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Mi Preparación Misional 

Mi Preparación Misional

(Nota del Editor: Este artículo de opinión fue escrito por un joven presbítero de la ciudad de Concepción, en él se pone de relieve la efectividad e importancia de la familia y actividades que han tenido a la juventud con un papel protagónico en ayudar a los jóvenes santos de los últimos días a permanecer activos en la Iglesia y trazar un curso de vida basado en el Evangelio sirviendo una misión.)

Por Daniel Inostroza

DESDE PEQUEÑO se me ha enseñado que debo servir una misión, se me ha enseñado sobre la obra misional y la importancia de estas. Mis dos padres sirvieron misiones de tiempo completo y siempre cuentan sus experiencias en la misión, sean espirituales o temporales, también me recalcan las cosas que debo hacer en la misión, como por ejemplo “¡Daniel!, haz tu cama, en la misión no estaré yo para hacértela” y la verdad que les agradezco mucho que me lo digan, pero también les digo que tienen que aprovechar la oportunidad de hacer mi cama y esas cosas, porque luego me iré, y por dos años no lo harán, y luego me iré de la casa y nunca más lo harán y extrañara hacerlo, entonces ahora tiene que hacerlo la mayor cantidad de veces posible y disfrutarlo.

Y bueno, como decía, desde pequeño me han ayudado a prepararme y aún lo hacen, siempre pensé que tenía el deseo de servir una misión, o más que el deseo, era algo que yo ya sabía que tenía que hacer, tal cual se que me casaré, que el próximo año cursare 4° medio, que daré la PSU y que luego de volver de la misión estudiaré una carrera profesional, o por lo menos era así hasta el año 2011 en la celebración de los 50 años de la Misión Chilena.

Ese año, el 2011, pasaron dos grandes sucesos. El primero, fue que un himno que no me gustaba mucho -no es que no me gustara ni nada de eso, solo que me aburría un poco- llego a ser uno de mis favoritos, ese himno es “A donde me mandes iré”. Antes de esa ocasión ese himno realmente me aburría, era lento y fome, y ni siquiera había pensado en leer bien la letra y saber que decía, pero esa noche, cuando fue la presentación, muchos misioneros juntos cantaron en coro “A donde me mandes iré, Señor, a montañas o islas del mar. Diré lo que quieras que diga, Señor, y lo que Tú quieras seré”. Nunca un himno había tenido ese cambio de significado tan drástico para mi, al escuchar eso, me di cuenta que esos misioneros, esos jóvenes, estaban dispuestos a dejar todo e ir a donde se les pidiera, porque amaban a su Dios, sentían y sabían que tenían el deber de representarle y de ayudar en esta obra. El segundo suceso está muy relacionado con el primero, esa noche, sentí la responsabilidad y la necesidad de servir una misión, ya no era algo que solo iba a hacer, era lo que yo quería hacer, lo que yo deseaba hacer y ese día supe que iba a servir una misión de tiempo completo, tuve la certeza de que lo que estaba haciendo era correcto y que no era solo servir una misión, era dar dos años de mi vida para la Obra del Señor, dos años que yo iba a dar al señor y que en esos años donde Él me mande iré, donde Él quiera que vaya iré, lo que El quiera que diga diré y lo que Él quiera que sea seré.

Luego de eso, vino el EFY, el renombrado EFY [También conocido como CEM, Conferencia especial para jóvenes multiestaca], en una charla el hermano Lamartine habló sobre la obra misional, de que nos teníamos que preparar y para terminar dijo que iba a cantar una canción que él había escrito. La verdad que yo pensé que sería muy gracioso que el cantar una canción, me extraño mucho, no era algo que había visto antes, que alguien como parte de su discurso cantara, que diera su mensaje cantando, era extraño hasta que, bueno, empezó a cantar y creo que a todos nos llego la canción, fue algo emocionante escucharlo cantar, el coro decía algo asi:

“Mensajero de la luz, vas al mundo a predicar
Vas con poderosa fe, a tu hermano a rescatar
Mensajero de la luz, hoy te envistes de poder
Y con inmensa humildad, vas al mundo a enseñar, la verdad.”

Ese día tuve nuevamente una confirmación de que yo debo servir una misión y sentí no la responsabilidad, sino el deber y la necesidad de forma urgente, de prepararme para servirle al Señor, y ser un mensajero de luz e ir a rescatar a mis hermanos, mostrarle la verdad.

Ahora, ¿Cuál es el objetivo de ser un misionero? Mis padres me decían que antes muchos iban a obtener un testimonio en la misión, que iban a hacer un cambio, pero ya no es así, solo deben ir los mejores, para que quienes vayan puedan hacer un trabajo eficaz en la misión. Por lo mismo, quienes vamos a servir una misión, debemos prepararnos desde antes, estar listos para servir una misión, debemos estar prestos, listos de forma física, espiritual y psicológica para empezar a servir de forma eficaz desde el primer día y para poder cumplir con el objetivo que tendremos como misioneros, pero ¿cuál es este objetivo?

