El estudio ha jugado un papel importante en mi vida.
Voy a enfocarme, en este artículo y el siguiente, en la revelación personal asociada con el estudio y la búsqueda del conocimiento.
Nuestro querido presidente Russell M. Nelson nos ha amonestado: “Nunca ha sido más imperativo saber cómo escuchar los susurros del Espíritu que ahora. Haga lo que sea necesario para aumentar su capacidad espiritual para recibir revelación personal”.
Aunque existen importantes excepciones, la mayoría de las revelaciones que he recibido que están asociadas con el estudio, han llegado después que “he dado mis mejores esfuerzos”, los que muchas veces han implicado años de esfuerzo. Mis experiencias no serán iguales a las suyas, por supuesto.
El Libro de Mormón, un libro de 588 páginas, fue traducido por el profeta José Smith en aproximadamente 65 días, o sea, a una velocidad de unas 9 páginas al día, por medio de la revelación. Traducido de una lengua antigua y caracteres que no sólo eran antiguos, sino que hace mucho tiempo han dejado de existir. Una vez publicado, los ajustes al texto del Libro de Mormón han sido relativamente mínimos.
En contraste, mi primer libro académico para la Universidad de California me tomó diez años, dedicándole típicamente entre 50% a 90% de mi tiempo laboral. Utilicé tantos borradores, que llené un amplio cuartillo con ellos. Esa primera edición tendría unas 200 páginas. Mis dos libros académicos han pasado por múltiples ediciones y los he traducido del inglés al español y del español al inglés. En un día puedo traducir unas cuatro páginas de mis propios escritos.
Mediación interpersonal
En 1992 tuve la oportunidad de mediar por primera vez. Si hubiera sabido entonces lo que comprendo ahora sobre el proceso de mediación, nunca hubiera aceptado el desafío de parte de un empresario. Él me invitó a resolver un conflicto arraigado entre dos de sus mecánicos.
Me encerré en un cuarto a orar y buscar la guía del Espíritu. Éste me mostró que debía llevar a cabo una reunión preliminar con cada uno de los mecánicos por separado. En estas reuniones debería enfocarme principalmente en escuchar y posteriormente en compartir algunas herramientas de negociación.
La instrucción del Espíritu fue que después de estas reuniones preliminares, debería juntar a ambos mecánicos y ubicarlos uno frente al otro mientras que yo me debía sentar lejos de ellos, a una distancia de unos cuatro metros. De esta forma les dejaría el protagonismo a ellos. Esa primera mediación fue todo un éxito, no por mí, sino porque los involucrados hicieron el trabajo necesario.
El proceso de mediación es algo muy complejo y ahora lo comparo a la cirugía psicoemocional. En ese entonces me atreví, encomendándome al Señor, a involucrarme. Después del gran éxito, compartí los métodos que me mostró el Espíritu con varios expertos en la materia de mediación y recibí comentarios de desaprobación.
En un principio fue considerado como un modelo muy controversial ya que violó las normas más fundamentales de ese entonces. Se trata de un proceso en que se le ayuda a las personas sin coerción, ya que paso a paso conservan su albedrío moral. Es por eso que se llama Mediación dirigida por los individuos.
Me hace pensar en la Escritura que se encuentra en Lucas 5:37, que “nadie echa vino nuevo en odres viejos”. O sea, el Espíritu me mostró a mí, cuando era un joven académico de la Universidad de California, ignorante completo de las metodologías de mediación que se destacaban en esos años, como mediar conflictos relacionales a la manera del Señor.
Más de una década después, sentado en una conferencia de la Asociación Internacional de Resolución de Conflictos, una que se llevó a cabo en Japón ese año, uno de los expositores habló muy favorablemente de la metodología sin saber que yo estaba presente. Hoy en día ha recibido aprobación y aceptación mundialmente. Insisto, sin embargo, que es el método del Señor para resolver conflictos arraigados relacionales. Yo simplemente tuve la gran bendición de ser el portavoz del Señor al darla a conocer.
