En estos momentos quizás algunos tengamos más tiempo de lo normal para prepararnos para la apertura de los templos e inundarlos con los nombres de nuestros antepasados para que en ellos podamos llevar a cabo la obra vicaria por ellos. De esta manera estaremos prestándole atención a las enseñanzas de Presidente Russell M. Nelson, de recoger a Israel de ambos lados del velo.
Quisiera compartir algunas citas que han tocado mi corazón, y que me encantan compartir, en relación con la obra del templo e historia familiar.
1. El Élder Melvin J. Ballard testificó que la obra misional aquí en la tierra está estrechamente vinculada con la obra del templo e indudablemente tendremos más éxito cuando apreciamos ese vínculo: “Se me dejó saber que es porque los muertos justos que han recibido el Evangelio en el mundo de los espíritus se están ejercitando, y en respuesta a sus oraciones, los élderes de la Iglesia son mandados a los hogares de sus descendientes para que el Evangelio pudiera serles enseñado, y ese descendiente en la carne entonces es privilegiado para llevar a cabo la obra para sus antepasados fallecidos. Quiero decirles que es con más gran intensidad que los corazones de los padres y madres en el mundo de los espíritus están tornados a sus hijos que ahora viven que lo que nuestros corazones están tornados hacia ellos” (The Three Degrees of Glory, Elder Melvin J. Ballard Of the Council of the Twelve Apostles, Sermons and Missionary Services of Melvin J. Ballard, pp. 234–261, Delivered at the Ogden Tabernacle).
2. El hermano Frederick William Hurst compartió este relato maravilloso. Me gusta, ya que vemos que las personas que han pasado de esta vida a la próxima recordarán los testimonios que hemos compartido con ellos y que en el mundo de los espíritus tendrán otra oportunidad de escuchar el Evangelio aunque no lo hayan hecho aquí en la tierra. Puedo testificar de la veracidad de este principio y que nuestros testimonios sinceros serán recordados por las personas al morir.
“Frederick William Hurst trabajaba como minero en una mina de oro en Australia cuando escuchó por primera vez a los misioneros [de la Iglesia de Jesucristo de los] Santos de los Últimos Días predicar el Evangelio restaurado. Él y su hermano Charles se bautizaron en enero de 1854. Él trató de convertir a los demás miembros de su familia, pero lo rechazaron a él y a las verdades que enseñaba. Fred se mudó a Salt Lake City cuatro años después de haberse unido a la Iglesia y sirvió fielmente como misionero en varios países. También trabajó como pintor en el Templo de Salt Lake. En una de las últimas anotaciones en su diario personal, escribió: ‘Alrededor del 1 de marzo de 1893, me encontraba solo sentado a la mesa del comedor, ya que todos se habían ido a acostar, cuando para mi sorpresa, mi hermano mayor Alfred entró y se sentó enfrente de mí y me sonrió. Le pregunté (ya que se veía tan natural): ‘¿Cuándo llegaste a Utah?’ Me contestó: ‘He venido del mundo de los espíritus; éste que ves no es mi cuerpo, el cual descansa en una tumba. Lo que quiero decirte es que cuando estabas cumpliendo tu misión, me hablaste mucho acerca del Evangelio, de la vida venidera y de que el mundo de los espíritus es tan real y tangible como la tierra misma. En ese momento no te creí, pero al morir y llegar allí y verlo por mí mismo, me di cuenta de que me habías dicho la verdad. Asistí a las reuniones de los mormones’. Luego levantó la mano y dijo con una gran calidez: ‘Creo en el Señor Jesucristo con todo mi corazón. Creo en la fe, en el arrepentimiento y en el bautismo para la remisión de los pecados, pero sólo hasta allí puedo llegar. Estoy esperando que tú hagas la obra por mí en el templo… Estamos muy pendientes de ti… Todos estamos esperando que tú estés al frente de esta gran obra. Quiero decirte que hay muchos espíritus extraordinarios que lloran y se lamentan porque tienen familiares aquí en la Iglesia que no se preocupan ni hacen nada por ellos’ (Diary of Frederick William Hurst, comp. Samuel H. e Ida Hurst, 1961, pág. 204).”
Finalmente, deseo compartir una cita del Presidente Lorenzo Snow, quien habla de un tema muy bello, el que muchos hayamos acordado, antes de nacer, de llevar a cabo la obra por nuestros antepasados.
El Presidente Lorenzo Snow enseñó: “No vinimos a este mundo de manera accidental; vinimos por un propósito especial, e indudablemente vinimos a esta vida por medio de ciertos arreglos [hechos] en la otra vida donde morábamos. Ahora bien, en los templos efectuamos una gran obra a favor de nuestros antepasados fallecidos. De cuando en cuando hemos recibido importantes manifestaciones de que Dios aprueba la labor que realizamos en los templos. Las personas que trabajan a favor de sus antepasados han experimentado las más extraordinarias manifestaciones. La obra que estamos realizando es grandiosa. Durante el curso de nuestra labor en los templos se han bautizado miles de personas a favor de sus [antepasados] fallecidos…” (Enseñanzas de los Presidentes de la Iglesia: Lorenzo Snow, capítulo 10). Tengo un testimonio que el Espíritu de Elías, o sea, el Espíritu Santo, nos ayudará en esta obra.