Muchos votantes cristianos han trazado una línea en la arena en sus pensamientos políticos y su toma de decisiones que se centra en un asunto: el aborto. Y, así como en la mayoría de las preguntas difíciles de la vida, no hay una respuesta sencilla. Quiero abordar el tema desde mi perspectiva como cristiano y como santo de los últimos días. Comencemos con la teología.
¿Cuándo comienza la vida? No puedo hablar por todas las religiones, pero no hay ninguna doctrina santo de los últimos días sobre cuándo exactamente comienza la vida. Algunos argumentan que esta comienza en el momento de la concepción, pero ninguna escritura o comentario histórico da una claridad definitiva.
Desde la perspectiva de las Escrituras, la vida comienza cuando el cuerpo recibe el “aliento de vida”. Médicamente eso ocurriría en el momento en que los pulmones del feto son capaces de respirar de manera independiente. Sin embargo, todas las mujeres que han tenido hijos saben que la vida se mueve dentro de ellas mucho antes que ambas definiciones. San Agustín batalló con esta cuestión y escribió que “la ley no ha querido que fuera un homicidio, porque todavía no puede llamarse alma viva la que está en un cuerpo que carece de sentidos”. No hay una política doctrinal definitiva y oficial en la teología santo de los últimos días que haga saber sobre este asunto tan básico.
Ahora, permítanme desviarme un poco hacia el área de la especulación teológica. Tenemos una teología única en lo que llamamos el Plan de Salvación. El Plan es básicamente que vivimos una vida preterrenal tomamos decisiones allá que nos permitieron venir a la tierra a obtener un cuerpo y ganar la experiencia de la humanidad.Allí se presentaron dos planes, uno fue el plan de Lucifer, que aseguraba el que todos tomaríamos decisiones correctas debido a que no tendríamos libre voluntad, y el plan del Padre, que nos daba la libre voluntad. Ese otorgamiento de libertad garantizaba que sufriríamos en el mundo y nos permitirá tomar buenas y malas decisiones. Algunas de esas decisiones provocaría daño tanto a nosotros como a la humanidad. Escogimos seguir el plan del Padre, sabiendo los riesgos, ya que queríamos un cuerpo así como el del Padre Celestial y la oportunidad de aprender por medio del ejercicio del albedrío. Para mitigar esos riesgos, Cristo tomaría sobre Él, por medio de la expiación, el dolor, el sufrimiento (merecido o no) y los pecado que experimentaríamos. Los ejes de este plan serían el albedrío, el recibir un cuerpo, y la Expiación de Cristo.
¿Negaría un amoroso Padre Celestial una existencia terrenal a un espíritu que en un momento habitó un cuerpo abortado? Todo lo que sé sobre el Padre y el Hijo, el Plan y la doctrina, me muestra que Dios desea que todos sus hijos experimenten la plenitud de gozo. Como resultado, simplemente no puedo creer que aquellos espíritus destinados a recibir los cuerpos que fueron abortados no vayan a tener otra oportunidad. De otra manera, se frustraría por completo el propósito del Plan y Dios no sería un Dios amoroso por negar de esa oportunidad a sus hijos.
¿El aborto es un asesinato? “De lo que yo sé, el Señor no considera esta transgresión un asesinato” (Russel M. Nelson, Conferencia General, abril 1958. Aquellos que participan, pagan o realizan una aborto pueden estar sujetos a la disciplina de la Iglesia. La Iglesia condena el “aborto electivo por conveniencia personal o social”, pero permite el procedimiento en casos de violación, incesto, defectos severos del feto o cuando la vida o salud de la madre está en serio peligro.
No confundamos el que la Iglesia condena el aborto electivo pero, al mismo tiempo y a diferencia de muchas iglesia, no “apoya ni se opone a iniciativas legislativas o manifestaciones públicas sobre el aborto” (Ensign, marzo 1991). En resumen, la Iglesia enfatiza su rol de “enseñar los principios correctos”, considera el criterio informado y la competencia de los facultativos médicos, permite excepciones compasivas y, en última instancia, defiende el albedrío moral. Esto pone a la Iglesia de Jesucristo en una posición que se contrapone a la mayoría de los movimientos provida, por lo cuales ha sido criticada. De hecho, algunos manifestantes evangélicos han acusado a la Iglesia en las conferencias generales de la Iglesia y en otras instancias por no ser suficientemente antiaborto o cristiana.
¿Qué pasa con quienes han tenido abortos? En los últimos treinta años he ocupado llamamiento en la Iglesia que me han puesto en la posición de aconsejar a mujeres que han tenido abortos en algún momento de sus vidas. Recuerdo la primera vez, yo tenía 28 años de edad y no mucha experiencia de vida o de liderazgo en la Iglesia al servir como consejero de un presidente de misión. Le pregunté al presidente de misión, quién además era autoridad general, en cuanto a cómo proceder. Estaba nervioso y estaba seguro de que la mujer en cuestión también lo estaba. El presidente de misión enfatizó en que era el momento de mostrar extrema compasión y de asegurarle que la Expiación de Cristo sanará el dolor que cargan, en algunos casos, por décadas. Al entrevistar personas a lo largo de los años, he tenido muchas de esas reuniones al servir como consejero de cuatro presidentes de misión y como presidente de misión. Puedo recordar los rostros de cada hermana con las cuales me reuní y el gozo que sintieron al tener a alguien que le ofreciera palabras de amor y compasión.
