En este artículo me gustaría conversar sobre la diferencia entre el Sabbat (o sábado) y el día del Señor (o domingo). La palabra sábado en español suena algo como la palabra Saturday en inglés, pero hay una gran diferencia entre las dos. El vocablo en inglés representa al dios pagano de la agricultura, Saturno. En cambio, la palabra sábado tiene su origen en el Sabbat judío.
En La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días generalmente observamos el domingo como el día de reposo, pero no siempre. Por ejemplo, durante nuestra visita a Israel asistimos a la Iglesia de Jesucristo el sábado y en países musulmanes se observa los viernes para este propósito. Esta es la práctica en algunos países en el medio oriente. Es vital comprender, eso sí, que más importante que cuál día se guarda el día de reposo, es el cómo lo guardamos. Sin embargo, en este artículo nos enfocaremos en el motivo por el cual, tomando en cuenta las excepciones ya mencionadas, como miembros de La Iglesia de Jesucristo observamos el domingo como el día de reposo.
Otro punto fundamental es comprender que el Sabbat y el día del Señor son dos días diferentes. El sábado representa el último día de la semana y es el día sagrado para el pueblo de Israel desde los primeros días. En cambio, el domingo es el primer día de la semana, y es el día sagrado para la mayoría de los cristianos desde la resurrección de Jesucristo. Entonces, no se trata de que hubo una equivocación y que resulta que el domingo de hoy en realidad representa el sábado de antes. Este no es el caso. Para los cristianos, el día de reposo comprende un cambio entre el sábado al domingo: entre el último día de la semana al primero.
Sabbat (שבת)
El Sabbat (שבת), pronunciado Shabbath en hebreo, significa parar, cesar, sentarse, quedarse quieto, descanso, paralización, fin, cesar de trabajar (ver los diccionarios o lexicones BDB, CHAL, DBL, DCH, GHCLOT, NIDOTTE, TDOT y TWOT). Esta raíz, según el hebraísta Gesenius, se divide en tres partes, (1) día de reposo (Levítico 26:34), (2) dejar de hacer algo (Isaías 14:4), y (3) guardar el día de reposo (Levítico 23:32).
Nosotros estaremos especialmente enfocados en el día de reposo, o el día del Señor (שַׁבְּתֹת יהוה) en contraste con los años sabáticos (שַׁבַּת שָׁנִים) o de jubileo. (Los israelitas también guardaban el mandamiento de no trabajar o cultivar sus tierras cada siete años o años sabáticos y después de siete años sabáticos, el próximo año se celebraba de igual manera como el año del jubileo.)
En las Escrituras vemos tales expresiones como “Mañana es el santo día de reposo (שַׁבַּת־קֹ֛דֶשׁ לַֽיהוָ֖ה), el reposo de Jehová (יְהוָ֔ה שַׁבָּת֧וֹן)” (Exódo 16:23b) y “Acuérdate del día del reposo para santificarlo” (זָכ֛וֹר֩ אֶת־י֥֨וֹם הַשַּׁבָּ֖֜ת לְקַדְּשֽׁ֗וֹ)” (Exódo 20:8).
Cristo (Χριστοῦ) es el Señor del Sabbat
En el Antiguo Testamento o Biblia Hebrea vemos que el día de reposo o Sabbat está estrechamente vinculado con el séptimo día de la semana, o sábado, ya que “acabó Dios en el día séptimo la obra que había hecho, y reposó (וַיִּשְׁבֹּת֙) el día séptimo de toda la obra que había hecho” (Génesis 2:2b).
En el Nuevo Testamento hay dos escrituras particularmente interesantes en cuanto al día de reposo. En Mateo 12:8 leemos que “el Hijo del Hombre (o sea, Jesucristo) es Señor del día de reposo (σαββάτου)” y en Mateo 5:17 vemos, “No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir”. Con la expiación de Jesucristo, que culmina en su resurrección el primer día de la semana, Él Χριστοῦ (Cristo) ha cumplido con la ley y muestra que realmente es el Señor del día de reposo, al trasladarlo del último día de la semana al primero.
