Jesucristo descendía de reyes.

En los cuatro evangelios encontramos dos genealogías (Mateo 1:2-16; Lucas 3:23-38). El relato de Mateo hace una lista de los antepasados legales hasta el trono de David. No se trata necesariamente de una estricta genealogía de padre a hijo, pues, así como ha sido el caso con muchas historias de reyes, el heredero mayor sobreviviente pudo haber sido un nieto, un bisnieto o tal vez un sobrino u otro pariente del monarca reinante.

La historia dada por Lucas, sin embargo, es una genealogía de padre a hijo y ella une a José con el rey David. Naturalmente, Jesús no era hijo de José; pero la genealogía de José es, en esencia, la genealogía de María, ya que ellos eran primos. Jesús heredó de su madre, María, la sangre de David y por lo tanto el derecho al trono de David. Jesús nació por linaje real y, como explicó el élder James E. Talmage, “Si Judá hubiese sido una nación libre e independiente, regida por su soberano legal, José el carpintero habría sido su rey; y el sucesor legal al trono, Jesús de Nazaret, Rey de los Judíos”.


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