Un nuevo estudio de BYU muestra una manera en que los adolescentes pueden desarrollar una identidad saludable y por qué es importante. El estudio proporciona algunas pruebas empíricas que respaldan lo que los líderes de la Iglesia han enseñado durante mucho tiempo sobre la participación en la historia familiar.
En 2006, el profesor e investigador de la Universidad Brigham Young, Brian Hill, viajó a Johannesburgo, Sudáfrica. Con la ayuda del ADN, o genealogía genética, pudo ayudar a los jóvenes que habían sido abandonados en las calles cuando eran niños a identificar sus tribus y familias.
“Se divirtieron cantando y bailando por lo que habían aprendido”, recordó Hill a Church News.
Posteriormente, entrevistó a los jóvenes. “Recuerdo muy vívidamente cómo algunos de ellos dijeron que antes del programa, ‘No sabían quiénes eran’… Esto significaba para mí que saber de dónde somos y saber sobre nuestra familia nos dice quiénes somos. El conocimiento de la historia familiar es una parte fundamental de nuestra identidad”.
Esta experiencia ilustra en parte los resultados de un estudio sobre el impacto de la historia familiar en la identidad de los adolescentes. “Casi todo el mundo sabe de dónde viene y algo sobre su familia. Damos por sentado este conocimiento, pero ahora puedo imaginar cómo se sentiría al no tenerlo”, dijo Hill.
¿Por qué estudiar la historia familiar?
Hill, junto con su colega investigador Clive Haydon, han estado estudiando la historia familiar en un sentido académico durante más de 15 años.
A lo largo de los años, el departamento de Hill en BYU ha evolucionado hasta convertirse en lo que ahora es el Departamento de Gestión de Experiencia y Diseño (en inglés) dentro de la Escuela de Negocios Marriott.
“Un enfoque de nuestro programa son las experiencias transformadoras que a menudo están influenciadas por nuestra capacidad de contar historias sobre cómo hemos cambiado”, explicó Hill. “Veo un vínculo significativo entre la narración de historias, la transformación y las historias de nuestros ancestros”.
Haydon es parte del Proyecto de ascendencia aplicada, creado en 2002 por su amigo y colega Peter Rancie. La misión del proyecto es utilizar la historia familiar para fortalecer a las personas, las familias y las comunidades, especialmente a los jóvenes que han experimentado una ruptura en las relaciones familiares o que luchan por encontrar su lugar en el mundo.
La lista de bendiciones de la historia familiar prometida por los líderes de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días — o las formas en que puede fortalecer a las personas, las familias y las comunidades — es larga y completa.
El fin de semana pasado, en el Día del Descubrimiento Familiar de RootsTech 2023, el élder Gerrit W. Gong, del Cuórum de los Doce Apóstoles, prometió: “Las pruebas y los logros de nuestros antepasados pueden bendecirnos con fe y fortaleza hoy. Su amor y sacrificios pueden aumentar nuestra perspectiva y gratitud”.
Pero los resultados del nuevo estudio, coescrito por Hill y Haydon (en inglés), brindan algunas pruebas empíricas que respaldan lo que los líderes de la Iglesia como el élder Gong han enseñado durante mucho tiempo: que la obra de historia familiar puede facilitar importantes bendiciones, especialmente para los jóvenes.
“Aunque intuitivamente la idea de que conocer la historia familiar puede fortalecer la identidad individual y familiar parece correcta, y la evidencia anecdótica también lo sugiere, nos pareció importante aportar pruebas empíricas que respaldaran esa proposición y apuntalaran los programas juveniles de ascendencia aplicada”, dijo Haydon.
Específicamente, el estudio — publicado en la revista Genealogy — encontró que el conocimiento de la historia familiar está relacionado con el desarrollo saludable de la identidad de los adolescentes. Cuanto más supieran los jóvenes acerca de sus padres y abuelos, mejor.
Lo que encontraron
Los investigadores encuestaron a casi 250 estudiantes de entre 18 y 20 años en siete universidades de EE. UU. y encontraron que las personas que tenían el desarrollo de identidad más saludable también tenían altos niveles de conocimiento de historia familiar.
