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Opinión y estudio del evangelio

¿Desea lograr un matrimonio Celestial? 

¿Desea lograr un matrimonio Celestial?

Poco después de unirme a La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, intenté compartir el evangelio de Jesucristo con mis familiares y seres queridos. Estoy muy enamorado de mi esposa y pensé que las personas se entusiasmarían al saber que el matrimonio puede ser eterno, o sea, no sólo por esta vida, sino que por toda la eternidad. Ese conocimiento me trae un gozo inmenso. Por eso me sorprendí con la respuesta, “Yo apenas aguanto a la mía por esta vida”.

Antes de entrar de pleno en el tema del matrimonio, quisiera compartir un principio relacionado al perdón. En el Antiguo Testamento los profetas enseñaron la ley de Moisés: “ojo por ojo, diente por diente” (Éxodo 21:24). Algunos piensan que esta es una ley muy primitiva, pero es porque no la comprenden. Aquí el Señor enseña que no debemos retornar un mal mayor al que hemos recibido. Es un precepto que somos aptos a violar constantemente. Cuando pensamos que alguien nos ha hecho un mal, queremos devolverle el favor con creces. Me gusta pensar que esta es la ley Telestial.

Mucho mejor, es responder en nuestras mentes con la expresión Bíblica, “Juzgue Jehová entre yo y tú” (1 Samuel 24:12). Aquí estamos diciendo, efectivamente, que nosotros no devolveremos la mala jugada pero que lo dejamos en las manos del Señor, para que sea Él quien provea el castigo en vez de nosotros. Por supuesto en esta opción se encierra nuestro pensar que la culpa no fue mía. Sin embargo, es mil veces mejor que la ley Telestial, y se asemeja a la ley Terrestre.

Fue el Señor mismo, en cambio, el que nos proporcionó un ejemplo perfecto, lo que constituye la ley Celestial. “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen” (Lucas 23:34). No hay nada más sublime que orar para que el Padre perdone el mal que alguien nos haya hecho. Creo que sólo si estamos avanzando en el proceso de comprender la expiación de Cristo podemos orar y perdonar de esa manera.

Podríamos preguntarnos algo parecido en cuanto a nuestros matrimonios. ¿Estamos viviendo en un matrimonio Telestial, Terrestre o Celestial? Aunque no lograremos llegar a tener un matrimonio perfectamente Celestial aquí en la tierra, sí podemos ir paulatinamente acercándonos al mismo. No ocurrirá de la noche a la mañana. Estoy tratando de ser la persona que todavía no soy, pero que algún día espero llegar a ser. Mientras que sigamos intentándolo, iremos en un buen camino.

Campamento enemigo

A nuestros hijos solemos perdonarles todo y tenemos un amor incondicional hacia ellos. La relación con nuestro cónyuge es más desafiante. “En el caso de interactuar con desconocidos, es común que mostremos nuestro mejor comportamiento. En nuestro afán por mantener las apariencias preferimos callar cuando las cosas no van bien. Podemos soportar por mucho tiempo antes de atrevernos a plantear un asunto. Esto ocurre especialmente durante lo que comúnmente llamamos el ‘período de cortejo’. En lugar de decir las cosas directamente, a menudo intentamos insinuarlas. Encontramos que es más fácil barrer los problemas bajo la alfombra psicológica, hasta que llegamos a tropezarnos con el montón de molestias. Las lunas de miel tienden a terminar. En algún momento ‘la conducta de cortejo’ queda a un lado. Después de esta transición puede que nos sea demasiado fácil decirle a nuestro cónyuge … exactamente cómo debe mejorar” (Billikopf, Mediación Interpersonal, 2016).

Cuando alguien se interpone entre nosotros y nuestros deseos solemos colocar a esa persona en el campamento de nuestros enemigos. La hermana Wendy Nelson nos ha dado una clave para evitar estos sentimientos negativos en un discurso profundamente espiritual, los primeros cuatro minutos (en este enlace se encuentra entre los minutos 31:11 y 47:02).  

La luna de miel no tiene por qué terminar

Volviendo a la luna de miel, y a nuestro período de cortejo, estos no tienen por qué terminar. Atrévase a soñar. Para no alargar mucho esto artículo, me gustaría compartir sólo dos conceptos adicionales para su consideración.  

  1. Es mejor dar nuestro 100% en vez de pensar que yo sólo debo dar el 50% y mi cónyuge el otro 50%. La única persona que podemos cambiar es a nosotros mismos. Podemos considerar, entonces, ¿qué cambios podría hacer yo para complacer a mi cónyuge?
  2. Todos los sentimientos negativos (o positivos) nacen de las narrativas que nos contemos a nosotros mismos. Si deseamos responder en vez de reaccionar, podemos buscar narrativas más positivas, tal como la consideración de las posibles necesidades insatisfechas de nuestro cónyuge. Cómo otros reaccionan hacia mí es más bien un reflejo de ellos que mío; cómo reacciono yo hacia ellos es más bien un reflejo mío que de ellos.

Recordemos que el adversario intenta fomentar el orgullo y al mismo tiempo destruir nuestra auto estima. Esas son dos de sus herramientas más potentes para destruir el matrimonio.

Conclusión

Cuando mi querida esposa sale de la casa, la acompaño al auto para despedirme. No sé hasta cuando el Señor me permita tener su linda compañía aquí en la tierra y es algo que nunca doy por hecho. Puedo afirmar que el amor y respeto entre nosotros ha ido creciendo a través de los años. Y que ella es la principessa de mi vida.

En 2 Nefi 2:25 leemos, “Adán cayó para que los hombres existiesen; y existen los hombres para que tengan gozo.” Ese gozo sólo se completa, cuando hemos sido sellados en el Templo del Señor y cuando estamos trabajando para que el Santo Espíritu de la Promesa ratifique nuestra unión eterna.

Fotografía

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