El pasado fin de semana, Josh Thompson estaba clasificado para las finales de los 800 y 1.500 metros del prestigioso ‘Big 12 Meet‘, una de las competiciones de más nivel en el atletismo universitario norteamericano. El domingo, sin embargo, no se presentó en las pistas de Forth Worth, Texas, para competir en ninguna de las dos distancias del mediofondo. Y ello no sorprendió a nadie, porque nadie lo esperaba en la línea de salida.
Josh no corre en domingo. Ni compite ni sale a entrenarse. Es una decisión personal. Thompson, quien defiende la camiseta naranja de la Universidad de Oklahoma State, es mormón. Se trata de un deportista especial, un hombre con una capacidad atlética desconocida en los mediofondistas, habitualmente atletas ligeros. Originario del estado de Nevada, posee una capacidad de salto espectacular. Apenas mide 1,76 y es capaz de hacer mates con el balón de baloncesto, su deporte favorito en los años de la ‘high school’.
Entrenarse solo seis días
Desde que Josh ha llegado a Oklahoma State, su volumen de entrenamiento ha crecido de forma espectacular. En pocos meses ha pasado de 90 kilómetros semanales a más de 160. Un kilometraje que muchos mediofondistas suman actualmente, pero repartido en siete días. Josh debe hacerlo en seis. El domingo descansa. Y los tradicionales ‘Sunday long runs’ los lleva a cabo los miércoles. 27 kilómetros de una tacada.
La carrera deportiva universitaria de Josh Thompson vivió un paréntesis a los 19 años. Josh viajó a Nicaragua donde estuvo dos años de misión, de puerta en puerta, llamando a las casas para predicar. No corrió un solo kilómetro en dos años.
Con 22 años, tras su rápida irrupción en el mediofondo estadounidense, la cuestión es hasta dónde llegará Josh Thompson. Río de Janeiro espera. Quizá llegue a tiempo de vestir la camiseta de los Estados Unidos. La realidad es que ha tenido mucha suerte con el programa olímpico. Ninguna de las tres carreras de 1.500 metros se disputa en domingo.
Fuente: elconfidencial.com