(NOTA DEL EDITOR: Aún cuando la Iglesia se caracteriza por ser un lugar donde los visitantes se sienten acogidos por los miembros, existe ocasiones en que en que el matonaje podría hacerse presente, sobre todo dentro de los jóvenes. El artículo trata este delicado tema, sus consecuencias y cómo abordarlo de la mejor manera por parte de los padres y líderes.)
Publicado originalmente por LDS Living el 29 de agosto de 2014 bajo el título «The Sad Truth About Bullying At Church» [La triste verdad del bullying -o matonaje- en la Iglesia].
Traducción y adaptación por Camila Vargas
| LDS Living – YI | – “¿Sabes dónde está tu hija?” Sin lugar a dudas, es una pregunta que te detiene el corazón si no sabes la respuesta. Nadie pudo haber preparado a Judy Wells para la frase que vino después: “Sus amigos de la escuela nos dijeron que planeaba suicidarse. Estamos enviando una unidad para allá en este momento”.
¿Qué llevó a una adolescente así de activa y amable tan cerca del límite?
La hija de Judy estaba en el techo de su casa decidiendo acaso saltaría porque era víctima del bullying. Bullying propiciado por los jóvenes de su barrio.
La Hermana Wells cuenta que las niñas tomaron su diario de vida, lo leyeron mientras iba a la biblioteca a buscar un Libro de Mormón y que cuando volvió, comenzaron a citar partes de él. Ésta es sólo una de las muchas agresiones que los hombres y mujeres jóvenes cometieron en su contra.
Cuando se sentaba junto a alguna de las muchachas, se paraban y creaban una nueva fila para dejarla sola. La molestaban por supuestas relaciones con niños inventadas por ellas mismas y dejaban notas al respecto en las pizarras de la salas para que el resto las viera. Incluso llegaron a acosarla afuera de la iglesia, pidiéndole que se consiguiera implementos para una fiesta a la que no la habían invitado y posteriormente llamándola por teléfono para decirle lo felices que estaban de que ella no hubiera asistido.
Todos los consejos que los líderes le dieron (del tipo “no dejes que te afecte lo que hagan” o “sólo ignóralos”) para lograr amor y comprensión, fallaron, lo que más temprano que tarde llevó a la hija de Judy al techo.
Afortunadamente, la hermana Wells logró convencerla de que bajara, pero tras eso, no sabía qué hacer tampoco. Se supone que la Iglesia es un lugar seguro en el que nos amamos los unos a los otros –razón por la cual los padres de los niños víctimas de bullying en el barrio suelen sentirse desconcertados. No queremos que se burlen, disminuyan o humillen a nuestros hijos pero por otro lado deseamos que vayan a las reuniones dominicales y a seminario.
Al final, Judy cambió a su hija de barrio y de estaca para que no volviera a ver a sus agresores. Pero no todos tienen esta posibilidad. A continuación, presentamos ocho consejos que los expertos dan en cuanto a cómo reconocer, prevenir y detener el bullying en la iglesia:
Reconocer
- Saber qué esperar de la iglesia. Clark Burbidge, autor de la colección de ayuda juvenil Gigantes en la Tierra (Giants in the Land) comparte que el bullying en la iglesia no es necesariamente diferente al de otro establecimiento. “Sin embargo, en virtud del ambiente más positivo, valórico y comprensivo que se vive allí, el bullying puede expresarse de manera más sutil. Podemos verlo en un comportamiento exclusivo o exclusivista así como en comentarios hirientes o despectivos”.
- Saber qué esperar de las actividades organizadas por la iglesia. Otro tipo de bullying en la iglesia se presenta en forma de bromas las que suelen ocurrir en los campamentos o en las salidas de escultismo. Wells, quien ahora es abogada especializada en bullying, razona: “Deben encontrar motivos para reírse ¿no es así? Una especie de escape. Encerrar a una niña en el baño durante un campamento de mujeres jóvenes está bien, es gracioso. Está encerrada en una letrina apestosa y no puede salir hasta que alguien decida abrirle. Sin embargo, NO es divertido. Cómo alguien experimenta una broma “inocente” puede afectarlo emocionalmente por el resto de su vida”.
Prevenir
- Comenzar en el hogar. La mejor forma de acabar con el bullying es detener ese tipo de comportamiento antes de que empiece. Las raíces se forman en nuestro hogar. Burbidge explica: “El remedio para prevenir o cambiar un ambiente que pueda provocar bullying, consiste en que las familias hagan lo que diaria, semanal y mensualmente forme los cimientos de un hogar lleno de amor y fe”.
