Por Emanuel Retamal, para LosMormones.org
Tuvieron que pasar varios años antes de que en territorio chileno pudiese legislarse y aprobarse algún tipo de ley que fuera alternativo del orden inicialmente establecido para las familias.
El mes de enero del año 2015 ha sido controversialmente histórico por las implicancias que el aprobado proyecto de ley; “Acuerdo de Unión Civil”, ha conllevado a la sociedad chilena en general.
Desde luego que la magnitud y la trascendencia de esta iniciativa ha producido una gran escala de reproches, cuestionamientos y, entre otros una célebre aceptación, sin embargo, ¿Qué opina un joven santo de los últimos días en cuanto a estos cambios o variaciones producidas en la medula de las familias tradicionales?
No obstante se nos enseña a amar y a respetar a cada uno de los hijos espirituales del Padre Celestial, y a actuar de manera responsable y tolerante para con cada uno, inclusive para con aquellos que no piensan como nosotros. Creemos también en que no existen los sustitutos a las leyes de Dios, él es un ser eterno, así como también su ley.
Como miembros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, creemos que “el matrimonio entre el hombre y la mujer es ordenado por Dios y que la familia es fundamental en el plan del creador para el destino eterno de sus hijos” (La Familia: Una proclamación para el mundo).
Las leyes terrenales podrán cambiar o ser modificadas, verse expuestas a votaciones o a marchas masivas y todavía la voluntad de Dios y su ley para con sus hijos permanecerá vigente e intacta.
Creemos en la familia (ya antes definida) como el núcleo elemental en el desarrollo de la sociedad y en el de las naciones en un sentido global.
Creemos también en la palabra de los apóstoles y profetas contemporáneos y en su amonestación categórica que en conjunto declara:
“Advertimos que la desintegración de la familia traerá sobre las personas, las comunidades y las naciones las calamidades predichas por los profetas antiguos y modernos”
Los jóvenes santos de los últimos días creemos en la defensa de la familia, aquella que se compone por un padre responsable que provee tanto temporal como espiritualmente, y en una madre que cría y entrega a sus hijos los principios y valores necesarios que les lleven a un desarrollo exitoso como ciudadanos responsables.
Cualquier otra variación o distorsión de este sagrado vínculo no concuerda con las enseñanzas divinamente establecidas por un amoroso Padre Celestial que nos observa, protege y ama.
Exhortamos a su vez a un mundo cada vez más sumergido en la intolerancia, en la impulsividad y en la violencia, a ejercer respeto por la diversidad de pensamiento, así como también nosotros reclamamos ese mismo derecho, aun cuando no sean los mismos principios e ideales los que gobiernen nuestras vidas en común.