Por Noelle Pikus-Pace, campeona olímpica en Sochi 2014 y miembros SUD, para LDSLiving.
Traducción por Paula Marilaf
| (GG) | – Cuando se le presentó un vestido inmodesto para lucir en una sesión de fotos para promocionar la salud del corazón, Noelle Pikus-Pace tenía una decisión que tomar: llevar el vestido por una buena causa, o adherirse a sus normas.
Antes de mi primera aparición olímpica, fui invitada a asistir a un evento social muy amplio conocido como la Cumbre de Medios. Este evento nacional atrae a todo periódico, revista, programa de televisión, fundación de caridad, y programa de Internet con interés en deportes, salud o condición física. Recibieron invitaciones para ir los atletas que se espera que lo harán bien en los Juegos Olímpicos, y se nos pidió traer una variedad de ropa para usar durante el evento. Querían ropa de entrenamiento, «lo mejor de domingo», ropa formal, equipo y material de competición, ropa para “salir”, ropa de invierno, y luego básicamente todo lo demás queda en tu armario después de empacar todos estos artículos.
Cerca del final de la cumbre, mi escolta me explicó que una de las mayores sesiones de fotos estaba por delante. Habría fotógrafos de Getty Images, NBC, Salud de la Mujer, la revista Shape, la Associated Press, y muchos otros. Muchos fotógrafos estaban pidiendo a los atletas que mostraran sus cuerpos. Querían ver los músculos y la definición. Ellos aplaudían y vitoreaban cuando los atletas posaban.
Fui a mi última entrevista antes de la sesión de fotos, tan pronto como salí y entré a un estudio enorme lleno de luces, telones y utilería, tres mujeres tomaron las maletas de mis manos, las abrieron, y pusieron mi ropa a los largo de una mesa. Estaban discutiendo que debía usar para cada parte de la sesión.
Otra mujer, Diane, me agarró la mano y me llevó corriendo a lo que parecía ser un vestidor improvisado. En medio del caos de gente corriendo, luces intermitentes, y gente gritando, una cortina negra colgaba de un poste para proteger a la persona que se cambiara de la vista de los demás. Cuando entré detrás de esta cortina, las tres mujeres entraron corriendo con mi ropa y me dijeron qué usar y cuándo ponerme cada conjunto.
«Un minuto!» escuché gritar a alguien. Diane me dijo que iba a estar cambiándome ropa muchas veces en los próximos quince minutos y que tenía que hacerlo lo más rápido posible. Obviamente soy competitiva, por lo que vi esto como un reto. Rápidamente me vestí y salí corriendo.
Tan pronto como salí me dijeron que debía sentarme en una silla y ondear banderas. «Dos minutos para el cambio de vestuario!» Dos minutos pasaron volando mientras las cámaras a mi alrededor hacían clic a la distancia y de repente ya estaba detrás de la cortina, cambiándome a mi abrigo de invierno y pantalones de nieve.
«Treinta segundos!» gritó el mismo hombre. Salí corriendo del vestuario y el set ya había cambiado. Me dieron instrucciones de jugar en la nieve de un soplador de nieve falsa. «Dos minutos!», gritó una vez más. Jugué en la nieve mientras el equipo de cámaras se movía alrededor de mi, tomando fotos y animándome a sonreír o a posar con una «cara de juego».
El tiempo terminó y me encontré de nuevo en el vestuario. «Un minuto!» Me quité rápidamente mi ropa de invierno y me metí en mi conjunto dominguero. La iluminación fue cambiada, y ahora estaba haciendo tomas de retrato. Todo lo que quería en ese momento era un espejo, porque sabía que mi cabello era un desastre por cambiarme ropa tantas veces. «Veinte segundos hasta el cambio de vestuario!» La cámara hace clic una docena de veces más, y yo corrí detrás de la cortina.
Cuando entré, Diane me entregó un vestido. «Tres minutos, gente!» El vestido que me dio no era mío, y ella podía ver mi expresión de perplejidad.
«Todas las mujeres atletas están teniendo fotografías tomadas con un vestido rojo para apoyar la salud del corazón y la vida sana. Esto se verá absolutamente magnífico en ti».