- Trabajar en el barrio. El Dr. Jonathan Swinton aconseja que en el barrio, podemos enfocarnos en modificar nuestra cultura. Recomienda “celebrar la diversidad y las diferencias. No juzgar, sino amar a todos los hijos de Dios”.
Entre más personas aprecien las doctrinas que Dios ‘de una sangre ha hecho todo el linaje de los hombres, para que habitasen sobre toda la faz de la tierra’ (Hechos 17:26) y que ‘a nadie de los que a él vienen desecha, sean negros o blancos, esclavos o libres, varones o mujeres;… y todos son iguales ante Dios’ (2 Nefi 26: 33), más fácil será seguir este comportamiento.
No bastará con que les enseñemos a los niños que sean amables si no consideran a todos como sus hermanos y hermanas. Si realmente comprenden que es a su hermano o hermana a quien se están dirigiendo, podrán mostrar amor por todo aquel que sea diferente a ellos.
Corregir
- Involucrar a los padres. La Hermana Wells comparte que “hay medidas que el obispo y los líderes de hombres y mujeres jóvenes pueden tomar. Necesitan informar a los padres de lo que está sucediendo, que su hijo está molestando, excluyendo o atacando socialmente a otros, sobre todo en las actividades de la iglesia”.
Como parte de la resolución de los casos de bullying, Burbidge exhorta a los líderes de la iglesia a que enfrenten estas situaciones “de modo que se apoye y proteja a la víctima a la vez que se corrija con amor a la persona responsable del bullying. Esto puede incluir una entrevista con ambas partes acompañadas de sus padres para proveer el refuerzo y la guía para que el comportamiento sea reemplazado”.
- Cambiar la cultura del barrio. Wells recomienda encontrar formas de sustituir el comportamiento destructivo. “No se puede detener ese hábito así como así; debes reemplazarlo con uno bueno”. Sugiere que “lo reemplaces con actos de bondad casuales”. Un cambio así en nuestra cultura no solo acaba con el comportamiento destructivo sino que también promueve los valores que Cristo enseñó.
- Crear consecuencias. Wells comparte un ejemplo de lo que los líderes pueden aconsejar a los padres de los agresores: “Queremos a su hijo, queremos que esté aquí, pero si actúa de este modo, lo enviaremos a casa o los invitaremos a la actividad para que puedan mantenerlos controlados”. Esta relación de acción-reacción es similar a la que los padres usan con sus hijos pequeños pues crea responsabilidad por las acciones inapropiadas.
- Buscar ayuda. En cualquiera de los casos en los que se presenta el bullying, aun cuando sea corregido después, el mejor consejo que Swinton da a los padres de las víctimas es «consíganles ayuda pronto. En varias ocasiones personas vienen a mi oficina años después sin haber logrado superar el bullying que sufrieron en la infancia. Una vez que haya comenzado, dele a su hijo la atención de un profesional calificado para que lo ayude a sentirse seguro de sí mismo afín de que el bullying no cree una traba a largo plazo en su identidad”.
La triste verdad
La triste verdad acerca del bullying en la iglesia es que es más común de lo que creemos. Ya sea un grupo de miembros ignorando a otro o bien formas más obvias de acoso, la mayoría de nosotros conoce a alguien que lucha por sentirse bienvenido y por hacerse amigos en su barrio.
¿Qué podemos hacer entonces para detener esta lamentable epidemia? Podemos enseñarles a nuestros hijos la caridad, el amor puro de Cristo por cada uno de nuestros hermanos y hermanas aquí en la Tierra. Podemos estar atentos a las señales de advertencia. Podemos ayudar a los que están luchando en este momento. Y podemos ser un ejemplo de tolerancia y bondad para que los otros nos sigan y nos volvamos como Sión: un pueblo de un corazón y voluntad que no tenga pobres (o personas discriminadas) entre ellos.
Un JAS inactivo me dijo días antes de bautizarme: «La iglesia es perfecta, pero los miembros no». Años después comprendí a cabalidad lo que me había aconsejado. He conocido de todo en la iglesia, gente buena y gente mala, si tu testimonio lo fundas en aquellos miembros que te rodean, tarde o temprano alguien te decepcionará y terminarás sufriendo y alejándote, o quizás el hostigamiento puede ser causal de no desear asistir más, PERO, si logras fundar tu testimonio en Cristo (Helamán 5:12), no importa cuanta oposición haya, permanecerás en la senda. Ese joven adulto soltero, me dio la clave porque él había fundado su testimonio en miembros que luego le dieron la espalda…