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Las playas de la vida: ¿por qué los tiempos buenos no duran más? 

Las playas de la vida: ¿por qué  los tiempos buenos no duran más?

Diría que me había tocado un lugar difícil en la misión, pero ¿cuál de los anteriores había sido fácil?

Estaba en un pueblo pequeño y muy retirado. En aquel tiempo, la rama era pequeña y los pocos miembros divididos en bandas contrarias. Fueron tantas las puertas que toqué que desarrollé un método para no tocarlas de nuevo dentro del mismo mes. Algo de éxito habíamos tenido, pero no hasta después de bastante esfuerzo y muchas experiencias duras. Bautizamos a algunos miembros de una familia grande y enseñábamos a los que faltaban.

Fue entonces que me cambiaron a otro lugar.

Nuestro apartamento era grande—antes para cuatro misioneros. También tenía la mejor calificación que había visto en toda mi misión—importante porque hacía mucho frío y estábamos en pleno invierno.

Yo y mi compañero nos hicimos amigos inmediatamente. El barrio que me tocaba estaba mucho más fuerte que otros que había tenido y contábamos con mucho apoyo de los miembros.

Además, no tuve que empezar de cero—como casi siempre. Mi compañero ya enseñaba a algunas personas excelentes, las cuales se bautizaron. Era como si estuviera de vacaciones.

Entonces, me cambiaron de nuevo. Esta vez, fue al lugar más difícil de toda mi misión.

Después de viajar en el desierto por ocho años, el grupo de Lehi llegó a una playa tan buena que le dieron el nombre de Abundancia. Si fuera por Lamán y Lemuel, tal vez se habrían quedado allá para siempre. Los jareditas también llegaron a una playa bastante buena, tan buena que se quedaron cuatro años allí.

Pero esas playas no eran la Tierra Prometida. Eran un lugar de descanso y de recuperación que precedían a la última parte del viaje que quedaba antes de llegar a la Tierra Prometida. Esa penúltima área que me tocó era una playa, pero no era la Tierra Prometida.

Durante el transcurso de la vida, me ha tocado llegar a otras playas: épocas cuando todo me fue bien pero entonces, se me cambiaron unas cosas y me encontraba en alta mar, a la merced de los vientos y evitando caerme al abismo.

Un hermano de mi quórum de élderes hizo una observación parecida. Hace unos años, le comentó a su esposa, Creo que vamos a pasar por una prueba muy grande. Todo nos va bien. Nos va bien en el trabajo, en el matrimonio, con nuestros testimonios, todo.

Un tiempo después perdieron a su primer hijo.

A veces nos preguntamos ¿por qué? ¿Por qué las cosas no siempre me pueden ir bien? ¿Por qué no me puedo quedar en la playa?

El élder Neil A. Maxwell nos dio el porqué con palabras muy sabias:

La vida de uno no puede estar simultáneamente llena de fe y libre de pruebas…entonces, ¿por que ustedes y yo habríamos de esperar ingenuamente pasar con comodidad por la vida, como diciendo: “Señor, dame experiencia, pero no me des pesar, ni aflicción, ni dolor, ni oposición, ni traición, y, por cierto, no me abandones.

 ¡Evítame, Señor, todas las pruebas que han hecho de Ti lo que Tu eres! Y después, ¡permíteme morar contigo y participar plenamente de Tu gozo!”… Se requiere fe auténtica para resistir este doloroso pero necesario proceso de prueba.[i]

 ¿Le va bien con su llamamiento en la Iglesia? ¿Se lleva bien con sus familiares? ¿Está de buena salud? ¿Tiene una situación económica estable? Pues bien. Se encuentra en la playa.

Pero no se quede usted allí más de lo debido. La playa es una bendición especial, que se debe disfrutar, pero Dios no diseñó la vida para que fuese una playa eterna.

El Señor reprendió al hermano de Jared por tres horas después que se quedaron en la playa por cuatro años—en vez de progresar hacia la Tierra Prometida. Se les dio una sacudida divina a Lamán y Lemuel por intentar quedarse en la playa. Nosotros tampoco deberíamos evitar el viaje por mar que nos espera.

Los logros más grandes de la vida de Nefi se realizaron en la Tierra Prometida. Es así con nosotros también. Nos realizamos al máximo solo después de atravesar el océano de tribulaciones que nos separa de la Tierra Prometida.

No resistamos al Padre Celestial cuando nos saca de la playa. Echémonos al mar con confianza. Enfrentemos las olas y las tempestades con fe. Lo que nos espera al otro lado es aun mejor que cualquier playa que podemos encontrar.

[i]“Para que vuestro ánimo no se canse hasta desmayar” Neal A. Maxwell

https://www.lds.org/general-conference/1991/04/lest-ye-be-wearied-and-faint-in-your-minds?lang=spa

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