Hace unas semanas leí una publicación de un supuesto miembro de la Iglesia que, solicitando el anonimato, se describía a sí mismo como un “ex misionero que trata de estar firme en el evangelio, que [tiene] un testimonio y [sabe] que [ésta] es la Iglesia de Cristo, sin embargo, señalaba: “¿Qué opinan sobre los [misioneros] retornados que son llamados al sumo consejo sin ningún tipo de experiencia? He visto muchos casos de jóvenes de veinte años en el sumo consejo y de verdad me hace mucho ruido eso.
Estamos hablando de jóvenes que deben estar en los consejos disciplinarios de la Iglesia”. Continúa diciendo: “conozco un joven que no tendrá ni veintidós años y es consejero del Obispo”
Puede que, pese a que el lugar en donde publicó esto es una página que se dedica a atacar a la iglesia, sus autoridades generales y su organización, esta haya sido una duda honesta de alguien que sinceramente deseaba encontrar algo de lógica en los llamamientos de otras personas. Amigo, permíteme contestarte lo siguiente.
¿Puede un joven ser llamado por Dios?
Como miembros de la Iglesia restaurada de Jesucristo nos es fácil traer el recuerdo del primer profeta de esta dispensación, quien fuera llamado a la edad de sólo catorce años, a llevar a cabo una obra maravillosa y un prodigio. A la edad de los jóvenes maestros del Sacerdocio Aarónico de hoy en día, José Smith tuvo, en respuesta a una extensa preparación que incluyó mucha lectura de la biblia y mucha meditación, su primera entrevista cara a cara con el Señor Jesucristo y Dios el Padre. Con tan sólo catorce años, recibió su primera respuesta e indicaciones que le llevaron a hacer rodar la piedra cortada, no con mano, [la que] rodaría hasta llenar toda la tierra.
Si creemos que ésta es la Iglesia de Jesucristo, entonces creemos que, en consecuencia, es su Iglesia restaurada. Si creemos esto, entonces creemos también en la forma en que fue restaurada y, en consecuencia, en el divino llamamiento del joven a través de quien se restauró. ¿Tenía él, a los catorce años, la experiencia requerida para la tarea que se le encomendaba?
Jóvenes de otras dispensaciones
Otro caso que se me viene a la mente es el llamamiento del joven Samuel. Aquel joven niño consagrado por su madre al Señor y preparado a través del servicio al Señor (1 Samuel 3:1), no era más que un muchachito cuando Jehová le llamó. Tal era su inexperiencia, que las dos primeras veces en que fue llamado, ni siquiera reconoció la voz de su Señor (1 Samuel 3:7) y, pensando que era Elí quien le llamaba, se iba a presentar frente a él. Finalmente fue Elí quien se percató que quien llamaba al inexperto niño era el Dios de Israel, por tanto, le aconsejó, y cuando Samuel siguió el consejo del experimentado Elí, fluyó hacia él luz e instrucción (1 Samuel 3).
¿Puede entonces el Señor valerse de alguien inexperto para que trabaje junto a los sumo sacerdotes? Yo creo que sí. Es más, en muchos casos se ha valido de ese trabajo para brindar a lo jóvenes la experiencia que requieren.
El veinteañero Alma
Puedo dedicar bastante tiempo a enumerar los casos en que el Señor se ha valido de jóvenes (sino niños) para llevar a cabo su obra, sin embargo, ahora quiero centrarme en un veinteañero.
En cierta época, el Señor mandó a un experimentado siervo llamado Abinadí a llamar al arrepentimiento a un inicuo Rey y sus Sacerdotes. Cuando hizo esto, el Rey Noé no recibió la reprimenda con muy buen ánimo. De hecho, lo mandó matar (pero eso es un tema en el que profundizaremos después). Entre los Sacerdotes del Rey había uno, Alma, a quien en Mosíah 17:2 se le describe sólo como “un hombre joven”. Finalmente este joven terminó creyendo las palabras de Abinadí, se arrepintió y lideró en la Iglesia de Jesucristo entre los nefitas, pero, ¿qué tan joven era?
Alma murió en el año 91 antes de Cristo, a la edad de 82 años (Mosíah 29:45). Cuando Alma alzó la voz en defensa de Abinadí ente el consejo de sacerdotes y el Rey Noé, corría el año 148 antes de Cristo. Restemos 91 a 148 y nos da 57. Si Alma murió a los 82, y le restamos los 57 años transcurridos, nos da 25. El “hombre joven” que arriesgó su vida al enfrentar al Rey para defender a un Profeta tenía tan sólo 25 años de edad, entonces, ¿tendrá el Señor algún problema con llamar a veinteañeros a trabajar en su obra? Les permito responder a Ustedes mismos.
Conclusión
El Señor nos ha dicho ya que ésta es Su obra. Suya. Él la lleva a cabo y condescendientemente nos invita, si lo deseamos y somos dignos, a ser partícipes de ella. Podemos prepararnos por nosotros mismos a través de la lectura, la meditación, la oración y el arrepentimiento, pero también puede Él prepararnos para realizar nuestra parte. Nuestra edad, corta o avanzada, los llamamientos previos, la preparación académica o las capacidades no son impedimentos para Él. Su gracia es suficiente, y sólo requiere de nosotros el deseo de servir.
Este es un artículo de opinión donde el autor expresa su punto de vista el cual es de su exclusiva responsabilidad y no necesariamente representa la posición de FaroALasNaciones.com o la de alguna otra institución.
Hola, yo sin ser misionero retornado, ya que por ciertas cosas no fui a la misión pero me casé a los 21 años y fui llamado como miembro del sumo consejo en mi estaca de esa época también a los 21 años de edad, a los 22 consejero de Barrio y desde ahí muchos llamamientos mas en mi historial… una maravillosa experiencia que si bien nací en el evangelio, cimentó el piso para lo que soy hoy en día y mantenerme ya pro 50 años dentro de la Iglesia
Es cuento viejo ya que un joven de 18 años que va a misión regresa con 27 años más de experiencia dd aquel que no sirvió una misión sea de la misma edad o adulto … esos dos años le dan la experiencia necesaria para incluso ser llamado a ser Líder Misional , Pdte de Quorum u Obispo si se le requiriera… por eso el ser llamado a ser miembro del Sumo Consejo (tarea más fácil de realizar que lo descrito anteriormente )… es parte del plan del Padre y no nuestro como para aconsejar al Padre …
Tengo 39 años de miembro de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, en más de una oportunidad he recibido comentarios discriminatorios por parte de líderes locales, ej., el no ser misionero retornado, el no haber nacido en el Evangelio, etc,. Lo tengo muy claro es que la Iglesia no es propiedad de los líderes, esta es la Iglesia de Jesucristo, he tenido la bendición de ser un converso, he servido en muchos llamamientos, entre ellos presidente de Rama y Obispo, como líder, jamás se me hubiera cuestionar las capacidades de un joven misionero retornado, son los que tenían prioridad en llamamientos de Rama o Barrio, así también los nuevos conversos. En la actualidad junto a mi esposa servimos como obreros en el Templo de Concepción. La juventud de nuestra Iglesia merece todo nuestro apoyo y confianza.