Cada 24 de Julio se conmemora el Día de los Pioneros, en honor a aquellos santos de los últimos días que, expulsados de Nauvoo, cruzaron llanuras y océanos hasta hallar en el valle del Lago Salado un lugar donde adorar y vivir la fe en libertad.
La mayoría de los santos realizaron su viaje al oeste sin mayores contratiempos, no obstante, hubo dos grupos que sufrieron las inclemencias del clima, seguido de la falta de suministros que llevaron al fallecimiento de más de dos centenares de santos en el viaje; son las compañías de carros de mano de Willie y Martin. Muchos de los miembros de la Iglesia conocen estas historias, las cuales se han vuelto más conocidas por la película 17 Milagros en la cual se relata parte de su viaje. Hoy quiero hablarles de otro grupo cuya historia merece ser contada.
El Brooklyn y su cruce por los océanos Atlántico y Pacífico
Entre aquellos miembros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días que respondían al llamado del profeta Brigham Young de dirigirse al oeste hasta encontrar un nuevo lugar para establecerse, hubo un grupo, liderado por el élder presidente de Nueva York, Samuel Brannan, que tiene una historia particular.
Zarparon el 4 de febrero de 1846, en el barco Brooklyn, desde el puerto de Nueva York, en dirección sur para luego cruzar el Cabo de Hornos, ingresar al océano Pacífico y así dirigirse al extremo oeste de los Estados Unidos, específicamente a San Francisco, que en ese entonces era conocido como Yerba Buena donde atracaron el 31 de julio de 1846.
Viajando de esta manera, planearon esquivar las inclemencias del clima. Sin embargo, en altamar se encontraron con vicisitudes similares a las que experimentaron los santos que cruzaron por tierra. Incluso, una tormenta los arrastró hasta las costas de África Occidental cerca de Cabo Verde.
El cambio de clima por el cruce de los trópicos y las condiciones de hacinamiento fueron algunas de las tribulaciones por las que tuvieron que pasar a lo largo de casi 39 mil kilómetros de viaje.
El grupo de miembros de la Iglesia que fueron como pasajeros estaba conformado por 70 hombres, 68 mujeres y 100 niños, de los cuales fallecieron 12 en el viaje, la mayoría de por escarlatina.
No obstante, hubo dos nacimientos durante el viaje, un niño que recibió el nombre de Atlantic debido a que su nacimiento se produjo en el Atlántico y una niña que recibió el nombre de Pacific pues su nacimiento se dio a días de haber arribado allí.
El primer sermón santo de los últimos días en Sudamérica
Ya en el océano Pacífico en dirección al puerto de Valparaíso, la tormenta los obligó a cambiar su rumbo hacia el archipiélago de Juan Fernández, territorio chileno. Esto permitió que Laura Goodwin, quien perdió la vida tras una caída sufrida a bordo, sea la única persona en ser sepultada en tierra durante el viaje. Su servicio fúnebre se convertiría en el primer sermón santo de los últimos días predicado en Sudamérica.
Las bendiciones temporales también se hicieron presentes en el desembarco en Juan Fernández, ya que durante los seis días que permanecieron allí lograron recolectar 10 mil galones de agua y demás suministros para el viaje.
Honolulú, a un paso de la meta
El 20 de junio de 1846 (a 136 días de haber zarpado de Nueva York) los santos ya habían llegado a Diamond Head (Honolulú) en las islas Sandwich, hoy conocidas como Hawái. Allí los santos fueron muy bienvenidos por los locales, quienes veían como una oportunidad de desarrollo comercial el hecho de que industriosos migrantes fueran a poblar California. Estando en Honolulú, los santos se enteraron que los territorios del oeste (noroeste mexicano, actual oeste de EE. UU.) entraron en disputa por vía bélica, por lo cual los hombres empezaron entrenamiento militar por si era necesario involucrarse en la guerra.
San Francisco, el destino y la prosperidad
El Brooklyn llegó a destino el 31 de julio de 1846 y fue anclado en Yerba Buena, aproximadamente en el lugar donde ahora se encuentra el ferry Building, a casi un año antes de la llegada de los santos al valle de Lago Salado.
Al llegar a Yerba Buena, los santos de los últimos días representaban el doble de la población local. Esto hizo que los miembros de la Iglesia tuvieran un rol clave en el desarrollo del poblado.
Entre sus aportes encontramos del primer diario impreso (The California Star) y el primer banco. Todas estas menciones de la mano de Samuel Brannar, a quien también se le atribuye ser el primer oficiante de una boda no católica, primer sermón no católico en inglés y además ser el primero en anunciar el descubrimiento del oro en California, lo que después sería reconocido como “La Fiebre del Oro”.
También se menciona que este grupo de santos fue el primer grupo de migrantes de mujeres y niños en cruzar el Cabo de Hornos, el primer grupo de migrantes anglosajones en llegar por agua a California y el primer grupo de colonos en llegar después de que los Estados Unidos tomara el territorio. Fueron pioneros con todas las letras.
Un año después de la llegada de los santos a San Francisco, Brigham Young llegaría al valle del Lago Salado, momento en el que Samuel Brannan intentó persuadir al Profeta para que el destino de los santos fuera San Francisco. Sin embargo, el profeta hizo caso omiso a su pedido. Tiempo después, falleció en el poblado de Escondido (California).
A pesar de que terminó sus días alejado de la Iglesia, es loable reconocer todos los aciertos que Brannan tuvo en su liderazgo durante el viaje de los santos y el desarrollo de San Francisco. Así pues, vemos como el brazo del Señor estuvo presente en esta travesía pionera que involucró cruzar dos océanos, despedir seres queridos, desembarcar en tierras desconocidas y en el establecimiento en un poblado mayormente rural donde el trabajo de los santos puso las bases de unas de las ciudades más grandes y prosperas de Estados Unidos.
Feliz día de los pioneros a 177 años de un legado de fe y de intrepidez.