Fuente: https://teancum.es
El lenguaje del Salvador
La sección 76 es un relato de la visión de los reinos de gloria mostrada al profeta José Smith y a Sidney Rigdon. La descripción de esa visión está precedida de las palabras del Salvador.
Esa introducción abarca los diez primeros versículos. Los cuatro primeros están en tercera persona y los seis siguientes en primera. A pesar de esta diferencia, que es intencionada, atribuyo todos estos versículos a las palabras directas del Salvador a José Smith.
Sucede lo mismo en la sección 1, comenzar en tercera persona y pasar a primera en el versículo 5. También me baso para decir esto en el uso de los verbos y la acción que describen. Hay una total consonancia entre el inicio (1-4) en tercera persona donde resalta el verbo ser y los siguientes (5-10) donde resalta saber.
Grande es su sabiduría, maravillosas son sus vías, y la magnitud de sus obras nadie la puede saber. (2)
En las primeras palabras, él vuelve a ser el gran Jehová. Él es el que es. No podemos pasar por alto la potencia del lenguaje usado. Transmite la realidad de un ser extraordinario, que se describe a sí mismo sin modestia y a la vez sin ostentación. El es inimitable, poderoso, es Dios.
Termina ese inicio en tercera persona (hasta el 4) donde describe quién es, con un comienzo en primera persona en el 5. Este detalle produce en el lector la impresión de ver su rostro girar hacia nosotros en un primer plano. Eso intensifica el momento de lectura posterior, porque ahora su mirada se enfoca en nosotros.
«Porque así dice el Señor: Yo, el Señor, soy misericordioso y benigno para con los que me temen, y me deleito en honrar a los que me sirven en rectitud y en verdad hasta el fin.» (5)
Como quien tiene autoridad
Realmente, estimado lector, no puedo explicar el efecto que me causa esto. ¿Ha escuchado usted hablar así a alguien? Nadie en este mundo habla así. Porque nadie tiene la entidad necesaria para adquirir ese lenguaje, sus palabras testifican de la fuente. Por eso estudiar sus palabras y su lenguaje forma parte de la adoración. Y he encontrado una forma de adoración en su sintaxis, no solo en la semántica o significado de sus palabras.
Hablando de los reinos, “el hombre que ha visto a cualquiera o al menor de ellos, ha visto a Dios obrando en su majestad y poder.” (47). Si meditamos en su lenguaje y palabras, con independencia de su significado, aun en un solo versículo del reino de las escrituras, podemos ver al Salvador obrando en su majestad y poder. El hace posible la resurrección del lenguaje muerto, lo vivifica de una forma que no llego a comprender. Así como el Padre puede levantar a hijos de Abraham de las piedras, el transforma las palabras de los idiomas humanos en luz y verdad.
Quiero hablar así pero no puedo. Por eso entiendo a Moroni cuando dice «cuando escribimos, vemos nuestra debilidad» (Éter 12:25)
Y aquí estoy a las 20:36 del 14/01 de este año 2019 atrapado por la belleza de su voz, incapaz de seguir. Solo de contemplar las ondulaciones de su verbo al alzarse en el versículo 5.
El don mayor
Al igual que en Capernaum, los versículos 1-10, suponen el mayor milagro de la sección 76. Aunque allí en aquella casa, el milagro principal fue el perdón de los pecados de aquel paralítico que descendía. La memoria se fija en cómo se levantó, tomó su lecho de enfermo y se fue a casa.
En la visión de los reinos, hay que tener presente que todos esos reinos descritos existen porque » [el es] misericordioso y benigno para con los que [le] temen» y conocemos de ellos gracias a su disposición…«aun las maravillas de la eternidad sabrán ellos…»
El mayor don que se llevó el paralítico fue el perdón, y el mayor conocimiento que llevamos de la sección 76 es » la buena disposición de [ su] voluntad tocante a todas las cosas pertenecientes a [su]reino.»
La visión de los reinos de gloria, el detonante
José y Sidney están trabajando en la traducción de la Biblia y llegan a Juan 5:29, pero se les revela de otra forma
Juan 5:29 | Por revelación |
y los que hicieron el bien saldrán a resurrección de vida, mas los que hicieron el mal, a resurrección de condenación. | Y saldrán; los que hayan hecho el bien, en la resurrección de los justos; y los que hayan hecho el mal, en la resurrección de los injustos. |
Aunque la enseñanza de que habrá dos resurrecciones en tiempos distintos está en la Biblia, el versículo 29 de Juan no lo sugiere. Detalla la cualidad de las resurrecciones. Lo que maravilla a José y a Sidney fue que por revelación, se manifiesta que serán en tiempos y en grupos distintos.
