Lo que elige un padre compartir con sus hijos cuando se sabe próximo a la muerte tiene que ser selecto y de gran valor. Lo que el rey Benjamín escogió compartir con sus hijos fue nada menos que las Escrituras, tal como entonces se tenían recopiladas. A lo que se estaba refiriendo es a lo que ahora conocemos como las planchas de bronce, esa colección de escritos que fueron rescatados por los hijos de Lehi de las manos de Labán y que para ellos eran el volúmen principal de sus escrituras. Entonces les instruyó sobre el por qué estas escrituras eran tan importantes para la civilización recién formada unos pocos años atrás con la fusión de los pueblos de su padre, Mosíah I, y del pueblo de Zarahemla.
Los argumentos que él proporcionó nos dan mucha orientación sobre el contenido e importancia de las planchas de bronce. Nos dejan vislumbrar lo que significaban para ellos y, por extensión, nos brindan una mayor comprensión sobre lo que las escrituras deben representar también para nosotros. Me gustaría compartirte este domingo algunas de las lecciones que se pueden extraer del consejo e instrucción que el rey Benjamín compartió en privado con sus hijos, y reflexionar contigo sobre la trascendencia y significado de las Escrituras, con esta dimensión tan especial que el rey Benjamín les proporcionó. Puedes leer estas reflexiones en el artículo «El valor de las planchas de bronce«. Y claro está, después de la lectura me encantará conocer tus comentarios.