Cristo fue crucificado un viernes, justo antes del inicio del Sabbat judío, y no cualquier Sabbat, pero uno asociado con la Pascua. En Juan 19:31 leemos: “Entonces los judíos, por cuanto era la preparación de la Pascua, para que los cuerpos no quedasen en la cruz en el día de reposo (pues aquel adía de reposo era muy solemne), rogaron a Pilato que se les quebrasen las piernas y fuesen quitados de allí”. Nota: la expresión “de la Pascua” aparece en cursivas ya que es una expresión elíptica o explicativa de los traductores y no aparece en el original.
La expresión mexicana bíblica, “cada ocho días”
Hace unos años estaba leyendo una novela chilena y me topé con una expresión que pensaba era netamente mexicana, “cada ocho días”. Al parecer, esta forma de hablar era típico de todos los países de habla hispana en la antigüedad y ha permanecido en México. Significa que uno cuenta el día de hoy como el primer día; mañana como el segundo día, etcétera, hasta llegar al mismo día de la semana, el día ocho. En una página encontré un comentario que dice que no se sabe el origen de esa expresión, pero es netamente Bíblica.
Tres días. Veamos el primer ejemplo de esta forma de contar. Jesucristo fue crucificado un viernes y resucitó un domingo de madrugada, “al tercer día” (también ver Jonás 1:17, Mateo 16:3-4, en cuanto a los tres días.). Su espíritu dejó su cuerpo por tres días Bíblicos, pero menos de dos días modernos. Se cuenta el viernes [יום ששי], el día de su crucifixión, como el primer día, el sábado [שבת], como el segundo, y el domingo [יום ראשון], el día de la resurrección, como el tercero.
Ocho días. En México se usa la expresión cada ocho días, especialmente para hablar de asistir o no asistir a las reuniones religiosas. Por ejemplo, en una búsqueda encontré, “De ir a misa cada ocho días y confesarme como antes cuando era chica” (Los hijos de Sánchez: Autobiografía de una familia mexicana por Oscar Lewis, 1961. (Pronto veremos el uso de esa expresión en nuestro estudio de hoy, sobre el día del Señor.)
¿Cuándo llegó María Magdalena al sepulcro?
En Juan 20:1 leemos: “Y el primer día de la semana, María Magdalena fue de mañana al sepulcro, siendo aún oscuro; y vio quitada la piedra del sepulcro”. Queda claro, entonces, que Jesucristo resucitó un día domingo, o sea, el primer día de la semana. Ver además a Mateo 28:1, Marcos 16:2.
Aquí deseo salirme del tema por un minuto. Yo siempre había querido visitar a Israel y estaba seguro de que lloraría a mares en la muralla Kotel (הַכּוֹתֶל הַמַּעֲרָבִי) o como la llaman las personas que no son judías, el muro de lamentación. Pensé en todos mis antepasados judíos. El Kotel es la muralla más cerca de donde se encontraba el Templo, el cual fue derrumbado de tal forma, que no quedó una piedra sobre otra. Sabía que el Espíritu me iba a conmover. Sin embargo, no sentí nada, más bien un “no estoy aquí”.
Unas dos semanas más tarde me tocó visitar el Sepulcro del Jardín (גן הקבר), que fue descubierto no hace mucho, en 1867. Fue aquí donde le leí a mi linda esposa Juan 20:1–18, a unos pocos metros de la tumba de Jesucristo. Fue aquí donde sentí un Espíritu tan bello. El guía turístico que nos había acompañado en este viaje aprovechaba cada instante para hablar contra el cristianismo. Pero fue algo muy fortuito que el no estaba ahí cuando volvimos al bus, y compartí esas mismas escrituras con algunas personas sentadas adelante. Mas otros quisieron escucharlas y las volví a leer por medio del micrófono. Realmente puedo testificar que la resurrección fue algo real, verdaderamente, “ha resucitado”: “Y respondiendo el ángel, dijo a las mujeres: No temáis vosotras, porque yo sé que buscáis a Jesús, el que fue crucificado. No está aquí, porque ha resucitado, así como dijo. Venid, ved el lugar donde fue puesto el Señor. E id pronto y decid a sus discípulos que ha resucitado de entre los muertos; y he aquí va delante de vosotros a Galilea; allí le veréis. He aquí, os lo he dicho. Entonces ellas, saliendo del sepulcro con temor y gran gozo, fueron corriendo a dar las nuevas a sus discípulos” (Mateo 28:5–8a). Pero volvamos ahora, a nuestra conversación sobre el día del Señor.
