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Foro Interreligioso G20 

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El élder Bednar en el foro del G20: ‘Comprender la religión como algo esencial —reflexiones sobre la crisis del COVID-19 y el lugar de la religión’

El élder David A. Bednar, del Cuórum de los Doce Apóstoles, ofreció el siguiente discurso el miércoles, 14 de octubre, como parte del Foro Interreligioso del G20, una asamblea internacional de líderes religiosos y representantes políticos. La hermana Sharon Eubank, primera consejera en la presidencia general de la Sociedad de Socorro, está programada para participar del foro mundial virtual, organizado por Arabia Saudita, más tarde esta semana. Entre los discursantes anteriores del G20 se incluyen el élder D. Todd Christofferson, el élder Gerrit W. Gong (ambos del Cuórum de los Doce Apóstoles) y la hermana Eubank.

A continuación se presenta el texto completo del discurso del élder Bednar, titulado “Comprender la religión como algo esencial —reflexiones sobre la crisis del COVID-19 y el lugar de la religión”:

Me siento agradecido y honrado de participar con ustedes en este Foro Interreligioso del G20. En medio de la confusión generalizada y creciente sobre el papel esencial que la religión desempeña en nuestra vida personal y comunitaria, esta reunión interreligiosa es más importante ahora que nunca. Puede que provengamos de distintas tradiciones religiosas, pero estamos unidos en nuestro compromiso de promover la comprensión y el respeto sincero por la religión y los creyentes. 

A menudo, los gobiernos consideran a la religión como algo ‘no esencial’

Nuestros anfitriones de Arabia Saudita han abordado muchas prioridades, pero es claro que la pandemia de COVID-19 ha emergido trágicamente como el inevitable tema general. Mi objetivo es resaltar algunas de las lecciones más críticas que han estado aprendiendo las voces religiosas. 

La pandemia actual ha demostrado que algunos funcionarios gubernamentales no logran comprender cómo y por qué la religión es fundamental en la vida de miles de millones de personas. Las regulaciones por el COVID-19 a menudo han hecho distinción entre las actividades “esenciales” y las “no esenciales”, y luego trataron las actividades religiosas como algo “no esencial”. Esto malinterpreta por completo cuán vital es la religión en la vida de las personas.

Obviamente, los gobiernos desempeñan un papel crucial a fin de proteger a las personas del coronavirus, y aplaudo los esfuerzos sinceros que han dado los funcionarios gubernamentales de todo el mundo para lograrlo. Al igual que las actividades seculares, las actividades religiosas deberían limitarse cuidadosamente cuando sea verdaderamente necesario para mantener la seguridad de las personas. Nadie tiene derecho a propagar un virus peligroso.

Pero ese no es el fin del asunto. La forma en que los funcionarios seculares entienden la religión y a las personas religiosas influye profundamente en la forma en que tratan a las instituciones religiosas y a los creyentes en una época de crisis. Cuanto más profunda y respetuosa sea la comprensión, más legítimas y eficaces pueden ser las respuestas en términos de política pública. 

Ciertamente, al menos parte de la crisis de legitimidad en la respuesta al COVID-19 surge del fracaso de algunos responsables políticos en tomar más en cuenta el papel central de la fe en la vida de los creyentes.

El papel central de la fe religiosa para los creyentes

Para miles de millones de personas en todo el mundo, la religión es el centro de nuestra vida y el núcleo de nuestra identidad. Nuestra fe nos insta a amar a Dios por encima de todo. Define quiénes somos y lo que somos, cómo entendemos el significado de nuestra vida y la manera en que vivimos cada día. Es la fuente de nuestra fortaleza, consuelo y esperanza en medio del dolor, las tribulaciones y la muerte. Las tradiciones religiosas son las incubadoras y formadoras de la vida familiar y comunitaria, ya que crean y sostienen los lazos espirituales que unen a las personas. La religión transmite las verdades morales y sociales a la siguiente generación. ¿Puede haber algo más vital?