Tomé el vestido de sus manos y vi lo que había en la percha. El vestido tenía tirantes en los hombros, era muy revelador en la parte delantera, y yo dudaba que el largo siquiera se acercara a mi alcance. Supe de inmediato que no podía usarlo.
Pero era por una buena causa, ¿verdad? «Dos minutos!» El hombre de detrás de la cortina gritó. Quiero decir, corazones sanos, vamos. ¡Es una buena excusa! ¡He trabajado duro para conseguir que mi cuerpo tenga esta forma, y quiero mostrarlo! Todo el mundo está esperándome. ¿Qué voy a decir? Yo sería la única atleta que no lo usaría!
Cuando llegó el momento, sin embargo, usar el vestido o no fue una decisión bastante fácil de tomar para mi, porque yo ya había optado por ser testigo de Dios «en todo tiempo y en todas las cosas, y en todos lugar» (Mosíah 18: 9).
Había decidido hace mucho tiempo que no iba a dejar que la visión y expectativas del mundo determinaran quién soy o lo que represento. Lo que me pongo es un símbolo de lo que soy y de cómo me siento acerca de mí misma. Le entregué de vuelta el vestido a Diane y le dije, «Quiero ser modesta. Es lo que soy, y lo siento, pero no puedo llevar esto. «Esperaba que ella rodara sus ojos y tratara de convencerme a usarlo, pero me sorprendió.
«Oh, cariño, soy una buena chica cristiana y entiendo completamente y respeto tus creencias. Vamos a encontrarte algo más para usar”. Me quede muy sorprendida y eufórica por su comprensión y apoyo de mi decisión.
La experiencia me recordó a una cita de Thomas S. Monson: «Al vivir nuestro día a día, es casi inevitable que nuestra fe se ponga en tela de juicio. A veces estaremos rodeados de otras personas y, sin embargo, seremos la minoría o incluso seremos los únicos con un criterio distinto en cuanto a lo que es aceptable y lo que no es. ¿Tenemos el valor moral para defender nuestras creencias aunque tengamos que hacerlo solos?”
También dijo, «Tú serás el encargado de hacer que se defienda lo correcto, aunque tengas que estar solo. Tengan el valor moral de ser una luz para que otros la sigan. No hay amistad más valiosa que su propia conciencia tranquila, su propia limpieza moral -y que glorioso sentimiento es saber que estas parado en su lugar designado limpio y con la confianza de que eres digno de hacerlo.»
Ese breve momento en el vestuario había sido una prueba de mis creencias. Me sentí realizada al darme cuenta de que había sido capaz y había estado dispuesta a estar sola, y eso me dio fuerzas. Ha aumentado mi coraje para alejarme de situaciones donde no me sentía cómoda o a cambiar una conversación que sentía que no era apropiada. Encuentra tu valentía, y atrévete a estar solo por lo que crees.
Diane buscó profundamente en una caja de ropa y encontró un vestido que sin duda no era muy halagador, pero era modesto. Todavía puedo encontrar fotos mías con ese vestido en Internet, y el estilo me estremece cada vez que lo veo. Pero me recuerda a algo más. Lo que me pongo no define quién soy. Yo sé quién soy y lo que represento, independientemente de lo que el mundo haga o lo que la gente diga o piense sobre mi. No necesito ni quiero atención por mostrar mi cuerpo. Es sagrado para mí.
Cuatro años más tarde asistí a la misma cumbre de medios, que se celebró en el mismo lugar. Como ya hice mis rondas a través de entrevistas y sesiones de fotos, llegué a un set similar al que recordaba. Entré en una habitación muy grande con luces brillantes, gritos, y camarógrafos por todas partes.
Cuando entré en la puerta una mujer me tomó la mano y me dio un fuerte abrazo. Era Diane. «Te recuerdo! Tú eres esa chica buena cristiana. No tenemos ninguna ropa inmodesta para que uses esta vez.” Eso trajo una sonrisa a mi cara no sólo porque había defendido mis creencias, sino también porque había dejado una impresión positiva en alguien más.