“Oramos por quienes sufren”, dijo el presidente Nelson, pero también manifestó a nombre de la Iglesia “nuestro profundo deseo de ser parte de la solución”.
En un video publicado 14 de marzo de 2020 por Russell Nelson, presidente y profeta de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos días, en sus redes sociales, compartió un mensaje de esperanza y optimismo con el fin de subir la moral de los más de 16 millones de miembros de la Iglesia alrededor del mundo en medio de la pandemia por el nuevo coronavirus y también para invitarles a adorar en sus propios hogares.
La invitación a adorar y estudiar el evangelio en casa no fueron solo palabras, sino que estuvieron acompañadas con radicales medidas tomadas a tiempo para resguardas a miembros, misioneros y la población en general en donde la Iglesia tiene presencia. Esto dista de la poca efectividad que han tenido muchos gobiernos a la hora de contener la pandemia. Hasta ahora, no se han reportado misioneros contagiados ni focos de contagio en propiedades de la Iglesia.
El mundo recién está aprendiendo sobre esta nueva enfermedad. El COVID-19, producido por el virus SARS-CoV-2, comienza a mostrar su comportamiento patológico y epidemiológico en la medida que el virus cruza frontera y, lamentablemente, las decisiones para contener la propagación del virus se deben tomar con poca información.
Pero el tener poca información no es excusa para no tomar medidas. Aunque era poca, ya teníamos la suficiente.
El 23 de enero, el gobierno chino puso en cuarentena la ciudad de Wuhan (ciudad donde se originó el virus) cuando los contagiado ya llegaban a los 639 en China Continental, la cual se extendió a todas las ciudades de la provincia de Hubei. Esto fue el comienzo de una serie de medidas de aislamiento, campañas de higiene e inyección de recursos públicos, para controlar la crisis,entre otros. Los quepermitieron que a mediados de febrero la cantidad de altas médicas superaran los nuevos casos de contagio. Hoy día, COVID-19 se considera “controlado” en China, aunque está lejos de acabar.
El 29 de enero la Iglesia de Jesucristo emitió su primer comunicado sobre el COVID-19 indicando que, aunque no hay misioneros sirviendo en China Continental, se instruyó a los misioneros en todo el mundo que tomaran medidas de higiene y salud para cuidarse de enfermedades respiratorias. El mismo día, la Iglesia informa que donaría a China equipos de protección médica.
El 4 de febrero, cuando en Hong Kong se contabilizaban sus primeros 18 casos, la Iglesia sacó a todos sus misioneros de dicho territorio y de Macao.
Ya el 21 de febrero, cuando en Taiwán se contaban 26 casos y en Corea del Sur 156, la Iglesia decidió cerrar los templos de Taipéi y Seúl, y mandó a los misioneros en dichos países, además de Camboya, Singapur, Tailandia y Mongolia a no salir de sus departamentos y, quienes terminaran sus misiones y volvieran a casa, realizaran una cuarentena de 14 días en su hogar. Además, se informó que en varios lugares del mundo se habían suspendido las reuniones dominicales.
Y así se fue adelantando la Iglesia a las medidas de prevención de los gobiernos y pidió a los líderes religiosos locales que instaran a sus fieles en todo el mundo las recomendaciones de salud entregadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS). “Hay sabiduría en tomar los siguientes pasos para permanecer sanos”, decía el comunicado.
El 27 de febrero la Iglesia suspendió la sesión de líderes de la conferencia general, programada para la primera semana de abril en Salt Lake City, y solicitó que los miembros del resto del mundo no viajaran a las sesiones generales del mismo fin de semana. En ese momento habían solo 15 en los Estados Unidos.
Así día a día la Iglesia continuó tomando medidas hasta el día de hoy, pasando por la suspensión total de los servicios de adoración en todo el mundo, cerrando temporalmente más de 40 templos a nivel mundial y permitiendo un uso muy limitado del resto de los 168 templos en funcionamiento. Sin duda, la Iglesia de Jesucristo fue una de las primeras organizaciones mundiales en aplicar el distanciamiento social.
