«Hacemos un llamados a nuestros líderes nacionales a crear políticas que provean de esperanza y oportunidades aquellos que, a veces llamados dreamers, crecieron aquí desde edad temprana y para quienes este país es su hogar».
Esas palabras fueron con las que La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días dio su respuesta institucional ante la discusión pública que existe por hoy en los Estados Unidos en cuanto a la controvertida «Acción diferida para los llegados en la infancia» (DACA, por su sigla en inglés) la cual entrega un camino a la legalidad para quienes inmigraron a dicho país en la infancia llevados por sus padres.
Mostrando una actitud compasiva ante la inmigración, el comunicado señala que «creemos que nuestra primera prioridad es amar y preocuparnos por otro tal como Jesucristo enseñó». Eso si, también reconoce que cada nación tiene el derecho de disponer sus propias políticas migratorias y «de fortaleces sus leyes y asegurar sus fronteras» y que, de manera institucional, «la Iglesia no aboga por ninguna solución legislativa o ejecutiva en específico».
«Hacemos un llamados a nuestros líderes nacionales» dice el comunicado, «a crear políticas que provean de esperanza y oportunidades aquellos que, a veces llamados dreamers, crecieron aquí desde edad temprana y para quienes este país es su hogar. Ellos han construidos vidas, han perseguido oportunidades educacionales y han sido empleados por años basados en las políticas que estaban vigentes. Estos individuos han demostrado capacidad de servir y contribuir positivamente en nuestra sociedad y creemos que se les debe dar la oportunidad de continuar haciéndolo».
Para Pablo Tellechea, periodista uruguayo erradicado en Utah, con esta declaración la Iglesia manifiesta «una firme postura a favor de buscar un camino humano pero legal».
Tellechea indica que esta situación es vivida por casi un millón de jóvenes inmigrantes indocumentados y varios de ellos son santos de los últimos días, quienes «reciben con entusiasmo esta declaración de apoyo no solo de quitarlos de la sombra sino porque también proviene de sus lideres de fe».
Según Tellechea, la Iglesia hasta el momento había tomado un rol de «apoyo pasivo en lo que respecta a buscar soluciones a la disfunción que enfrenta el sistema inmigratorio de los EE.UU., pero que hoy con su anuncio mostró un paso mas activo y acelerado».
Para la Iglesia, la inmigración siempre ha sido un tema sensible ya que, tal como se indica en el comunicado, «la mayoría de nuestros primeros miembros de la Iglesia emigraron desde tierras extranjeras para vivir, trabajar y adorar, bendecidos por las libertades y oportunidades ofrecidas en esta gran nación [EEUU]».
Junto con reconocer los esfuerzos de los legisladores de llegar a acuerdos conforme a los valores humanos, el comunicado también muestra la preocupación de la Iglesia que de «cualquiera sea la solución que surja, se contemple el fortalecimiento de las familias y el mantenerlas juntas».
Esta no es primera vez en que la Iglesia expresa su posición sobre inmigración en medio del debate político. Fue en abril de 2014 cuando el élder Dieter F. Uchtdorf, entonces segundo consejero de la Primera Presidencia, visitó la Casa Blanca donde, junto a otros líderes religiosos, se reunió con el presidente Barack Obama para conversar sobre las reformas que proponía el gobierno de entonces para solucionar el problema de los indocumentados. Luego de esa reunión el apóstol comentó que “estas leyes equilibrarán correctamente amor por el prójimo, la cohesión familiar y la observancia de las leyes justas y exigibles».