Fuente: Daniel Peterson para Deseret News
Recuerdo que fue tan grande fue mi alegría cuando en 1985 se publicó el esperado volumen de John Sorenson “An Ancient American Setting for the Book of Mormon”, que lo compré de inmediato.
Hugh Nibley llevaba décadas investigando el trasfondo del Libro de Mormón en el antiguo oriente próximo, dejando de lado sus antecedentes latinoamericanos. Tras mi lectura, escribí en mi diario que “Ancient American Setting” era el mejor libro acerca del Libro de Mormón y la arqueología colombina. Pero luego de pensarlo mejor, me tuve que retractar porque era en realidad el primer trabajo serio y académico que leía al respecto.
Mas no era del todo cierto, puesto que con anterioridad ya se habían publicado otras obras igualmente buenas. El mismo Sorenson había escrito algunos artículos en los ejemplares de septiembre y octubre 1984 de la revista de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días “Ensign”. Ese mismo año, leí con avidez el libro “In Search of Cumorah” de David Palmer, quien fue influenciado por el modelo de Sorensen que circuló informalmente durante mucho tiempo.
Pero el libro de Palmer tenía un enfoque limitado, mientras que “An Ancient American Setting” procuraba construir un contexto global para el Libro de Mormón, tanto histórico como cultural. Según mi punto de vista, su publicación, llevada a cabo por el presidente del Departamento de Antropología de la Universidad de Brigham Young de la época, era un acontecimiento clave para la historia de los estudios formales del tema.
Sin embargo, Sorenson no exploró otras fronteras. Durante muchos años, editó el Diario de Estudios del Libro de Mormón. Se volcó en la publicación de libros y artículos que examinaron el Libro de Mormón y temas asociados desde varios ángulos, entre los que se encuentran: “The Geography of Book of Mormon Events: A Sourcebook” (1992); “Pre-Columbian Contact with the Americas Across the Oceans: An Annotated Bibliography” (1996), el premiado libro de dos volúmenes que escribió en colaboración con Martin Raish; “Images of Ancient America: Visualizing Book of Mormon Life” (1997), “Nephite Culture and Society” (1997), “Mormon’s Map” (2000) y “World Trade and Biological Exchanges Before 1492” (2009 and 2013), junto al geógrafo Carl Johannessen.
A fines del 2013, tan sólo unos meses antes de su cumpleaños número 90, Sorenson publicó “Mormon’s Codex: An Ancient American Book» (Deseret Book, $59.99). El escrito de 800 páginas representa una lectura exhaustiva de reflexión profunda acerca del Libro de Mormón. Argumenta a favor de un “modelo mesoamericano limitado” de la geografía del Libro de Mormón, lo que significa que según lo ve el autor, la mayoría de las historias nefitas ocurrieron en una pequeña área situada entre Guatemala y el sur de México.
Por supuesto que hay otros puntos de vista, eso sin mencionar que nuestra salvación no va a depender del conocimiento que tengamos de las coordenadas de la ciudad jaredita Lib. Pero a modo personal, considero que el influyente modelo de Sorenson es una buena forma de situar el Libro de Mormón en el mundo real de lo que fue la América precolombina.
Sorenson sostiene que el Libro de Mormón cuenta con las características que uno esperaría de un documento histórico producido en la antigua Mesoamérica. De hecho, enumera 400 puntos en común entre el Libro de Mormón y las situaciones, declaraciones, alusiones e historia mesoamericana; las que pese a ser tan numerosas y sorprendentes, suelen ser explicadas como resultado de una mera coincidencia. Ningún erudito de comienzos del siglo XIX, mucho menos un “muchacho de granja apenas alfabetizado” como lo fue José Smith, podría haber creado un libro de tal envergadura.
A veces escucho críticas acerca de cómo el Libro de Mormón no cuenta con la evidencia necesaria para apoyarlo; declaración que no puedo tomar en serio.
Hay evidencia para respaldar todo tipo de creencias, incluso aquellas que luego son halladas falsas. La evidencia circunstancial puede apuntar a que Juan asesinó a Pedro, aun cuando al final, se pruebe que Juan es inocente. Los antiguos habitantes americanos creyeron que sus sentidos les mostraban la evidencia suficiente para creer que el sol orbita alrededor de la Tierra, pese a que con el paso de los siglos una evidencia superior convenció a todas las personas con educación de que en realidad sucede todo lo contrario.
Puedo entender sin problema que una persona alegue que no hay suficiente evidencia para sentirse convencida, o que la evidencia presentada no es del tipo de evidencia que llegue a persuadirla. Todos sopesamos la evidencia de manera distinta, pero declarar que no hay evidencia que respalde al Libro de Mormón es ir demasiado lejos; pues sugiere que quien lo afirma no le ha prestado la atención adecuada a toda la evidencia reunida en representación del mismo.
Un buen lugar para que los lectores interesados en la materia comiencen a buscar esa evidencia es en “Mormon’s Codex: An Ancient American Book.”