Hoy deseo tratar tres temas que están profundamente relacionados. El decidir ser felices, el trabajar para lograr lo difícil y el perseverar en nuestros desafíos de vida.
No hay nada que nos pueda traer más felicidad que ser discípulos de Jesucristo. Sabemos que “la maldad nunca fue felicidad” (Alma 41:10b) y no queremos hallarnos “en un estado que es contrario a la naturaleza de la felicidad” (Alma 41:11b). Es más, se nos enseña: “… procura ser misericordioso con tus hermanos; trata con justicia, juzga con rectitud, y haz lo bueno sin cesar” (Alma 41:14b).
El discipulado, eso sí, no nos quita los desafíos de la vida. Pero sí nos prepara para abordarlos de una manera mejor.
Jane Marczewski es una joven que ha sufrido de cáncer de mama y le han dado un 2% de probabilidad de sobrevivir. Al ser entrevistada, Jane mencionó algo que me tocó el corazón: “No puedes esperar hasta que la vida ya no sea difícil para decidir ser feliz”.
Esta vida no siempre será fácil y es importante mostrar gratitud constante y prepararnos para los desafíos que ya existen o vendrán. Los desafíos no sólo incluyen las enfermedades y las cosas trágicas de la vida, sino que además debemos trabajar infatigablemente para sacarle provecho a las oportunidades, tal como el estudio y aprendizaje constante; lidiar con un nuevo trabajo; o fortalecer el matrimonio y la familia.
Cada uno deberá enfrentar desafíos en la vida y podemos prepararnos mental y espiritualmente para abordarlos de la mejor manera posible y sin murmurar. Ya que Jesucristo sufrió todo lo que hemos sufrido, podemos apoyarnos en la expiación de nuestro Redentor, para poder enfrentar los desafíos de la vida.
“El no recibir la respuesta deseada a una oración ferviente y sincera es muy difícil”, explica el Élder Scott (“La confianza en el Señor”, Conferencia General, octubre de 1995). Él nos invita a preguntarnos, cuando estamos pasando por momentos dolorosos: “Qué debo hacer? ¿Qué aprenderé con esto? ¿Qué puedo cambiar? ¿A quién debo ayudar?”
El Élder Scott testifica, “Sé que estos principios de los que te he hablado son verdaderos y los he probado en el crisol de la experiencia propia. El reconocer la mano del Señor en tu vida y aceptar Su voluntad sin quejas es el comienzo, y esa decisión no eliminará las luchas que tendrás para tu progreso, pero te aseguro que es la mejor manera que existe de desarrollar fortaleza y comprensión”.
Cada uno de nosotros aceptó, antes de nacer, que nos someteríamos a la voluntad del Señor. En tiempos difíciles estas enseñanzas pueden brindarnos resultados muy positivos. Seguiremos teniendo pruebas, pero éstas serán mucho más llevaderas y frecuentemente nos proporcionarán una oportunidad para seguir creciendo.
¿Por qué es tan difícil?
El Élder Jeffrey R. Holland (La obra misional y la expiación) enfocó su discurso en lo difícil que es ser un buen misionero, pero podemos aplicar sus palabras a casi cualquier desafío en nuestras vidas. “¿Por qué es tan difícil? ¿Por qué no podemos tener éxito más rápido? … Estoy convencido de que la obra misional no es fácil porque la salvación no es una experiencia barata. La salvación nunca fue fácil. Nosotros somos la Iglesia de Jesucristo, ésta es la verdad, y Él es nuestro Gran y Eterno Líder. ¿Cómo podemos creer que podría ser fácil para nosotros cuando nunca fue fácil para Él?”
Como profesor de un proceso de mediación para fortalecer a los matrimonios y a las familias, por ejemplo, me he hecho estas mismas preguntas. El asunto es tan difícil y delicado que lo he comparado a la cirugía psicoemocional. El poder salvar un matrimonio tiene un valor infinito y es por lo que me pregunto, “¿Por qué es tan difícil formar mediadores? ¿No habrá alguna forma más fácil y sencilla?”
