Estamos familiarizados con la parábola de la perla y el joyero: una parábola que nos advierte de no enfocarnos demasiado en el joyero sino en la perla. Mientras que nunca debemos ignorar la perla, a veces podemos aprender del joyero (véase Boyd K. Packer, Liahona, julio de 2000).
Por ejemplo, miren el marco de esta hermosa estatua original del Kristus, de Bertel Thorvaldsen, ubicada en la Catedral de Nuestra Señora de Copenhague, Dinamarca. Consideren las dos invitaciones importantes grabadas alrededor del marco de la estatua. En la parte superior está escrito: “DENNE ER MIN SØN DEN ELSKELIGE HØRER HAM”, que significa: “Este es mi hijo Amado; a él oíd” (Marcos 9:7). En la parte inferior está escrito: “KOMMER TIL MIG”, o “Venid a mí…” (Mateo 11:28).
La primera invitación viene de nuestro Padre Celestial para que escuchemos a Su Hijo Amado. Escuchamos la voz del Salvador cuando diariamente dedicamos tiempo a estudiar Sus enseñanzas en las Escrituras. La segunda invitación es del mismo Salvador de venir a Él. Hacemos esto al guardar Sus mandamientos, en especial, al participar de la Santa Cena semanalmente. Sé que al meditar en Su expiación durante la Santa Cena, se alivian mis cargas y me siento fortalecido.
Testifico que, independientemente de cuáles sean nuestras pruebas actuales, nuestro Salvador Jesucristo las comprende. Él descendió por debajo de nuestras tristezas y dolores más profundos. Él nos ama a cada uno de nosotros en forma individual y perfecta. Él nos ayudará a cada uno de nosotros, solo tenemos que buscarlo y aceptar Su ayuda.
Fuente: Facebook Dale G. Renlund