El Obispado Presidente de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días es una organización de liderazgo central dentro de la Iglesia, que preside el Sacerdocio Aarónico y está encargada de la administración temporal y de bienestar de sus miembros. Además, supervisa los asuntos temporales tanto de la Iglesia en general como de los obispados locales. Este órgano ha desempeñado un papel fundamental en la administración de los recursos de la Iglesia y en la supervisión de programas clave desde su establecimiento en el siglo XIX.
El origen doctrinal del Obispado Presidente se encuentra en Doctrina y Convenios 107:15-17, donde se establece que el obispo preside el Sacerdocio Aarónico y tiene la responsabilidad de administrar los asuntos temporales de la Iglesia. Esta sección también especifica que debe actuar como juez en Israel y atender las necesidades de los pobres y necesitados.
Los orígenes del Obispado Presidente se remontan a 1831, cuando Edward Partridge fue llamado como el primer obispo de la Iglesia (Doctrina y Convenios 41:9-10). En ese entonces, su función principal era administrar los asuntos temporales de los santos, incluyendo la distribución de tierras y la implementación de la Ley de Consagración en Misuri. Con el crecimiento de la Iglesia y su posterior migración a Utah, se hizo evidente la necesidad de una estructura administrativa más compleja.
En 1847, bajo la dirección de Brigham Young, la Iglesia comenzó a organizar su administración en un modelo más formal, lo que llevó a la creación del Obispado Presidente como un órgano colegiado compuesto por tres obispos. En 1851, Edward Hunter fue designado como el primer Obispo Presidente formalmente reconocido con consejeros, estableciendo un modelo que continúa hasta la actualidad.
A lo largo del tiempo, el Obispado Presidente ha evolucionado en sus funciones. En sus primeras décadas, supervisaba la Ley de Consagración, la administración de las propiedades de la Iglesia y los programas de bienestar. También estuvo involucrado en la logística de la migración de los santos a Utah, proporcionando recursos y asistencia a los pioneros.
Uno de los hitos más significativos en su historia ocurrió en el siglo XX con la institucionalización del programa de bienestar en 1936, bajo la dirección de Harold B. Lee. Este programa, que sigue vigente, fue diseñado para ayudar a los miembros necesitados a ser autosuficientes a través del empleo, la producción de alimentos y otros recursos. La supervisión del programa de bienestar sigue siendo una de las principales responsabilidades del Obispado Presidente.
En la actualidad, el Obispado Presidente es responsable de la administración financiera y temporal de la Iglesia, incluyendo la supervisión de edificios y templos, los programas humanitarios, la asignación de recursos y el mantenimiento de registros eclesiásticos. También gestiona la producción y distribución de los materiales de la Iglesia, así como la operación de la red de almacenes del obispo y los centros de empleo.
Otra función clave del Obispado Presidente es la supervisión de los servicios de bienestar y ayuda humanitaria. A través de organizaciones como Latter-day Saint Charities, la Iglesia proporciona asistencia en casos de desastres naturales, crisis humanitarias y otras necesidades globales. Este programa ha permitido la entrega de ayuda en numerosas partes del mundo, independientemente de la afiliación religiosa de los beneficiarios.
El Obispado Presidente también colabora con la Primera Presidencia y el Cuórum de los Doce Apóstoles en la toma de decisiones relacionadas con la administración temporal de la Iglesia. También tiene la capacidad de encabezar el Consejo Común de la Iglesia en caso de acusación contra un miembro de la Primera Presidencia, según lo estipulado en Doctrina y Convenios 107:76-78, lo que es un símil al consejo de membresía. Si bien el obispado no tiene un rol doctrinal en la Iglesia, su función es crucial para el funcionamiento de la organización a nivel global.
A lo largo de su historia, el Obispado Presidente ha experimentado cambios significativos en su estructura y enfoque. Con la modernización de la Iglesia y el crecimiento global de sus miembros, se ha adaptado a las necesidades de una organización con presencia en casi todos los países del mundo.
Entre las particularidades del Obispado Presidente, destaca que sus miembros no son seleccionados de entre los apóstoles, sino que tradicionalmente son llamados de entre los setenta o de otros líderes experimentados de la Iglesia. Esta distinción subraya su naturaleza administrativa y no doctrinal dentro de la jerarquía de la Iglesia. A pesar de no ser obispos en el sentido tradicional como líder de una congregación local, los tres miembros del Obispado Presidente reciben el título de «obispo».
El tiempo de duración en el cargo del Obispo Presidente y sus consejeros no está fijado por un período específico, sino que dependen de la revelación y las decisiones de la Primera Presidencia, aunque en un comienzo era un llamamiento vitalicio. Generalmente, estos llamamientos pueden durar varios años.
Si bien el Obispado Presidente ha desempeñado un papel crucial en la gestión de los recursos de la Iglesia, ha habido momentos en los que su labor ha sido objeto de escrutinio. Por ejemplo, el manejo financiero de la Iglesia ha sido un tema de interés público, en especial debido a la reserva de fondos y la transparencia en la administración de los diezmos. Sin embargo, la Iglesia ha reiterado que estos fondos se administran con responsabilidad para garantizar la continuidad de sus programas y el bienestar de sus miembros.
El liderazgo actual del Obispado Presidente sigue comprometido con la visión de la Iglesia de ayudar a los necesitados y administrar sus recursos de manera eficiente. A través de programas de autosuficiencia, desarrollo humanitario y expansión de infraestructura, el Obispado sigue desempeñando un rol fundamental en el crecimiento de la Iglesia.
El papel del Obispado Presidente también ha sido clave en la construcción y mantenimiento de los templos. Con el anuncio de decenas de nuevos templos en los últimos años, la supervisión del diseño, adquisición de terrenos y construcción recae en gran medida en este organismo. En este contexto, en los últimos años se ha puesto un énfasis especial en la gestión responsable de los recursos naturales, implementando nuevas tecnologías para hacer más eficiente el uso del agua y reducir el impacto ambiental en la construcción y mantenimiento de los edificios de la Iglesia.
A medida que la Iglesia continúa su expansión global, se espera que el Obispado Presidente siga evolucionando en sus funciones y adaptándose a las necesidades de una comunidad diversa y en crecimiento. Su enfoque en la administración responsable de los recursos sigue siendo un pilar fundamental de la estructura organizativa de la Iglesia.
Actualmente, el Obispado Presidente está compuesto por el obispo Gerald Caussé (61, Burdeos), el obispo W. Christopher Waddell (65, Los Ángeles) y el obispo L. Todd Budge (65, Pittsburg, California).