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#DaGracias 

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1. Lo primero que deseo agradecer es que Dios se ha manifestado en mi vida y que siempre me deja saber que ha escuchado cada una de mis oraciones. Esto, por lejos, es lo que más agradezco en mi vida y lo que me trae más felicidad y gozo que cualquier cosa. Saber con todo mi corazón que Dios vive, que Jesucristo es nuestro Salvador.

2. Ya mencionado que tengo un Padre amoroso que me deja saber que escucha mis oraciones, que no estoy solo, el resto de las cosas que agradeceré esta semana, cuando nos acercamos al día de acción de gracias, no las presentaré en ningún orden específico. Estoy agradecido por el gran don de la expiación y de la gracia hacia sus hijos, “Porque de tal manera amó Dios al mundo que ha dado a su Hijo Unigénito, para que todo aquel que en él cree no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él” (Juan 3:16–17). No creo que realmente podamos comprender ese amor tan profundo de un Padre amoroso hacia cada uno de sus hijos. Es por eso que cuando usamos la religión como una excusa para odiar y juzgar en vez de amar, los cielos se llenan de lágrimas.

3. Estoy agradecido por las Sagradas Escrituras. De niño, mi madre me enseñó a orar. Mi padre compartió conmigo su amor por la Biblia. A los 19 años leí el Libro de Mormón de tapa a tapa en un período de cuatro días. Siempre fui un joven feliz, pero la lectura de ese libro cambió mi vida. Mi corazón de piedra fue transformado en uno de carne. Por medio del Libro de Mormón llegué a verdaderamente conocer a Jesucristo y del gran amor del Padre por cada uno de sus hijos. En los momentos más importantes de mi vida el Libro de Mormón me ha entregado la paz y el entendimiento que necesitaba.

4. Antes de conocer a La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, como estudiante de agronomía en la Universidad de California, venía caminando de vuelta hacia mi dormitorio. Había participado en una práctica de cueca para la Noche Internacional de la Universidad. Pronto me tocaría representar a Chile ante cientos de personas. Oí música en uno de los departamentos vecinos al mío y entré como paracaidista a una fiesta. Ahí, en un rincón, vi a la chiquilla más linda del mundo. Me extrañé que ella era la única que no tenía un trago en su mano. La invité a bailar y le pregunté por qué ella no bebía. Me contestó que era miembro de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. El Espíritu, en ese mismo instante, me susurró, “Este es el tipo de mujer con el cual deberías casarte”. Nos casamos cuatro años más tarde, no sólo por esta vida, sino que por toda la eternidad, en el Templo de Oakland, California. Mi linda esposa es el amor de mi vida y no puedo respirar sin ella. Linda es la madre de mis cuatro hijos maravillosos: David, Andrea, Miguel y Cristina. Siento un gran amor por cada uno de ellos. Estoy asombrado por el desarrollo y maduración que veo en cada uno. También deseo agradecerle al Padre por diez nietos que me traen una alegría sin nombre al corazón. Aunque me gustaría nombrar a cada persona de mi familia directa y política por nombre, me contentaré con decir que estoy eternamente agradecido que las familias pueden ser eternas. Que el matrimonio puede ser no sólo por esta vida, sino que por toda la eternidad. Me hubiera gustado esperar a que por lo menos fuera lunes en Israel para subir estas palabras de agradecimiento, pero no me aguanto. Ya es lunes en el bello país de Nueva Zelanda y con eso me basta.

5. Hoy quiero agradecer algo inusual, el hecho que he vivido con el beneficio de algunos síntomas del síndrome de Asperger, que entre otras cosas, incluyen un interés marcado en ciertos temas. Si bien este síndrome también está acompañado por comportamientos no tan positivos, pienso que aún éstos me han bendecido y deseo agradecerle a un Padre amoroso tanto por lo positivo y lo difícil asociado con el síndrome. Tendré que seguir trabajando para sobreponerme sobre aquellas cosas negativas. Pero en esta nota de agradecimiento voy a enfocarme en lo apasionando que soy por las cosas que me gustan. Uno de los dones asociados con el síndrome es el de poder ver patrones, lo que me ha servido toda la vida. Mi primera pasión fue la equitación, y después de treinta años terminé mi primer libro, A Passion for Dressage (la pasión por el adiestramiento). Cuando trabajé para la Universidad de California, nunca comprendí por qué me pagaban para hacer algo tan entretenido. Con la ayuda del Espíritu pude desarrollar varios modelos importantes relacionados con la mediación de conflictos de índole interpersonal, sistemas de selección de personal, sistemas de pago a trato y sistemas de control de calidad. Escribí dos libros, algunos de ellos han pasado por múltiples ediciones. Uno de los grandes beneficios del síndrome de Asperger es mi amor por el aprendizaje. Mi biblioteca personal es extensa y le dedico horas al estudio cada día. Esta última década he estado estudiando el hebreo Bíblico. Tanto el estudio de la Biblia hebrea en general, los libros proféticos de la Biblia e Isaías, en forma más específica, se intensificaron aún más en 1983, al leer una escritura en el Libro de Mormón: “Y he aquí, ahora os digo que debéis escudriñar estas cosas. Sí, un mandamiento os doy de que escudriñéis estas cosas diligentemente, porque grandes son las palabras de Isaías” (3 Nefi 23:1). Sentí que el Señor deseaba que estudiara mis raíces judías. Al hacerlo, estas cosas me han permitido testificar con aun más fuerza sobre la divinidad de Jesucristo, la verdad del Evangelio Restaurado, y la grandeza del profeta José Smith. Estas cosas están detalladas en el libro Isaías testifica de Cristo, el que me tomó más de veinte años para terminar. Sí, me encanta estudiar y le agradezco a un Padre amoroso por el síndrome de Asperger.