Al igual que la primera visión o la visión del mundo espiritual (138) de Joseph Fielding Smith, ésta comienza del mismo modo. Leyendo y meditando en las escrituras.
«Y mientras meditábamos en estas cosas, el Señor tocó los ojos de nuestro entendimiento y fueron abiertos, y la gloria del Señor brilló alrededor.» (19)
Es en la meditación en las escrituras cuando el Señor toca nuestro entendimiento. Pero para eso necesitamos, así como Nefi, «[…creer que el Señor puede hacérnosla saber, mientras estemos sentados reflexionando sobre esto…]» (1 nefi 11:1)
Nuestra visión
¿Y nuestra visión? Tenemos la promesa en esta sección«Y su sabiduría será grande y su conocimiento llegará hasta el cielo» (9) La sección 76 nos da una llave para el conocimiento de Dios, «Porque por mi Espíritu los iluminaré, y por mi poder les revelaré los secretos de mi voluntad» (10)
Cuando leemos esta sección se nos presentan dos opciones. Estar en el lado de los que meditan estas cosas buscando más luz y conocimiento; a lo que nos invitan los primeros versículos. O por otra parte buscar lo ya revelado en el lenguaje del profeta José. Las dos opciones son buenas, pero hay una mejor que otra.
Quizás el resultado de ser ambos maravillados por la comprensión de un versículo en Juan 5:29, no sea de resaltar en un principio. Pero fue a continuación cuando «el Señor tocó los ojos de su entendimiento y fueron abiertos»
Tengo la certeza que el crecimiento personal y la doctrina no están contenidas sólo en las escrituras. Sino que las escrituras son llaves de conocimiento. Pero ese conocimiento es privado y reserva su dominio a la sagrada urna, que es el alma de cada persona.
Y lo importante, no me cansaré de decirlo, no está en las respuestas sino en la disposición a recibirlas. Ya que, por su parte, nos hace saber de «la buena disposición de [su] voluntad tocante a todas las cosas pertenecientes a [su] reino.» (7)
Los hijos de perdición
Antes que la salvación el plan comenzó con la perdición de 1/3 de la población. El comienzo no puedo ser más aciago. El júbilo inicial debió convertirse en duelo y conmoción general «porque los cielos lloraron por él» (26)
Pero lo que hizo Lucifer y sus seguidores fue rebelarse no disentir. En cualquier reino la rebelión se castiga severamente. Es la quiebra del orden constitucional.
En realidad detrás de esa rebelión no existía un orden nuevo, sino la precipitación de todo un linaje a la oscuridad del vacío exterior. Lucifer era astuto y ciego. Los cielos lucharon, no solo por un plan, sino por la supervivencia.
En el próximo artículo incluiremos su reino para estudiarlo. Pero hay un detalle que no quiero dejar pasar en cuanto a la condición de los hijos de perdición.
«Estos son los hijos de perdición, de quienes digo que mejor hubiera sido para ellos no haber nacido;» (32)
Aquellos tempranos hijos de perdición en los cielos, no llegaron a obtener un cuerpo físico. Pero si obtuvieron la misma condición de hijos de perdición que los condenados del segundo estado. Los segundos eligieron nacer y participar en el plan. ¿Fué así también con los primeros? ¿Por qué nacieron entonces?¿Eligieron nacer en el linaje de Elohim como los segundos en el de Adán?
Lo elegimos
El versículo 32, también puede aplicarse a la tercera parte que fue expulsada. A los primeros, más les hubiese interesado no haber nacido, pero eligieron nacer. En la teología de la restauración todo sugiere (al menos a mí) que el principio de libre albedrío es innato en las inteligencias a las que se propuso su inclusión en el linaje de Elohim. El Padre, respetó y aumento ese don incluyéndolo en el plan.
Desde el oscuro océano de la inteligencia, todos escuchamos la voz de nuestros padres y decidimos acudir para ser hijos del Varón de Santidad y su familia. El principio de responsabilidad creció con nosotros a la par que la libertad.
Los hijos de Abraham…
«para que, guardando los mandamientos, fuesen lavados y limpiados de todos sus pecados, y recibiesen el Santo Espíritu por la imposición de las manos del que es ordenado y sellado para ejercer este poder;» (52)
La línea del sacerdocio y las bendiciones de Abraham ya no se reciben por linaje o sangre. No es genética, es por convenio y ordenanza. Pero estos dos elementos configuran con la misma exactitud que la sangre el linaje de los elegidos en el reino celestial. Estos «genes» del evangelio, incrustados en la hélice de las ordenanzas y convenios, conforman la estructuras de los espíritus. Aquellos que serán vivificados en los nuevos cuerpos. Que son capaces de soportar la gloria a la que serán llamados.