El domingo pasado, todos los santos de los últimos días alrededor del mundo adoraron en sus casas y se ha pedido que se continúe así y que no se realicen otros tipos de reuniones hasta nuevo aviso. No obstante, se solicitó a los líderes locales que estén muy atentos a las circunstancias de los miembros de las congregaciones en cuanto a su bienestar espiritual y temporal.
La experiencia en Europa nos muestra que las medidas tardías de aislamiento pueden ser fatales. Nos hemos dado cuenta, por la experiencia asiática y europea, que dar recomendaciones de autoaislamiento a la población general son insuficientes. Aunque veamos que en algunos casos las cuarentenas regionales puedan también ser insuficiente (como sucede con Italia), si sabemos que ningún país ha tenido sin aplicar fuertes medidas para restringir el tránsito de sus ciudadanos y asegurarse que así sea. Por otro lado, la información y atención oportuna también han sido clave en los países que han tenido un mejor comportamiento en el manejo de la crisis sanitaria.
En algunos países, como Reino Unido y otros en América Latina, el tomar medidas drásticas para restringir el desplazamiento y aglomeraciones de personas se han visto retrasadas. Sea que esta situación se deba al clima político local, falta de proactividad o falta de voluntad ejecutiva, el avance de este virus no perdona. Es evidente que los números de casos confirmados reflejan solo una porción de la cantidad real de contagios y que el virus se expande a un ritmo mayor al que es posible registrar. Las muertes serán inevitables.
En Latinoamérica podemos ver los siguientes casos: En Perú, el 15 de marzo, con 86 casos confirmados, se decretó estado de excepción para una cuarentena general; en Paraguay, el 10 de marzo, con 2 casos confirmados, se declaró en cuarentena y se han ido aplicando medidas adicionales con el transcurso de los días. En la mayoría de los otros países latinos se han aplicado solos suspendido las clases y cerrado los locales de entretención y otros.
Caso diferente son los siguientes: En Brasil, con 367 casos confirmados y un fallecido, no ha aplicado medidas; en Chile, con 238 casos confirmados, que es el país con la expansión más rápida del virus per cápita, se declaró estado de excepción pero no se ha restringido el libre tránsito; en Argentina, con 79 casos confirmados incluyendo 2 muertes, no se han aplicado medidas mayores; en México, con 93 casos confirmados, no ha aplicado mayores medidas; en Uruguay, con 50 casos confirmados, no ha tomados mayores medidas.
El caso más impactante es europeo, el Reino Unido, donde no se sabe la cantidad concreta, pero se cree que hay más de 55 mil casos, 60 muertes, mientras que el primer ministro Boris Johnson apuesta a una “inmunidad colectiva” luego que haya un contagio masivo en la población por lo que el Servicio Nacional de Salud se prepara para recibir las urgencias.
En virtud de la estabilidad económica, algunos pretenden sacrificar a los miembros más débiles de nuestra sociedad para no ver mermadas las operaciones comerciales, en un dramático vuelco a la selección natural propuesta por Darwin de la “sobrevivencia del más fuerte” (o del más jóvenes, o del más adinerado), dejando de lado los principios transversales de empatía, cuidado mutuo y amor al prójimo, los cuales nos forman como sociedad y nos deberían definir como tal. Estamos recién aprendiendo de esta nueva enfermedad. Esta semana salieron estudios de casos en que jóvenes adultos quedaron con secuelas crónicas luego de ser sanados del COVID-19 y en varias regiones asiáticas se han confirmado casos en que pacientes dados de alta volvieron a contagiarse con el SARS-CoV-2. En estas condiciones, cada minuto de demora significan más contagios, más personas con secuelas irreparables, más muertes.
Es una cosa que los líderes de la Iglesia de Jesucristo entendieron desde un principio: es mejor adorar desde casa. Algunos países aún no comprenden que, sacrificar vidas no ayuda a la estabilidad económica, ya que los enfermos no puedes trabajar… y los muertos tampoco.
Gracias por el artículo de la Editorial de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, que da información precisa y uno de nuestros principios es la obediencia a las leyes y mandamientos del Señor y de nuestro respectivo gobierno…nos están educando suficiente y es nuestra decisión atender todas las recomendaciones o sufrir las consecuencias. Saludos fraternales, sigo las instrucciones que emanan de la Primera Presidencia y de los líderes tanto generales como locales.