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[Discurso completo] Élder González: «La libertad religiosa en el proceso constituyente» 

[Discurso completo] Élder González: «La libertad religiosa en el proceso constituyente»
El élder Walter F. González, discursando en el Salón de Honor del Ex Congreso Nacional de Santiago el 25 de julio de 2016. | Iglesia SUD.

SANTIAGO, Chile — El élder Walter F. Gonzalez, de los Setenta y presidente del Área Sudamérica Sur, durante su discurso del pasado lunes 25 de julio en cuanto a la libertad religiosa dentro del proceso constituyente que se desarrolla en el país, en el Salón de Honor del Excongreso Nacional de Santiago.

El presidente de área se dirigió a un auditorio compuesto por miembros y líderes de la Iglesia, además de autoridades de Gobierno encabezadas por Marcelo Díaz, Ministro Secretario General de Gobierno, y el diputado Gabriel Silber (DC), presidente en ejercicio de la Cámara de Diputados.

A continuación, el texto del discurso completo el cual fue compartido por la Sala de Prensa Mormona.

La libertad religiosa en el proceso constituyente

Élder Walter F. González
Presidente del Área Sudamérica Sur
Santiago de Chile
25 de julio de 2016

Me encuentro sumamente agradecido por esta oportunidad que tenemos de expresar nuestros pensamientos en representación de los miembros de la Iglesia en Chile y de alguna manera contribuir al dialogo social que se puede reflejar en la futura constitución de Chile.

Mi nombre es Walter González, soy de nacionalidad uruguayo y sirvo como presidente del Área Sudamérica Sur de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.  Esta área comprende a los países de Chile, Argentina, Paraguay y Uruguay.

Tenemos aproximadamente 550.000 miembros de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días en Chile.  Asimismo, tenemos 606 congregaciones individuales, cada una de ellas dirigida por un obispo laico que no recibe ninguna remuneración económica.

Uno de los principios que es clave en nuestro pensamiento es el de la libertad religiosa o libertad de culto como una manifestación del principio de libertad de expresión. Los principios correctos traen beneficios para la vida en sociedad y para la prosperidad de las naciones. Por este motivo, creemos que este tipo de principios deben ser protegidos por el marco legal.

La importancia de la libertad religiosa o libertad de creencia ha sido reconocida desde la fundación de la República de Chile. En 1818, el Padre de la Patria Bernardo O’Higgins dijo: “Los países cultos han proclamado abiertamente la libertad de creencias e importaría tanto proclamar en Chile una religión excluyente como prohibir la emigración hacia nosotros de multitud de talentos y brazos útiles de que abunda el otro continente”.

Don Bernardo O’Higgins reconoció que la fuerza y la vitalidad futura de Chile dependerían tanto del libre ejercicio de creencias religiosas como de la energía y los talentos de los migrantes que enriquecieran –y enriquecen– la sociedad chilena.  Él tenía razón, como se ha demostrado en los últimos dos siglos de la historia chilena. Yo soy uruguayo y me gusta ver que este pensamiento de O’Higgins era compartido por otros héroes nacionales. José Gervasio Artigas, héroe nacional uruguayo, expresó: “Se promoverá la libertad civil y religiosa en toda su extensión imaginable”.

Nuestra postura como Iglesia está en línea con dichos pensamientos.   Apoyamos la libertad religiosa en todo el mundo.  En un discurso en la Universidad de Oxford justo el mes pasado, el élder Dallin H. Oaks, uno de nuestros apóstoles y anteriormente un profesor de derecho y ex magistrado, declaró que “las libertades que la religión procura proteger son de Dios y son inherentes y dadas por Dios, pero son implementadas a través de relaciones mutuamente complementarias con los gobiernos que buscan el bienestar de todos sus ciudadanos”.  El élder Oaks señaló que los adherentes de una religión deben “obedecer las leyes y respetar la cultura del país que asegura sus libertades”.

