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Opinión | El capitán Moroni, el élder Hales y la maldad 

Opinión | El capitán Moroni, el élder Hales y la maldad

Lo cuento como una bendición haber vivido mientras Robert D. Hales era miembro del Cuórum de los Doce Apóstoles.

Es una de las ventajas de esta barba canosa que tengo ahora.

Me da lástima que la juventud no lo conozca. Antes de recibir su llamamiento como autoridad general, el élder Hales había tenido una carrera corporativa muy exitosa, llegando a ser ejecutivo de varias empresas grandes.

La vida profesional de los ejecutivos de empresas grandes es bastante competitiva. En varias de estas empresas, el ambiente es casi asesino. En cualquier momento, por cualquier descuido, el jefe, un colega, o un subalterno puede hacer algo que le arruine la carrera.

Por lo tanto, es lamentablemente común que los funcionarios de alto rango de estas empresas participen en juegos sucios para salir adelante.

Durante una entrevista, se le preguntó al élder Hales si era posible tener éxito en el mundo de los negocios y ser una persona honesta el mismo tiempo.

El élder Hales respondió que sí, pero uno tenía que hacer bastante bien su trabajo.

Muchas veces, en videos que enseñan el principio de la bondad a los niños, vemos al protagonista dar la otra mejilla. El autocontrol e inesperada reacción pacifica impresionan tanto al antagonista que los dos acaban como amigos.

No digo que esto no suceda a veces, y dar la otra mejilla es una importante enseñanza del Salvador, pero ¿qué hacemos cuando la otra persona simplemente nos da otra cachetada? ¿Y luego otra? ¿Y cuando nos tumba al suelo y nos pisa la garganta?

No me refiero a lidiar con personas imperfectas que a veces nos decepcionan de una u otra manera. Tal vez falta invitar a uno de nuestros hijos a la fiesta de cumpleaños de uno de sus hijos. Tal vez nos revelan de un llamamiento, con un agradecimiento que nos parece muy superficial y tardan tres meses en darnos otro.

Experiencias como estas son desalentadoras, pero no exageremos. Si somos sinceros, reconoceremos que tampoco representan la maldad.

Pero a veces, y espero que solo sea a veces, nos toca enfrentar la verdadera maldad. La forma que elegimos para lidiar con esta maldad es de suma importancia porque las consecuencias pueden resultar muy graves.

Las escrituras están repletas de ejemplos de personas que tuvieron que enfrentar la maldad. Los hermanos mayores de José lo vendieron como esclavo por un favoritismo del papá que el joven nunca pidió. En el Libro de Ester, Amán juró matar a todos los judíos por una diferencia religiosa que él interpretó como falta de respeto. Amalickíah juró beber la sangre del capitán Moroni solo porque este lo venció en el campo de batalla.

Las hazañas de Moroni nos dan un ejemplo muy bueno de cómo seguir el consejo del élder Hales. Moroni sabía hacer muy bien su trabajo. Era un hombre recto ante Dios que consultaba a los profetas y suplicaba al Señor por medio de la oración. Pero no se quedaba ahí con los brazos cruzados, esperando que Dios le arreglara todo.

El capitán Moroni sabía que los métodos normales de enfrentar a un adversario con ejércitos mucho más grandes que los suyos no iban a ser suficientes. Perderían a demasiados soldados y también civiles. Si lo derrotaba Amalickía, muchos nefitas acabarían como esclavos. Los libres seguramente perderían su situación próspera pagando tributo a los lamanitas. Además, y más importante aún, perderían sus derechos de adoración.

Inventó métodos nuevos para defender a su pueblo. Empleó tecnología de una forma más eficaz y generalizada. Fue audaz y astuto con sus estrategias bélicas.

He conocido a varios santos de los últimos días que, enfrentados con desafíos e incluso con la maldad, se sorprenden y se deprimen cuando Dios no les quita los obstáculos.

¡Pero yo no falto nunca el domingo!

¡Pero yo nunca niego servir en la Iglesia!

¡Pero pago mis diezmos!

Esta fidelidad a los convenios es muy elogiable, y reconozco que son muchas la veces cuando nuestro generoso Padre Celestial sí nos quita los obstáculos cuando alcanzamos este nivel de compromiso y dedicación.