Dos σάββατον [1]
Mateo 28:1 testifica: “Y pasado el día de reposo, al amanecer del primer día de la semana, vinieron María Magdalena y la otra María a ver el sepulcro”. En el griego se distingue algo bastante diferente en esta escritura: “Y pasado el Sabbatón [σάββατον], al amanecer del primer Sabbatón [σάββατον], vinieron María Magdalena y la otra María a ver el sepulcro”. O sea, pasando del Sabbat que estaba terminando al Sabbat que estaba iniciando: del sábado que estaba terminando, al domingo que estaba comenzando. Nótese una vez más el doble uso de la palabra σάββατον. “οψε δε σαββατων τη επιφωσκουση εις μιαν σαββατων ηλθεν μαρια η μαγδαληνη και η αλλη μαρια θεωρησαι τον ταφον”. La palabra día no aparece en ninguna parte.
En la versión Jubileo es traducida: “Hacia el fin del Sabbat, cuando comenzó a madrugar en el primero de los Sabbat, vino María Magdalena y la otra María a ver el sepulcro”, o “Now well along on the sabbath, as it began to dawn on the first of the sabbaths, came Mary Magdalene and the other Mary to see the sepulchre” (JUB). Vemos varias otras traducciones que destacan lo mismo:
“But late in sabbaths, at the dawning into first of sabbaths, Mary the Magdalene and the other Mary came to gaze upon the grave” (LITV); “And on the eve of the sabbaths, at the dawn, toward the first of the sabbaths, came Mary the Magdalene, and the other Mary, to see the sepulchre”(YLT) y “vespere autem sabbati quae lucescit in primam sabbati venit Maria Magdalene et altera Maria videre sepulchrum” (Vulgata Latina). Pienso que no necesitan traducción.
Jesucristo se les aparece a sus discípulos
En Juan 20:19 leemos, “Y al atardecer de aquel día, el primero de la semana, y estando las puertas cerradas donde los discípulos estaban reunidos por miedo a los judíos, vino Jesús, y se puso en medio y les dijo: ¡Paz a vosotros!” Aquel día tenía que ser el Domingo de resurrección, y las escrituras usan la palabra Sabbatón una vez más, σαββατων.
Ahora volvemos a la bellísima expresión mexicana, ocho días, para indicar una semana después. Leemos en Juan 20:26: “Y ocho días [ημερας οκτω] después, estaban otra vez sus discípulos dentro, y con ellos Tomás. Llegó Jesús, estando las puertas cerradas, y se puso en medio y dijo: ¡Paz a vosotros!” O sea, queda claro que fue justamente el próximo domingo, ya que los discípulos se estaban reuniendo ese día para participar de la Santa Cena “cada ocho días”.
Qué se trataba de la Santa Cena queda aún más claro en Hechos 20:7, “7 Y el primer día de la semana, reunidos los discípulos para partir el pan, Pablo les enseñaba, habiendo de partir al día siguiente; y alargó el discurso hasta la medianoche”. Y ya adivinó, no dice primer día de la semana, dice σαββατων, Sabbatón. Y así vemos que fue el primer día de la semana o domingo o el nuevo día de descanso, el día del Señor, el que fue y sigue siendo una conmemoración del día del Señor donde participamos de la Santa Cena.
George W. Crockwell cita a varios autores de la antigüedad para demostrar que los cristianos en los primeros siglos después de Cristo celebraban el día de reposo el domingo, incluyendo a Mosheim, Epístola a los Magnesians, Justín Martyr, Clemente de Alexandria y otros.
[1] Esta segunda parte del artículo, sobre los dos Sabbatón [σάββατον], está basada en un excelente libro o artículo cuyo nombre no recuerdo en este momento.
Fotos: Portada por jeremy-mura-XPeaOaCbeFk-unsplashtomadas. En el texto, por el autor, todos los derechos reservados.
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