Un principio fundamental de nuestra profesión de fe es la creencia en “obedecer, honrar y sostener la ley”. Hemos notado que las leyes que protegen la libertad religiosa tienen en común principios tales como el  conceder a todas las personas el privilegio de adorar cómo, dónde o lo que deseen adorar, si así lo decidieran. El límite de este privilegio o derecho debe ser jurídicamente determinado para no atentar contra las buenas costumbres y la moral pública.

Según lo que previó Don Bernardo O’Higgins, la diversidad de las religiones trae talento y energía a la sociedad.  Hay un fuerte sector privado y social de obras benéficas en Chile y otros países de la región, originado y patrocinado principalmente por organizaciones de carácter religioso.  Estas obras incluyen la educación, la salud a través de hospitales, la asistencia a los pobres y muchas otras obras de beneficencia de gran valor y significado para la sociedad. También la libertad religiosa es clave en la transmisión de principios y valores de una generación a la otra. Es una manera de fortalecer a la generación creciente y preservar los principios morales que han hecho grande  a nuestras naciones.

En esa línea, la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimas días es una de las muchas tradiciones de fe que hoy conviven en Chile, y cuyos miembros enriquecen a la sociedad chilena a través de sus vidas y obras.  Nuestra Iglesia tanto en Chile como en otras naciones participa activamente en la transmisión de valores que edifican a la sociedad y hacen prosperar a las naciones. Algunos ejemplos de nuestra contribución a la sociedad incluyen los siguientes:

La Iglesia ha proporcionado ayuda humanitaria frente a los desastres naturales sin importar la afiliación religiosa de las víctimas, incluyendo a las comunidades afectadas por los aluviones devastadores en el norte de Chile en 2015, los incendios en Valparaíso en 2013 y 2014,  y el terremoto de Concepción en 2010.

Nuestra Iglesia además administra un programa de bienestar para proporcionar ayuda temporal, espiritual y de preparación para el futuro.  Un aspecto importante de este programa es facultar a los miembros de la Iglesia para llegar a ser autosuficientes en beneficio de sí mismos, de sus familias y de la comunidad. En Chile la Iglesia cuenta con 51 Centros de Autosuficiencia donde se enseñan principios espirituales y prácticos que pueden ayudar a los individuos a mejorar no solamente su educación sino a conseguir mejores empleos o convertirse en emprendedores.

Además de estos centros de autosuficiencia, lo más importante es enseñar principios y valores en el seno de la vida familiar. La libertad religiosa es clave para que las familias puedan enseñar valores tales como el servicio a otros, el no robar, no matar, ser honesto con nuestros semejantes, orar a Dios y saber que somos responsables ante Él por nuestra conducta. El estado no tiene la capacidad para controlar todas las conductas de sus ciudadanos. Por ende, el ciudadano debe controlarse a sí mismo en muchos aspectos.  Los valores religiosos guían al ciudadano en ese autocontrol.  De este modo, la religión es aliada del estado para lograr los objetivos del bienestar común y contribuir a la prosperidad de la sociedad.

En Chile tenemos aproximadamente 2.000 jóvenes que comparten con los chilenos nuestras creencias referentes a valores y principios para mejorar nuestras vidas, las vidas de nuestras familias y de la sociedad en general. Estos jóvenes misioneros  son hombres y mujeres jóvenes de Chile y de otras partes del mundo que dedican de 18 meses a dos años de servicio de tiempo completo. Estos jóvenes dejan familias, amistades, estudios, trabajo para venir a servir a los chilenos. Hemos aprendido que después de este tiempo de servicio se convierten en los mejores embajadores de Chile diseminados por todo el mundo.

Es fundamental que la religión se pueda practicar en la vida privada y también en la vida pública bajo la protección de la ley. Para nosotros la familia es la unidad básica de la sociedad. La divina institución del matrimonio fue establecida por Dios desde el comienzo y es fundamental para la transmisión de principios y valores.