Hay una experiencia que fue especialmente conmovedora para mi. Fue con una mujer mayor en Santiago, Chile, que había llevado un dolor en su corazón por 60 años. Estas mujeres tomaron decisiones dolorosas y merecen compasión, no condenación, y esa compasión es exactamente lo que ofrece la Iglesia.
¿Esfuerzos legislativos para terminar con el aborto? Para aquellos que llamar a dar término a todo tipo de abortos y la revocación del fallo del caso “Roe contra Wade” en los Estados Unidos, la pregunta es ¿cuál es el resultado que buscan? ¿Quieren volver a los días de la criminalización del aborto? Algunos lo quieren. ¿Quieren poner a las mujeres en la cárcel? Eso contrasta con la verdadera respuesta compasiva cristiana.
En los 50 años que han pasado desde el fallo de “Roe contra Wade” tanto las cortes liberales como conservadoras han ratificado el fallo. Ellos entienden que cuando el aborto es legal la tasa de aborto cae. La Iglesia de Jesucristo nunca exigido o propuesto la prohibición o criminalización del aborto.
¿Debe ser una meta común el reducir los abortos? La mejor manera de afrontar el aborto es reduciendo la incidencia de los embarazos no deseados. La mitad de los embarazos en este país son no deseados y, es estos, la mitad termina en abortos. Los embarazos no deseados pueden reducirse significativamente si mostramos un compromiso verdadero a: 1) una completa educación que incluya información médica adecuada en cuanto a abstinencia y anticoncepción; 2) cobertura de seguro y servicios para planificación familiar a partir de fondos públicos; 3) mayor acceso a anticonceptivos; 4) programas que frenen la violencia intrafamiliar y el abuso sexual; 5) financiamiento público en base a las necesidades para servicios de adopción.
Claramente, las mujeres que puedes evitar un embarazo no deseado no tienen que tomar la difícil decisión si tener o no un aborto. Desafortunadamente, aún con todos las medidas de apoyo enumeradas en el párrafo anterior, siempre habrá embarazos no deseados ya que los métodos de control de embarazos son tan confiables como lo somos los seres humanos. Por lo mismo, cuando una mujer se encuentra en con un embarazo inesperado, hay una segunda salida positiva para reducir el aborto al asegurarle los medios para dar a luz y crear un hijo en salud y seguridad. Una de las razones más comunes por las que una mujer elige abortar es porque sienten que no pueden solventar un hijo (u otro hijo). Al proveer genuinas oportunidades de educación y carrera, salud, cuidado infantil, vivienda, servicios para niños discapacitados y otros servicios básicos de apoyo para las jóvenes de todos los niveles económicos muchas tendrían los recursos que necesitan para cumplir con las serias obligaciones que acarrea la maternidad.
Por último ¿qué pasa con los hombres? Una mujer no puede quedar embarazada por sí sola. Estoy sorprendido de que el foco siempre está en las mujeres y rara vez en los hombres. Los hombres necesitan que se los hagan responsables. No es tan difícil prevenir un embarazo y se necesita compartir la responsabilidad con los hombres. Aún cuando suene extraño relacionar a los hombres con el aborto no lo es, ya que las mujeres no llegan a tener un embarazo no deseado sin ellos.
Conclusión. Desafortunadamente, el tema del aborto es candente y parece haber pocos puntos en común o aún poca voluntar de tener una discusión para abordarlo. La políticas y la posición doctrinal Iglesia de Jesucristo no cae en extremos ni en el área “provida” (criminalizar todos los tipos de abortos) ni en el área liberal “proelección”. Llamar a todos los demócratas “matabebés” y a todos los republicanos “antimujeres” está mal. Como cristianos santo de los últimos días, debemos ser parte de la solución para reducir los abortos por criminalización sino que por compasión. Claramente, eso es lo que el Evangelio enseña.
Mi súplica es que bajemos el tono de la discusión y paremos la política de los eufemismos que toman este asunto tan complicado y los convierte en eslogans de campaña. Donde más he aprendido de este asunto es en conversaciones con docenas de mujeres con quienes he hablado en los últimos 30 años y del gozo que ellas sienten cuando alguien las escucha sin condenarlas. Espero que todos nosotros nos pongamos del lado de la compasión y no del rigor ni la retórica desinformada.
Este es un artículo de opinión donde el autor expresa su punto de vista el cual es de su exclusiva responsabilidad y no necesariamente representa la posición de FaroALasNaciones.com o la de alguna otra institución.