Predicar Mi Evangelio dice: “Invitar a las personas a venir a cristo a fin de que reciban el evangelio restaurado mediante la fe en Jesucristo y su expiación, el arrepentimiento, el bautismo, la recepción del don del espíritu santo y perseverar hasta el fin.”

Algunas de las cualidades indispensables que deben tener los élderes que salen a predicar son: humildad, mansedumbre, amor sincero por el bienestar y la salvación de la familia humana y el deseo de establecer la paz y la justicia en la tierra entre los hombres, no podemos predicar el Evangelio de Cristo sin ese espíritu de humildad, de mansedumbre, de fe en Dios y de confianza en las promesas y palabras que nos ha dado, podremos aprendes muchas cosas del conocimiento de los hombres, pero eso no nos permitirá hacer estas cosas como lo hará la influencia orientadora del Espíritu de Dios.

Es preciso que los élderes que salgan al mundo a predicar se dediquen a cumplir su objetivo, cumpliendo los deberes de ese ministerio y esforzándonos con todas nuestras facultades por hacernos merecedores de efectuar esa obra y la forma de lograrlo es vivir de tal manera que estemos en compañía constante con el Espíritu de Dios. Para esto debemos estar dignos, ser limpios para que así el Espíritu de Dios pueda morar en nosotros. No podemos salir al campo misional y empezar a en ese momentos a tener el Espíritu Santo, debemos saber desde antes a reconoces los susurros del Espíritu. Con respecto a esto Doctrinas y Convenios sección 4 dice:

“He aquí, una obra maravillosa está a punto de aparecer entre los hijos de los hombres.Por tanto, oh vosotros que os embarcáis en el servicio de Dios, mirad que le sirváis con todo vuestro corazón, alma, mente y fuerza, para que aparezcáis sin culpa ante Dios en el último día.

“De modo que, si tenéis deseos de servir a Dios, sois llamados a la obra; pues he aquí, el campo blanco está ya para la siega; y he aquí, quien mete su hoz con su fuerza atesora para sí, de modo que no perece, sino que trae salvación a su alma; y fe, esperanza, caridad y amor, con la mira puesta únicamente en la gloria de Dios, lo califican para la obra.

“Tened presente la fe, la virtud, el conocimiento, la templanza, la paciencia, la bondad fraternal, piedad, caridad, humildad, diligencia.

“Pedid, y recibiréis; llamad, y se os abrirá. Amén.”

Debemos orar constantemente, no podemos olvidar al Señor en la mañana ni al medio día ni en la noche ni en ningún momento del día, al orar al Señor nos humillamos antes Él y lo reconocemos.

Debemos tener un testimonio del Espíritu de Dios, un testimonio de la Iglesia y del Evangelio porque los hombres no se convierten porque somos elocuentes ni por la oratoria, se convierten cuando se les persuaden de que nosotros tenemos la verdad y el Espíritu de Dios. Ésto se logra con el testimonio, cuando las otras personas mediante nuestro testimonio perciben la verdad.

Por lo mismo es importante que un joven antes de servir una misión lea el Libro de Mormón y los otros libros canónicos para que así puedan testificar de estas cosas.

Si es que vamos a servir en una misión debemos estar preparados de forma física, mental y emocional. Si he tenido problemas en alguno de estos ámbitos podría llegar a volver a tenerlos en la misión y este afectar en mi eficacia como misionero, y si es que no lo he tenido, debo preocuparme de optimizar cada una de esas áreas, para que se vuelvan en fortalezas y utilizarlas en el bien de la obra. Como dice en D. y C. 121:34:

“He aquí, muchos son los llamados, y pocos los escogidos. ¿Y por qué no son escogidos? Porque a tal grado han puesto su corazón en las cosas de este mundo, y aspiran tanto a los honores de los hombres, que no aprenden esta lección única: Que los derechos del sacerdocio están inseparablemente unidos a los poderes del cielo, y que éstos no pueden ser gobernados ni manejados sino conforme a los principios de la rectitud.”

Cada una de las cosas que debemos hacer en la misión, no son más que vivir el evangelio, que aplicar cada una de las doctrinas del evangelio, es ser un siervo del Señor y consagrarnos al 100%.

Cuando fue la Mini-Mision, tuve que ir lejos de mi casa, no muchos kilómetros, fue dentro de la misma región, pero a varios kilómetros de mi hogar, y por un fin de semana serví como un misionero, con un compañero que estaba sirviendo una misión de tiempo completo, y en esos días tuve aplicar cada una de las cosas que he aprendido en la Iglesia, ya sea en seminario, en la escuela dominical, todos los programas que tiene la Iglesia para nosotros y también las cosas que me ha enseñado mi familia. Y me di cuenta que de algo a servido todos estos años preparándome, pero también me di cuenta que aun falta, aun me faltan cosas, aun me queda tiempo para prepararme.

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