El abuelo del Élder M. Russell Ballard, de los Doce Apóstoles, el Élder Melvin J. Ballard, también fue miembro del Cuórum de los Doce. Hace casi 98 años dio un discurso titulado, Three Degrees of Glory. O sea, un discurso sobre los tres grados de gloria.
El Élder Melvin J. Ballard se preguntó (algo basado en Jeremías 3:14, “y os tomaré uno de cada ciudad y dos de cada familia, y os llevaré a Sion”), “¿por qué será que algunas veces sólo uno de una ciudad u hogar recibe el Evangelio?” Su respuesta es conmovedora:
“Se me dejó saber que es porque los muertos justos que han recibido el Evangelio en el mundo de los espíritus se están ejercitando [o sea, orando], y en respuesta a sus oraciones, los élderes de la Iglesia son mandados a los hogares de sus descendientes para que el Evangelio pudiera serles enseñado, y ese descendiente en la carne [o sea, en esta vida mortal] entonces es privilegiado para llevar a cabo la obra para sus antepasados fallecidos. Quiero decirles que es con más gran intensidad que los corazones de los padres y madres en el mundo de los espíritus están tornados a sus hijos que ahora viven que lo que nuestros corazones están tornados hacia ellos”.
¿Cuántos de nosotros, antes de nacer, nos hemos comprometido con nuestros antepasados a llevar a cabo su obra vicaria en los Templos del Señor? Al leer las palabras del Élder Melvin J. Ballard, nos podemos dar cuenta de que, en realidad, la obra misional y la obra del templo están estrechamente vinculadas. No es coincidencia cuando los nuevos conversos han recibido un profundo testimonio del Evangelio de Jesucristo y ahora desean que sus antepasados sientan ese mismo gozo y privilegio, el de llegar a ser discípulos de Jesucristo. Y por eso deseen investigar su historia familiar y preparar nombres para llevar al Templo. ¡Qué gran privilegio!