taft Benson afirmó, “La otra cara del orgullo es la contención”.
El Presidente Russell M. Nelson enseñó, “Como tememos a cualquier enfermedad que socava la salud del cuerpo, así debemos deplorar la contención, que es una úlcera corrosiva del espíritu”. Citó a Juan 14:27a, “La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da”.
Entonces el Presidente Nelson explicó, “Su paz es personal. Pero ese espíritu de paz interior es ahuyentado por la discordia. La contención no suele comenzar como una disputa entre países. Más a menudo, comienza con un individuo… [pero] a partir de ahí, la contención puede infectar a vecinos y naciones como una llaga que se expande”.
En esta serie larga y minuciosa estudiaremos juntos cómo brota la contención. Llegaremos a comprender el papel que juega el orgullo. Analizaremos los pasos específicos que podemos tomar para extinguirla y para llegar a ser uno como lo pide el Señor.
La contención nace en el momento que no sólo tenemos una diferencia de opinión, que en sí puede ser algo bastante positivo, sino que además comenzamos a sentir antagonismo hacia alguna persona. Estos artículos están basados en el capítulo 2, “Negociación Interpersonal”, de mi libro, Mediación interpersonal: Facilitando el diálogo entre las partes, el que puede descargar desde la Universidad de California.
Negociación interpersonal
Aunque la sola idea de negociar suena intimidante, todos estamos negociando permanentemente. Actividades tan simples como saber esperar y tomar nuestros turnos en una conversación, o decidir quién saludará primero, involucra la negociación tácita. Algunos tipos de negociación pueden ser algo inconsciente, tal como mantener la puerta abierta para que la otra persona pase. Una cosa es negociar y otra es negociar en forma eficaz y creativa.
Donde haya opciones, existe el potencial para el desacuerdo. Estas diferencias, cuando se manejan apropiadamente, pueden resultar en interacciones y soluciones más ricas, efectivas y creativas. Lástima que sea tan difícil convertir, en forma consistente, estas diferencias en oportunidades.
A medida que pongamos en práctica las técnicas de la negociación interpersonal, obtendremos la confianza para lograr acuerdos y sobrellevar desafíos. Esta certidumbre puede llegar a ser contagiosa, lo que generará un círculo virtuoso.
Cuando tenía treinta años, no me fue difícil escalar el formidable granito de Half Dome, en el Parque Nacional de Yosemite, en California. La vista de la cima era espectacular. Veinte años después, dos de mis hijos, ya adultos, me acompañaron a la cumbre. Esta vez necesité más fe ya que la tarea era mucho más difícil. Yo me alentaba a mí mismo diciéndome que ya que lo había logrado una vez, ciertamente podría volver a hacerlo. Que era, en fin, cosa de dar un paso a la vez. Que el poder de la mente triunfaría sobre la materia y lograríamos llegar a la cumbre. Hubo momentos en que dudé. Pero Andrea, mi hija mayor, solía alentarnos con una gran sonrisa y comentarios como, «¡Podemos lograrlo, adelante!».
Al poner en práctica estos conocimientos sobre la negociación en nuestras vidas, sabemos que eventualmente lograremos lo que buscamos: llegar a la cima y superar nuestros retos. Pero no se trata de llegar a la cumbre solos, sino que juntos con la persona con la cual estamos negociando —o resolviendo un conflicto. Claro que habrá momentos desafiantes; ah, pero ¡cómo vale la pena el resultado!
Las buenas nuevas sobre las diferencias de opinión y conflictos es que hay herramientas simples y efectivas para generar soluciones positivas y reparar relaciones que han sido dañadas por los roces. Pero no permita que la simplicidad de los conceptos obscurezca el desafío involucrado en llevarlos a cabo consistentemente.
El diálogo efectivo consiste tanto en escuchar como en hablar. Cuando surgen los desacuerdos es fácil oír sin escuchar. Mientras que interacciones positivas en algunas ocasiones ocurrirán en forma natural, deberán ser cuidadosamente planificadas la mayor parte del tiempo. Ciertamente la vida nos da cuantiosas oportunidades para practicar y mejorar.
Estas experiencias nos darán la confianza para escalar cumbres más difíciles en el futuro. Iniciemos la conversación, eso sí, al analizar por qué es que los conflictos pueden ser tan desafiantes.