¿Pero, alguien, alguna vez, ya nos describió a uno de nosotros como Mormón le describe al capitán Moroni?

Sí, en verdad, en verdad os digo que si todos los hombres hubieran sido, y fueran y pudieran siempre ser como Moroni, he aquí, los poderes mismos del infierno se habrían sacudido para siempre; sí, el diablo jamás tendría poder sobre el corazón de los hijos de los hombres.

No debemos sorprendernos si nosotros también tenemos que enfrentar la verdadera maldad en nuestras vidas. Si lo tuvieron que hacer personas tan buenas como Moroni ¿por qué nosotros no?

Nosotros también podemos ser astutos y audaces. Nosotros también podemos usar la tecnología y emplear nuevas estrategias para protegernos a nosotros mismos y a los nuestros. Esto es además de cumplir con nuestros convenios, como lo hizo el capitán Moroni.

Para alcanzar el éxito como ejecutivo, el élder Hales obtuvo una educación muy buena, de la Universidad de Harvard. Empleó estrategias diferentes. Por ejemplo, a pesar de ser ejecutivo, a pesar de ser expiloto de avión de combate, a pesar de ser exatleta semiprofesional, el élder Hales insistió en pasar tiempo como obrero común. Dijo que lo que les faltaba a muchos ejecutivos era una comprensión cabal del funcionamiento de la empresa.

Asimismo, reconoció que, a pesar de un currículo impresionante por otros motivos, le faltaba experiencia. Desconocía los mercados fuera de su país y, por lo tanto, dudaba en su capacidad de dirigir una empresa multinacional. Con el apoyo de su esposa, obtuvo un puesto al extranjero muchos años antes de que esto se hiciera normal.

Tal como el élder Hales no intentó nadar, proverbialmente, en aguas infestadas por tiburones, sin contar con el apoyo explícito de su familia, el capitán Moroni no enfrentó a los disidentes nefitas, y sus innumerables ejércitos de lamanitas, con solo su ingenio y el favor del Todopoderoso.

Moroni fue el general, pero contaba con el apoyo de otros oficiales como Lehi, Teáncum y Helamán. Este apoyo se volvió completamente esencial cuando los lamanitas comenzaron a atacar en el oeste y en el este al mismo tiempo. Por muy buen general que fuera, Moroni no podía dirigir la guerra en dos lugares al mismo tiempo. Tenía que rodearse de gente buena, competente y de confianza.

La maldad puede manifestarse en casi un sinfín de formas durante la vida. Cuando la enfrentemos, es importante que recordemos el ejemplo del capitán Moroni y del élder Hales.

No es que la fidelidad a los convenios sea de segunda categoría, pero muchas veces no es suficiente para enfrentar la maldad.

Además de ser buenos discípulos de Jesucristo, debemos estar dispuestos a ampliar nuestra capacidad. ¿Qué conocimientos, técnicas, o estrategias nos servirían para protegernos e incluso permitirnos salir adelante?

También debemos buscar aliados y tener suficiente humildad y valentía para solicitar ayuda. Es bueno comenzar con los familiares y hermanos de la Iglesia, pero no tengamos miedo de buscar el apoyo de personas honestas fuera de la familia y de la Iglesia.

Los éxitos del capitán Moroni y del élder Hales no solo fueron para ellos. Inspiraron a muchas otras personas. Les alentó a tener éxito y a vencer la maldad sin imitarla. Asimismo, cuando nosotros vencemos la maldad por medios rectos y buenos, inspiramos a los demás a seguir nuestro ejemplo.

2 Comments

  1. Carlos Alberto Gama Gonzales

    Admiro el liderazgo y el testimonio del Elder Hales, para un hombre junto y recto en su fe es algo que me sosprende a lo largo de su trayectoria como ejecutivo. sin un dia puedo saludar en persona algunos de los apostoles sera una bendicion en toda mi existencia y aun mas en mis dias dificiles de estos dias.

    1. Ryan Boothe

      Agradezco tu comentario. Me ha tocado saludar, darles la mano, a un puñado de apóstoles. Sueño con, algún día, poder sentarme con uno de ellos para platicar.

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