El élder David A. Bednar escucha a los panelistas hablar durante una sesión plenaria del Foro Interreligioso del G20 el miércoles, 14 de octubre de 2020. El apóstol participó desde un estudio en el Edificio de Oficinas de la Iglesia. El foro digital de 2020 es organizado por el Reino de Arabia Saudita.
El élder David A. Bednar escucha a los panelistas hablar durante una sesión plenaria del Foro Interreligioso del G20 el miércoles, 14 de octubre de 2020. El apóstol participó desde un estudio en el Edificio de Oficinas de la Iglesia. El foro digital de 2020 es organizado por el Reino de Arabia Saudita. Credit: Intellectual Reserve, Inc.

Nuestra fe es más que simplemente algo importante para nuestra dignidad como seres humanos; ¡es esencial!

La libertad religiosa durante la época de COVID-19

El papel central de la fe para la dignidad humana es la razón por la que la ley internacional sostiene que la libertad básica de religión es “inderogable” —en otras palabras, no se nos puede quitar ni negar, incluso en épocas de emergencia. Negar semejante libertad es negar algo fundamental para el alma de un creyente.

Separar a las personas de sus comunidades religiosas amenaza su salud espiritual, mental, emocional y física. Los expertos están documentando el aumento de la depresión, el abuso físico y emocional, el suicidio y otras tragedias durante épocas de aislamiento social y cuarentena. 

Algunos han interpretado los llamados a la sensibilidad por la libertad religiosa durante la pandemia como demandas arrogantes de ignorar los riesgos del COVID-19 o hacer caso omiso de la política pública razonable. Eso no es lo que buscan las voces responsables de la comunidad religiosa.

Al reconocer la libertad religiosa en una época de COVID-19 y al reconocer el lugar esencial de la religión en la vida de las personas, los gobiernos y expertos en política pueden ganar aliados en una lucha común en contra de los riesgos para la salud, así como de otros graves riesgos.

“La religión puede ser una fuente poderosa de legitimidad y ayuda práctica en una época de crisis”.

Las conexiones familiares fuertes, las creencias religiosas profundamente arraigadas y una comunidad de fe se han asociado durante largo tiempo con una mejor salud mental, emocional y física. Estas conexiones vitales están en riesgo cuando se emiten prohibiciones generales en contra de las reuniones religiosas.

Mi llamado es uno de respeto, de acomodaciones y de cooperación —de proponer soluciones creativas que mitiguen la amenaza del COVID-19 sin aislar a las personas de una parte esencial de sus vidas. En muchos casos, la falta de ese respeto ha resultado contraproducente, ya que ha creado sospechas hacia el gobierno y ha socavado sus esfuerzos legítimos por controlar la pandemia. 

Escoger no respetar la religión en lugar de buscar maneras de hacer acomodaciones seguras tiene consecuencias graves. Infringe la dignidad de los creyentes, daña numerosos intereses personales y comunitarios y disminuye la confianza en los importantes esfuerzos de los funcionarios de la salud pública.

La religión como aliada en la lucha contra el COVID-19 —los beneficios del respeto

Existe un camino mejor. La religión puede ser una fuente poderosa de legitimidad y ayuda práctica en una época de crisis. Muchos líderes religiosos ya han pedido a sus miembros que hagan grandes sacrificios basados en un amor y respeto profundos por la seguridad de otros. Reconocer y respetar esos sacrificios y procurar una mayor cooperación y acomodación es el camino a seguir.

La desinformación es un gran obstáculo en una crisis sanitaria. Las comunidades religiosas pueden desmentir los rumores, calmar los miedos y facilitar la información precisa. 

Muchos tendrán miedo de las vacunas. Los líderes religiosos pueden ser de ayuda en la lucha contra el coronavirus.

Respetar la dignidad de las personas religiosas produce importantes beneficios. Pero estas poderosas oportunidades y beneficios solo son posibles si los funcionarios reconocen que, para los creyentes y sus comunidades religiosas, ¡la religión es esencial para su identidad y su mismo ser!

Conclusión

Mi esperanza y oración es que los funcionarios gubernamentales y los líderes religiosos puedan responder de forma colectiva ante el COVID-19 de formas que protejan tanto la salud física como la espiritual.

Al concluir mi mensaje, hago felizmente lo que, para mí, es esencial. Expreso estas ideas y comparto estas esperanzas en el nombre de Aquel a quien sirvo, amo y represento, sí, Jesucristo. Gracias.

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