¿Se ha puesto usted, alguna vez, a ver el mundo desde la perspectiva de alguien que haya tramado el asesinato de su padre? Me imagino que no. Tenemos la tendencia de mirar a esos diablos como seres distintos, como si pertenecieran a otra especie de criatura—como un hombre lobo o un vampiro. Se ven como si fueran humanos, pero no creemos que lo sean.
Esto es un error muy grave que va en contra de las Escrituras. Por ejemplo, Pablo enseñó a los miembros de la Iglesia en Roma que…todos peca(mos) y esta(mos) destituidos de la gloria de Dios.[i] En otras palabras, todos tenemos el potencial de cometer una atrocidad.
La falta de reconocer este mal interno, este hombre o mujer natural, nos deja indefensos cuando se nos cambian las circunstancias y surgen instintos e impulsos malvados. Por ejemplo ¿cuándo fue la última vez que usted pasó un día sin comer por escasez de alimentos? ¿Cuándo fue la última vez que tuvo que dormir en la calle, con un ojo entreabierto para que no le caigan encima?
Ya que lee este artículo desde una computadora, o algún aparato móvil, no creo que estos acontecimientos surjan en su vida con frecuencia. Lo más probable es que, en términos históricos, y en comparación con la mayoría de las personas en el mundo, usted es una persona de abundantes recursos.
¿No se lo cree?
Hace doscientos años, la gran mayoría de las personas vivía con lo equivalente a dos dólares por día, o menos—incluso en países como Francia y EE.UU.[ii] En términos económicos, y como sociedad mundial, hemos progresado bastante desde los días de José Smith. Pero todavía son muchísimos los pobres en el mundo.
Más de un tercio de las personas vive con menos de 2 dólares por día.[iii] Por ejemplo entre un cuarto y la mitad de los 1.340 millones de ciudadanos de India viven con menos de dos dólares por día. En países come Haití, más de la mitad vive con menos de dos dólares por día.[iv]
¿Cómo cambiaría su carácter si solo ganara lo equivalente a dos dólares por día? ¿Qué pasaría si, de la noche a la mañana, usted tuviera que limitarse a un plato de arroz y frijoles por día como alimentación? ¿Qué pasaría si tuviera que limitarse a dos mudas de ropa?
Pues, algo muy parecido sucedió a varias personas en las Escrituras. Veamos el caso de Lamán y Lemuel. Ellos eran hijos de un hombre rico. Lamán iba a heredar tanto dinero, después del fallecimiento de Lehi, que aún el poderoso Labán codiciaba su fortuna y se la robó cuando la oportunidad se le ofreció.
¿Qué opinaría de su padre o de su hermano si le quitaron a usted la oportunidad de heredar veinte millones de dólares?
No solo perdieron su dinero. También perdieron sus vidas lujosas.
La familia de Lehi dejó el clima cálido, pero moderado, de las montañas de Jerusalén, y fue al infierno de los desiertos de Arabia. En vez de gozar de su casa en la capital, ellos se vieron obligados a vivir en tiendas de campaña por ocho años. ¡Imagínese usted viviendo como gitano, pero en el desierto!
Mi intención no es disculpar a Lamán y Lemuel, pero acusarles de llorar sobre la leche derramada no es correcto. Ellos pasaron por pruebas dificilísimas. La pregunta no es ¿cómo es posible que se enojaron tanto? Eso ya se entiende.
La pregunta es ¿cómo puedo evitar esa clase de comportamiento cuando se me viene todo abajo a mí? ¿Cómo puedo sobrellevarlo bien[v] en vez de ponerme amargado y resentido, culpando a medio mundo y a Dios?
Exploraremos las respuestas a esas preguntas en mi artículo siguiente.
[i]Romanos 3:23
[ii]https://ourworldindata.org/extreme-poverty
[iii]http://www.bbc.com/news/magazine-17312819
[iv]https://data.worldbank.org/products/wdi-maps
[v]Doctrina y Convenios 121:8