Fuente:Alejandra Pintos Anelo para El País de Uruguay
MONTEVIDEO, Uruguay.- El día comienza a las 6:30 de la mañana. Las hermanas Zegarra y Schaelling dedican las primeras horas al estudio de los libros sagrados. Se visten con el conjunto típico de una misionera mormona: pollera por debajo de las rodillas -al cuerpo pero no muy provocativa-, camisa y zapatos chatos. Se maquillan de forma delicada, para estar prolijas y femeninas. Permanecen impecables hasta el fin de la jornada, a las nueve de la noche.
Una vez listas salen a «proselitar», como ellas dicen. Llevan en su mochila todo lo que precisan: repelente, agua, abrigo, algún bocadillo, cámara de fotos, folletos informativos, imágenes de Jesucristo y las Sagradas Escrituras, o sea la Biblia, El Libro de Mormón, Doctrina y convenios y la hIstoria la iglesia y La perla de gran precio.
La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días (conocidos simplemente como mormones) tiene, según su base de datos, 15 millones de miembros en el mundo. De ellos 101.449 viven en Uruguay donde hay 152 capillas. El templo, sin embargo, es uno solo. Está ubicado en Carrasco y allí solo pueden entrar las personas bautizadas en esa fe, es un lugar que consideran sagrado.
Los misioneros pueden ser solteros de entre 18 y 25 años, solteras mayores de 19 o matrimonios jubilados. Los hombres solteros sirven como misioneros por dos años y las mujeres solteras por 18 meses. En 2012 la edad mínima se redujo. «A partir de que se redujo la edad se aumentó bastante el número de misioneros», señala Luis Ferrizo, presidente de la Zona Este de Montevideo. «Esto habla de un deseo más ferviente de esos jóvenes de salir de misión. También involucra un trabajo conjunto con los padres para incentivar a sus hijos para que sean misioneros».
En el mundo se estima que ese aumento fue de un 50% desde que se bajó la edad. La Iglesia calcula que 60.000 jóvenes mormones se marchan de misión todos los años. Unos 250 parten desde Uruguay.
Las hermanas Zegarra y Schaelling tienen 20 años y hace aproximadamente un año que están de misión en Uruguay. Zegarra es peruana y nació en una familia mormona. Todos los domingos iba a la iglesia, aunque sin mucha convicción. «A los 17 años me di cuenta de que tenía que hacer las cosas por mí misma, así que leí El Libro de Mormón y oré para ver si era cierto», recuerda. «Dios me respondió y ahora sé que la Iglesia es verdadera».
Dos años después decidió dejar la carrera de Medicina, sus amigos y su familia e irse de misión. «Quería compartir el gozo que yo siento con los demás, para que ellos también lo puedan sentir», dice con una sonrisa plácida. Pocos días antes de recibir su «llamamiento» -la carta con el destino asignado por el Profeta- su hermana soñó que ella iba a ir a Uruguay. Cuando abrió la carta supo que había sido una premonición. Meses después volaba a un país del que conocía solamente el dulce de leche que le había traído el padre de una amiga después de un viaje.
La hermana Schaelling nació a miles de kilómetros de Lima, en Utah (el centro neurálgico de la Iglesia), pero también tuvo una premonición sobre su destino. «Conocía a Uruguay solo por nombre, porque mi hermana y yo tomamos clases de español en el secundario», dice. «No aprendí nada, solamente que Uruguay se de dice U-ru-guay. A mí y a mi hermana nos encantaba decirlo, porque es diferente. Como tres días antes de que recibiera mi llamamiento estábamos bromeando y, no sé por qué, dije: `Uruguay`. Sólo porque nos encanta la palabra. Y después de que recibí mi llamamiento dije: «Bueno, Uruguay, Montevideo».
Los zapatos están gastados de tanto caminar, la suelas ya perdieron sus diseños originales, ahora solo son goma lisa. Sus piernas están marcadas por picaduras de mosquitos. Sin embargo nada parece quitarles la sonrisa de la cara. Todos los días recorren la zona de Carrasco y de Punta Gorda en busca de gente para hablarle de Jesús, de la Iglesia y el Evangelio. Saludan a cada una de las personas con las que se encuentran. «Usualmente empezamos las relaciones así, con un `hola, ¿cómo estás?`», cuenta la joven peruana.
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Fotografía: El País de Uruguay