Por tratarse de un derecho fundamental de los seres humanos y un baluarte de cada sociedad, la libertad religiosa necesita estar protegida en un estado de derecho. Las naciones ya han comenzado a hacerlo. Otros Estados han reconocido su importancia, y buscado adoptar medidas concretas para su aseguramiento, comenzando por reconocer su importancia como parte de una sana convivencia social. Así, por nombrar algunos ejemplos la Cámara de Diputados de Brasil recientemente ha organizado una coalición parlamentaria para la libertad religiosa, cuyo principal promotor es el Diputado Moroni Torgan, un respetado legislador que profesa la fe mormona.  Canadá ha establecido un Departamento de Libertad Religiosa.  La Unión Europea ha publicado pautas sobre la libertad religiosa en sus estados miembros.  El Reino Unido tiene un grupo parlamentario formado por todos los partidos sobre la libertad religiosa en su país.  De manera similar, se me ha informado que también existe un grupo de trabajo sobre libertad de creencia o religión en el parlamento europeo.

Estamos seguros y confiados que muchas naciones tienen y seguirán aprobando leyes para la protección de la libertad religiosa lo cual se verá reflejado en leyes que protejan la unidad familiar y la práctica religiosa publica siempre y cuando no menoscabe el orden y la moral pública. Por ejemplo la separación del estado y la religión parece ser una de las formas de garantizar la libertad religiosa.

Creemos en la separación de la iglesia del Estado. Como dijo el Cardenal Tarcisio Bertone, secretario de Estado del Vaticano, «Que exista la separación entre Estado e Iglesia no significa que haya desconocimiento, ni mucho menos enemistad, entre ambos. Es fundamental distinguir entre la sana laicidad del Estado, por la que éste se mantiene neutral en las cuestiones religiosas, facilitando que sean los ciudadanos quienes expresen libremente su sentir religioso en la vida social, y el laicismo de Estado, por el que éste se arrogaría la facultad de coartar la expresión social de la vida religiosa, inmiscuyéndose por tanto en ésta”.  Por ejemplo, la exención del pago de impuestos y la deducción de donaciones a las iglesias confirma que el Estado no debe tener poder sobre ellas. Todas las iglesias deben ser consideradas iguales al amparo de la ley.  Esto también alcanza a las leyes laborales, al servicio militar de religiosos, etc. Todos temas sobre los cuales gustosos podemos dar nuestro punto de vista en forma puntual en futuras ocasiones.

Estamos agradecidos a los líderes del gobierno que se dedican a proteger el derecho de toda persona de adorar de acuerdo a su propia conciencia, de expresarse libremente, y de conceder a toda otra persona el mismo derecho. Nuestra Iglesia está muy agradecida por la ley de cultos chilena, la cual en nuestra opinión es muy progresiva y justa. Los beneficios de esta ley deberían ser respetados y mantenidos en toda nueva legislación o cláusula constitucional. Nuestros miembros chilenos aceptan y continuarán aceptando gustosos toda participación en este proceso constituyente especialmente en todo esfuerzo por proteger la libertad religiosa.

Termino mis palabras haciendo propios los sentimientos de Gabriela Mistral, quien dijo que la religiosidad es sugestión de una noble grandeza”.  La libertad de culto en Chile es verdaderamente fundamental a la grandeza del carácter chileno y esperamos que ella no sólo subsista, sino que sea fortalecida.

Imagen destacada: El élder Walter F. González, discursando en el Salón de Honor del Ex Congreso Nacional de Santiago el 25 de julio de 2016. | Iglesia SUD.

1 Comment

  1. Renato Vigueras Salas

    Que importante la disposicion de los lideres del Area Sudamerica sur de hacer indicaciones de la libertad de cultos a travas de la histaria de nuestra pais, y el esfuerzo que la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Ultimos Dias a demostrado en ayudar al projimo cuando se producen desastres naturales y provocados por personas. Esperando que las demas congregaciones tengan una postura con rellacion a una nueva constitucion en que el estado asuma su responsabilidad de los derechos de proteger, apoyar a sus ciudadanos, sin tener que ser usado como bandera de proselitismo personal de los politicos o aprovecharse de los beneficios sin aportar nada.-

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