El Élder Holland agrega: “… para llegar a la verdad, para llegar a la salvación, para conocer aunque sea de manera mínima este precio que se pagó [hablando de la expiación], tengan que pagar una pequeña parte de ese mismo precio… Si se están preguntando si hay un modo más fácil, deben recordar que no han sido los primeros en hacerse esa pregunta. Alguien de mucha más grandeza se preguntó hace mucho tiempo si no habría una manera más fácil”.
La mayoría de los miembros saben que nuestro Redentor, en Getsemaní, oró para que pasara la copa amarga. Son pocos, sin embargo, que han notado que tres veces levantó nuestro Señor esta petición hacia el Padre (ver Mateo 26:39, 42, 44).
No tiene nada malo, entonces, orar para que nuestras copas amargas pasen, siempre y cuando sigamos el ejemplo del Salvador y aceptemos la voluntad del Padre. Es cuando llegamos a murmurar y a quejarnos cuando pisamos en arena movediza. ¿No sería, por ejemplo, lo que pasó con Satanás cuando rechazó el plan de la felicidad en nuestra vida preterrenal? ¿Acaso no quería Lucifer quitarnos todo sufrimiento y esfuerzo al oponerse al plan del Padre?
Perseverar hasta el fin
Élder Neal A. Maxwell discursó sobre la importancia de perseverar hasta el fin (Conferencia General, abril 1990), “En una de las raras ocasiones en que la voz misma de Dios se oyó, el Padre testificó diciendo: ‘Sí, las palabras de mi Amado son verdaderas y fieles. Aquel que persevere hasta el fin, este será salvo’ (2 Nefi 31:15). Entre todo lo que el Padre podía decir, ¿por qué hizo hincapié en la perseverancia? … porque Dios ha dicho repetidamente que organizaría la vida terrenal para que fuera una experiencia de probación (véase Abraham 3:25; Mosíah 23:21) … aun el ‘fuego de prueba’ no debe parecernos una ‘cosa extraña’ (1 Pedro 4:12)”.
El estudio –del evangelio y de otros temas– no es sólo para los jóvenes, sino que para todos sin importar la etapa de nuestras vidas. No siempre será algo fácil, pero la misma dificultad del proceso nos traerá felicidad al sobrepasar los desafíos asociados. Especialmente cuando recordamos que “La gloria de Dios es la inteligencia”. Sabemos que “Jesús creci[ó] en sabiduría, y en estatura y en gracia para con Dios y los hombres” (Lucas 2:52).
“Obtenemos conocimiento mediante ciertas experiencias”, nos indica el Élder Maxwell, “pero tenemos que obtenerlo poco a poco y en una cosa determinada. De ahí que este proceso sea continuo, y quizás se nos perdone por preguntar: ‘¿No hay otra manera?’ … Sin la perseverancia paciente y mansa, aprenderemos menos, veremos menos, sentiremos menos y oiremos menos”.
“Y de todos modos, mis hermanos”, continúa el Élder Maxwell, “¿cómo podría haber un fuego refinador sin que tuviéramos que soportar algo de calor? ¿O una mayor paciencia sin aguantar una espera que nos la enseñe? ¿O más comprensión sin llevar unos las cargas de los otros, no sólo para aliviar las de los demás, sino para que nosotros seamos iluminados por esa comprensión más grande? ¿Cómo podemos ser magnificados más adelante sin soportar algo de privación en el presente? … Más aun, se ha demostrado que el dolor puede expandir la mente y el corazón a fin de hacer lugar en ellos para el gozo que vendrá después … Entretanto, con esa perseverancia espiritual puede existir la felicidad en medio de la pobreza, la gratitud aun sin abundancia; hasta puede existir la mansedumbre en medio de la injusticia”.
Conclusión
No sé cuál sea el desafío más difícil por el que esté pasando. Las escrituras y las palabras de los profetas y apóstoles nos ayudarán a lidiar con estos momentos en nuestras vidas. Nos ayudarán a sobreponernos sobre las cosas difíciles. Cuando estemos cruzando por nuestro propio crisol de experiencias podemos acudir al Padre en oración para que la expiación de su Hijo Amado nos brinde el “bálsamo de Galaad” que tanto añoramos (Jeremías 8:22b).
Fotografía: gift-habeshaw-eR0dgeG1wqY-unsplash
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