El estudio analizó lo que los estudiantes sabían sobre los principales eventos y anécdotas importantes de la vida de sus padres y abuelos. Los investigadores también evaluaron qué tan desarrolladas estaban las identidades de los estudiantes — si eran cercanos a la familia, cómo habían llegado a sus puntos de vista políticos y religiosos, cómo habían explorado las opciones ocupacionales y qué tan comprometidos estaban con sus valores.
Alrededor del 77% de los participantes adolescentes sabían las respuestas a las tres cuartas partes de las preguntas sobre antecedentes familiares. Cuanto más sabían, más probable era que hubieran desarrollado un sentido saludable de identidad.
“El conocimiento de la historia familiar es particularmente bueno para mantenernos con los pies en la tierra”, señaló Hill en un comunicado de prensa de BYU (en inglés). “Hay jóvenes que se van y exploran sus propios caminos sin establecerse en un sistema de valores que pueda guiarlos en el futuro. Necesitamos saber de dónde venimos junto con la diferenciación individual de la familia para encontrar un camino firme”.
La importancia de la identidad
Los años de la adolescencia son un periodo de exploración en el que los adolescentes sopesan los valores familiares y sociales y toman decisiones sobre lo que creen.
Un adolescente con un sentido saludable de identidad sentirá tanto una sensación de conexión con la familia como una adhesión a sus propias creencias, explicó Hill. “También podría llamar a esto un equilibrio entre las identidades familiares y las identidades individuales”.
Los adolescentes que desarrollan un sentido saludable de identidad tienen menos probabilidades de tener problemas más adelante en la vida con conflictos familiares y de individualidad, dijo Hill. “Pueden funcionar mejor de forma independiente e interdependiente al mismo tiempo”.
La formación de la identidad es un proceso que dura toda la vida, pero alcanza su punto máximo al final de la adolescencia, señaló Haydon. La investigación sugiere que la formación de una identidad saludable está relacionada con el bienestar y el florecimiento, como una mayor autoestima, la capacidad de ejercer autocontrol y el éxito académico, mientras que la formación deficiente de la identidad está relacionada con la ansiedad, la depresión y el mal comportamiento.
“La formación de una identidad saludable en la adolescencia predice el bienestar en la edad adulta”, dijo Haydon a Church News.
Haydon también hizo una advertencia a los hallazgos del estudio. La forma en que se comparte y explora la historia familiar puede afectar si mejora o dificulta el desarrollo positivo de la identidad. “Nuestra experiencia limitada sugiere que es más probable que compartir la historia familiar influya en el desarrollo positivo de la identidad adolescente cuando promueve relaciones positivas, respeta el albedrío personal e invita a la reflexión personal”, dijo Haydon.
Cuando se imponen valores, metas y roles a los adolescentes, se obstaculiza el desarrollo positivo de la identidad.
Este estudio representa solo un fragmento de la investigación en curso que involucra la historia familiar y el desarrollo de la identidad. Teniendo en cuenta las limitaciones del estudio, dijo Haydon, “esta investigación proporciona evidencia empírica limitada que sugiere que la enseñanza profética de que participar en la obra de historia familiar puede ayudarnos a ‘conectarnos, desarrollar un sentido de pertenencia y llegar a ser’ es precisa” (véase el discurso del élder Gong, “Cada uno de nosotros tiene una historia”, de la conferencia general de abril de 2022).
Hill agregó: “Creo que vemos la influencia profética en alentar la participación de los jóvenes en la historia familiar — conduce a todo tipo de cosas buenas. Al participar en la obra de historia familiar, los jóvenes pueden ser tocados por el espíritu de Elías el Profeta y el poderoso sentimiento de cercanía con los antepasados, es más probable que vayan al templo en nombre de estos antepasadosy sientan la paz del Salvador al pasar tiempo allí, y ahora sabemos que también pueden desarrollarse aún más con identidades positivas y saludables a medida que aprenden más sobre sus familias”.