Si miramos con los ojos de nuestro tiempo, necesarios para entender las escrituras del presente. Vemos un proceso:
Mandamientos + ∑ (( lavados+ limpiados )+ (( Espíritu Santo ) ƒ (ordenanza + autoridad))) = DyC 76:70
No tenemos los medios para entender cómo se recibe una porción de gloria como la descrita en el segundo término de la igualdad (DyC 76:70). Lo que sí sabemos es que hay un cambio previo en los espíritus que optan a ser vivificados. Este cambio en el cuerpo espiritual, invisible en nuestro lado, se produce por un cambio interior, la conversión. Un acercamiento a su expresión matemática podría ser la que propongo en el primer término de la igualdad.
…el polvo de las estrellas
En la sección 76 leemos que la descendencia de Abraham es como el polvo de las estrellas. El profeta testifica antes de que le fuesen mostrados los reinos.
«…él es el Unigénito del Padre; que por él, por medio de él y de él los mundos son y fueron creados, y sus habitantes son engendrados hijos e hijas para Dios.» (24)
Solo un pequeño porcentaje del polvo estelar llega a agregarse para formar estrellas y mundos. Por efecto de la gravedad se van acumulando junto a los gases. Llegan con el tiempo a formar una protoestrella. Una vez que la fuerza gravitatoria desde sus capas exteriores, es suficientemente grande, se produce la conversión. De la oscuridad nace la luz.
La conversión de una oscura partícula de polvo en luz sigue la misma senda que la conversión de un alma en un ser exaltado. Se escucha desde Ramus, Illinois «Todo espíritu es materia, pero es más refinado o puro…» (DyC 131:7) Por eso el camino exacto de los átomos es semejante al plan exacto de salvación. La descendencia de Abraham, así como el polvo estelar, ha de sujetarse a las leyes del polvo, las estrellas y sus habitantes si quieren brillar en el mundo celestial.
Pocos son los escogidos
Sólo un pequeño porcentaje serán hábiles para actuar en los vacíos, para extender la luz de la casa de Israel «para llenar la inmensidad del espacio,» (DyC 88:12)
Por eso la admonición de Benjamín ·«No podéis decir que sois aun como el polvo de la tierra» (Mosíah 2:25) es un buen comienzo para entender la oscuridad polvorienta de nuestro razonamiento frente a «la luz que existe en todas las cosas, que da vida a todas las cosas, que es la ley por la cual se gobiernan todas las cosas « (DyC 88:13)
No sujetarse a esas leyes condena al polvo estelar a la oscuridad de las órbitas erradas. Así como aquellos que desaparecían de la vista de Lehi «desviándose por senderos extraños.» En la visión de Lehi, solo había una senda hacia el árbol de la vida. Las decisiones en el vacío exterior son a vida o muerte. Solo Cristo proporciona una atmósfera de salvación.
Con infinita ciencia
El sello de la casa, ƒ (a + o)
Cuando cantamos «con infinita ciencia el plan se preparó» (104) sería bueno creer lo que decimos. Cuando el Salvador afirma «Os es necesario nacer de nuevo.» (Juan 3:7) sugiere algo más que un cambio de creencias o hábitos. Esas palabras contienen un sentido más profundo, menos metafórico de lo que pensamos. Con frecuencia, atribuimos metáforas a sus afirmaciones. Cuando dijo «mi reino no es de este mundo» (Juan 18:6) no se refería a un reino espiritual o a una comunidad de creyentes. Hablaba de un reino físico cuyas estancias estaban, unas pavimentadas con «un embaldosado de zafiro» (Ex 24:10) y otras, en cambio con «un pavimento de oro puro del color del ámbar.» (DyC 110:2)
Por eso cuando meditamos (en silencio y sin prisa, un día tras otro) en el versículo 52 no es extraño encontrar un procedimiento de conversión, de transmutación. De ingeniería genética espiritual de infinita ciencia ( ∑ ) Una suma inteligente de procesos y leyes bajo la función de la autoridad y sus ordenanzas. Esa función, ƒ (a + o) que certifica que la conversión cumple todas las exigencias de calidad de ese plan perfecto de salvación. Esa función ƒ (a + o) es el sello de la casa.
Esa fórmula de conversión (52) para alcanzar el resultado prometido en DyC 76:70, es tan exacta y física como la de la síntesis del oxígeno en las estrellas.
La restauración circunscrita en su tiempo, nos dota de un poder de resolución mayor para distinguir sus misterios.
Este es un artículo de opinión donde el autor expresa su punto de vista el cual es de su exclusiva responsabilidad y no necesariamente representa la posición de El Faro Mormón o la de alguna otra institución.
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