Por Raúl Salinas
San Miguel ha sido de las comunas pioneras de a la Iglesia en Chile. Ya en los años 60 se estableció la primera rama en el sector ubicada en Ingeniero Budge donde actualmente se encuentra el centro de estaca de San Miguel. Mi madre tuvo el privilegio de bautizarse en esa casita en el año 1966 donde ella misma ayudó a construir los cimientos, de lo que sería un eslabón fuerte de Sión en esa parte de Santiago. Esta estaca, antes de ser como la conocemos, sufrió varios cambios como todas las unidades, a medida que la iglesia prosperaba. La Cisterna, San Ramón, San Joaquín, Pedro Aguirre Cerda, Lo Espejo pasaron por San Miguel en años anteriores. Actualmente, de los matrimonios obreros del templo oriundos de Norteamérica coincidentemente han servido misión en Chile en esos años y pasaron por San Miguel. uno de ellos Elder Hayden asistió junto con su esposa a una reunión con nosotros y pasó por los sectores donde estuvo, preguntando por sus conversos y expresando su potente testimonio del evangelio.
Hasta hace 8 meses el centro de estaca ya mencionado, anteriormente ubicado en Ingeniero Budge, se sometió a las reparaciones correspondientes a los estándares fijados por la Iglesia en la construcción de centros de reuniones, cada cierto tiempo, junto con la tecnología, estas remodelaciones han sido frecuentes con el pasar de los años, para dar mayor comodidad y confort a la membresía y, principalmente, para que el Santo Espíritu pueda morar en la casa de Dios.
Esto hace alusión, análogamente hablando, a los pioneros y sus constantes viajes y éxodos en todo el siglo XIX. Cuando un centro de reuniones es sometido a remodelación, la congregación se cambia hacia otro centro de reuniones que comúnmente está más alejado del barrio donde nosotros vivimos. Eso nos da como resultado realizar un esfuerzo adicional para asistir al edificio y participar de las reuniones, sumado a eso miembros que no cuentan con un medio propio de transporte, familias numerosas y gastos en locomoción. Sin embargo el Señor ha dicho: “ Y si guardas mis mandamientos y perseveras hasta el fin, tendrás la vida eterna, que es el mayor de todos los dones de Dios”. (DyC 14:7). Así como nuestros pioneros hicieron el esfuerzo de llegar al Gran Valle del Lago Salado para gozar de las bendiciones prometidas, así el Señor nos promete abundancia si cumplimos con Su palabra. Otro fenómeno que ocurre es el hecho de demostrar mayor amor hacia nuestros hermanos por medio del servicio y la diligencia. Se ha comprobado, por experiencias espirituales, que cada vez que hay remodelación de capillas hay un desarrollo de los atributos cristianos en pos del socorro de quien lo pueda necesitar. Ejemplifico: servicio por llevar a aquellos hermanos que no tienen vehículo o sufren de alguna discapacidad, compartir con la gente del otro barrio con el cual se comparte el edificio, mayor amor por el evangelio en todos sus ámbitos y el fortalecimiento fehaciente de nuestro testimonio como hijos de Dios.
Esta semana se nos entregó el edificio remodelado. Con una belleza única tendremos el programa de puertas abiertas y, para albergar a toda la comunidad y cumplir con lo que nuestros líderes han dicho, será referente a la obra misional. Quizá, lo más significativo es la inscripción que se encuentra ubicada bajo el logo de la Iglesia que dice “VISITANTES BIENVENIDOS”. Es un gozo tremendo cuando un edificio es entregado pero es más gozoso saber que a través de él es una herramienta fundamental para la expansión del evangelio y nuestra perfección como santos. Y como se cumple la escritura es “una casa de orden, una casa de Dios.