Claramente en el evangelio de Jesucristo aprendemos que por sacrificios se nos dan bendiciones (Himno, Nº 15)
El sacrificio se define como: «El acto de ceder algo de valor a cambio de algo que es de mayor valor o importancia»
El sacrificio se realiza de muchos modos.
Nosotros, los Santos de los Últimos Días hacemos un convenio con el Señor de sacrificarnos, y al hacerlo, sometemos nuestra voluntad a la de Él, y dedicamos nuestra vida a edificar Su Reino y a servir a Sus hijos.
A aquellos que se sacrifican fielmente mediante un diezmo íntegro, el Señor ha prometido que abrirá las ventanas de los cielos (Malaquías 3:10). Ese sacrificio no sólo bendice a la persona y a la familia, sino que también proporcionan las fuentes de recursos que ayudan al reino del Señor a efectuar milagros día a día. El rey Benjamín dijo: » Consideren el bendito y feliz estado de aquellos que guardan los mandamientos de Dios. Porque he aquí, ellos son bendecidos en todas las cosas, tanto temporales como espirituales»(Mosíah 2:41).
La fiel contribución de los diezmos es una manifestación externa de un compromiso interior de sacrificarnos.
La Obra del Templo y la de historia familiar es un sacrificio de amor. Los santos fieles dedican millones de horas a compilar historia familiar; buscan en microfilmes y en registros, y con lápiz y computadoras registran fechas y acontecimientos. En el Templo llevan a cabo ordenanzas sagradas para sus preciados antepasados. Como en el caso del Salvador, ésta es una expresión de sacrificio: el hacer algo por los demás que ellos no pueden hacer por sí mismos.
Refiriéndome a este tema en particular, llega un momento en que nos preguntamos, el ir al Templo, para mí, ¿es un sacrificio o una bendición?
Para muchos asistir al templo es un sacrificio, tomando las horas y distancias que tienen que viajar para poder participar de las ordenanzas en la Casa del Señor, para otros, esas horas y distancias no son más que minutos y cuadras pero aun así, para algunos nos es un sacrificio asistir al Templo.
Si nos remitimos a las escrituras, entre ellas algunas de las cuales ya he citado, claramente el tipo de sacrificio al cual se refiere no es precisamente a este. Remontándonos al pasado, a aquel glorioso tiempo de nuestros ante pasados específicamente a la era pionera, podríamos preguntarnos ¿era un sacrificio para ellos asistir a la casa del señor? o ¿ era una bendición el poder viajar no importa cuánto ni como lo hacían para llegar y lograr entrar al Templo?.
Hoy nos encontramos en una época en que el tiempo es reducido, las distancias son largas, el tiempo libre es limitado etc.
Para asistir a la Iglesia, a las reuniones de las organizaciones auxiliares, actividades de barrio y Estaca, entre otras cosas, normalmente esto lo agendamos en un calendario o nuestra libreta de apuntes personal.
¿Hacemos lo mismo con la asistencia al templo?, ¿La calendarizamos?, si estamos cerca
¿Apartamos un día específico para asistir a él?
El sacrificio se define como: «El acto de ceder algo de valor a cambio de algo que es de mayor valor o importancia»
Claramente el Templo es lo que ocupa un lugar de mayor importancia, el asistir, realmente logra revitalizar mi alma, recargar mis ánimos, mi valentía, mi fe.
Es verdad que no solo por ser miembros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, tenemos la entrada liberada a la casa del señor, no tendría el mismo valor si esto no requiriera de sacrificios. Vuelve a mi mente la letra de este himno… “por sacrificios se dan bendiciones “
El contar con una Recomendación para el templo Vigente es realmente una bendición, el poder participar de las Ordenanzas del Templo puede que sea un sacrificio, pero evidentemente es una bendición, saber que al otro lado del velo están quienes esperan por nosotros. El deseo de participar de las bendiciones del templo nos hace percibir otro aspecto de la promesa de Malaquías (Malaquías 4:6): al mismo tiempo que se vuelve nuestro corazón hacia nuestros padres, por ser padres ellos mismos, su corazón se vuelve hacia sus hijos.
Me remito a una de las canciones de la primaria que en parte dice: “… Me encanta ver el templo un día entrare, y ser fiel a mi Padre allí prometeré, pues el Templo es el lugar sagrado donde la Familia puede ser sellada en unión y ser Familia Eterna”
Me llena de emoción el escuchar esta última frase de la canción, realmente sé y testifico de la realidad del poder y la autoridad divina del santo Sacerdocio, estos lugares están dedicados para el señor, su presencia esta en ellos, podemos recibir la revelación que necesitamos de una manera más clara y precisa, literalmente podemos sentir el abrazo del salvador.
Lo más importante que encuentro en el templo, es el significado del amor de Dios por Sus hijos.
Tengo un testimonio personal de la asistencia regular a la casa del señor, aplaudo a mis hermanos del sur de Chile y del norte, que viven a kilómetros de distancia y sacrifican notables recursos económicos, días y largas jornadas para llegar a la Casa del Señor y participar de sus sagradas ordenanzas.
A mis hermanos de Santiago y alrededores que fielmente asisten al templo y dedican horas a la obra del señor.
Somos un País bendecido al tener, por ahora, un Templo en el.
“El señor nos ama”.
No derrochemos las bendiciones que aun esperan por nosotros, en nuestras familias, nuestros Hogares, Barrios y Ramas, Distritos y Estacas.
Sé que Jesucristo vive, el es nuestro salvador, él por medio del Profete José Smith restauro Su Iglesia y con ello las bendiciones del templo, que están a nuestro alcance.
«Me encanta ver el templo un día entrare, y ser fiel a mi Padre allí prometeré, pues el Templo es el lugar sagrado donde la Familia puede ser sellada en unión y ser Familia Eterna”