6. Quiero agradecerle al Padre por darnos profetas vivientes. De todos los profetas de esta última dispensación, pienso que conozco mejor a los profetas José Smith y Brigham Young. Tengo un amor muy profundo por estos dos hombres Dios. He cuidadosamente estudiado las asombrosas vidas y enseñanzas de todos los profetas de esta última dispensación. Tengo un afecto muy especial por el Presidente Russell M. Nelson y su amor por el recogimiento de Israel de ambos lados del velo. Aunque generalmente tengo confianza en mi comprensión del Evangelio de Jesucristo, en varias ocasiones he tenido que cambiar mi punto de vista para que se conforme mejor a las enseñanzas de estos mensajeros de Dios. Inclusive, tanto en mi comprensión del Evangelio como en asuntos de política y diario vivir, es mi gran deseo el ser fiel a las palabras y enseñanzas de estos líderes. En vez de apoyar un partido político, por ejemplo, me gusta medir a los candidatos en su totalidad en cuanto a cómo sus opiniones concuerdan con las enseñanzas de nuestro Salvador Jesucristo y sus servidores los Profetas y Apóstoles. No quiero estar a un milímetro a la derecha o a la izquierda de ellos. Deseo recalcar que esto ha significado el tener que hacer ajustes en mis opiniones. Y en algunos casos, cambios drásticos. Estas trasformaciones siempre han requerido sentimientos más cariñosos y amables hacia mis prójimos. A intentar el vivir sin emitir tanto juicio de valor y aumentar el amor puro de Cristo en mi vida. Siento una gran paz y tranquilidad al hacerlo.

7. El terremoto del 2010 destruyó la casa de mi madre, en San Javier de Loncomilla, Séptima Región. Nosotros teníamos un viaje programado a San Javier para pasar mi tercer año sabático de la Universidad de California. Mi tarea sería escribir la segunda edición del libro Mediación Interpersonal (ahora estoy terminando la 6ta edición). Le pedí a Linda, mi esposa, que ahora que la casa de mi madre estaba destruida, que ella encontrara el lugar más lindo de Chile para que arrendáramos y pasáramos el sabático. Linda encontró un lugar en Llanquihue, Región de los Lagos. Realmente, la copia feliz del Edén. En julio llegamos a Santiago y pasamos un tiempo antes de partir al sur. Un día estábamos almorzando en la casa de uno de mis hermanos. Mi cuñada le preguntó a mi esposa, que cómo era posible que fuéramos a vivir tan lejos de la familia, en el sur. Linda le contestó que, aunque no los conocíamos todavía, que en el sur nos esperaba una gran familia dentro de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Y así fue. Siempre que viajo, desde Uganda, África; a Voronezh, Rusia; a Christchurch, Nueva Zelanda; y otros lugares del mundo donde he viajado, me he sentido en familia. La Iglesia es una familia global en que todos están bienvenidos, sin importar si son miembros o no. Verdaderamente se cumplen los mandamientos del Salvador, el de visitar y ministrar a los enfermos, de reír con los que ríen y llorar con los que lloran. Yo he sido el privilegiado recipiente de estas visitas en los momentos más difíciles de mi vida. Y he formado vínculos tan estrechos de amor y cariño con personas en los varios lugares en los que he vivido. Especialmente en Modesto, California (donde asistí a una rama hispana con hermanos de México, El Salvador, Honduras y otros países) y en San Javier y Llanquihue. En esta séptima nota de agradecimiento, deseo agradecerle a un Padre amoroso por estos amigos y por la gran familia global que es La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.

1 Comment

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