Muchas veces creemos que entendemos a Dios—que entendemos Su punto de vista—mucho mejor de lo que en verdad Lo entendemos. Cuando sucede algo, ya para bien o para mal, a veces presumimos que sabemos por qué nuestro Padre Celestial causó o permitió que tal cosa ocurriera. Estas presunciones pueden resultar muy peligrosas y llevarnos a conclusiones muy equivocadas, ya que la perspectiva de Dios es bien, bien diferente de la nuestra.
En Alma 40:8 leemos que…todo es como un día para Dios, y solo para los hombres está medido el tiempo. Más tarde el apóstol Pedro diría más o menos lo mismo en una de sus epístolas…para el Señor un día es como mil años y mil años como un día. Nosotros percibimos el paso del tiempo muy diferentemente de cómo el Padre Celestial lo percibe. Esta gran diferencia de perspectivas, algo tan básico y aparentemente evidente como el paso del tiempo, puede causarnos problemas cuando presumimos que entendemos los pensamientos y comportamientos de Dios.
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