El Señor me dejó saber, de joven, que el Libro de Mormón era verdadero sin ningún esfuerzo de mi parte. Sin embargo, he pasado el resto de mi vida, desde que me bauticé a los diecinueve años, estudiando el Evangelio. El Señor me mostró, sin ningún esfuerzo de mi parte, como mediar, pero después de este primer éxito, pasé años estudiando cada artículo y libro de mediación que pude encontrar.
O sea, sí pagué el precio, pero después de la revelación inicial. Eventualmente publiqué un libro basado en la luz y conocimiento que recibí del Espíritu a través de los años de estudio. Mientras que los pilares principales del modelo no han cambiado, el modelo se ha ido puliendo a través de los años.
Enseñaos el uno al otro palabras de sabiduría
En Isaías 28:10 leemos, “línea sobre línea, línea sobre línea, un poquito allí, otro poquito allá”. Y en el Libro de Mormón vemos esto ampliado: “Pues he aquí, así dice el Señor Dios: Daré a los hijos de los hombres línea por línea, precepto por precepto, un poco aquí y un poco allí; y benditos son aquellos que escuchan mis preceptos y prestan atención a mis consejos, porque aprenderán sabiduría; pues a quien reciba, le daré más; y a los que digan: Tenemos bastante, les será quitado aun lo que tuvieren” (2 Nefi 28:30).
Siempre me he preguntado por qué el Señor usa este patrón de darnos un poco a la vez. He llegado a comprender que cada vez que publico algún libro, sobre cualquier tema, que una semana después ya voy a aprender cosas nuevas y mi comprensión aumentará. Y sentiré la necesidad de publicar una nueva edición del libro.
Me encanta la escritura: “Y por cuanto no todos tienen fe, buscad diligentemente y enseñaos el uno al otro palabras de sabiduría; sí, buscad palabras de sabiduría de los mejores libros; buscad conocimiento, tanto por el estudio como por la fe” (DyC 88:118).
El patrón que utiliza el Señor en las reuniones de la Iglesia es justamente este. La inspiración y revelación no siempre llega por intermedio del maestro, o de la persona que dirige la reunión, sino por medio de los participantes.
Asimismo, leemos estas bellas palabras en DyC 88:122, “Nombrad de entre vosotros a un maestro; y no tomen todos la palabra al mismo tiempo, sino hable uno a la vez y escuchen todos lo que él dijere, para que cuando todos hayan hablado, todos sean edificados de todos y cada hombre [y mujer] tenga igual privilegio”.
Hace varios años se me invitó a trabajar como profesor voluntario para la Fundación Creo Familia aquí en Chile. Muchos de los refinamientos al modelo de mediación han llegado por medio de mis alumnos en diferentes partes del mundo.
En varias circunstancias, en un principio parece que los alumnos se han equivocado al implementar uno u otro aspecto del modelo. Pero el Espíritu me ha permitido distinguir entre las equivocaciones y los refinamientos inspirados. Mi trabajo, entonces, ha sido el de ser susceptible a los susurros del Espíritu que me dejan saber cuáles son los cambios inspirados.
Emma Sánchez, de México, aportó un tremendo afinamiento al proceso. Al finalizar una reunión preliminar, ella debería haber hecho una reflexión empática (un tipo de resumen de lo escuchado), y después preguntar, en forma tentativa, lenta, suave y breve, “¿Qué está sintiendo?”
Emma, en cambio, después del reflejo empático le dijo al usuario, “Te voy a dar un momento y después te voy a hacer una pregunta”. Este “momento” se ha convertido en “la pausa Emma”.
Esa pausa artificial la hacemos durar entre uno a varios minutos. Ha tenido un tremendo impacto para bien en los usuarios, los que suelen abrirse aún más después de la pausa Emma. Tanto, que la hemos incorporado como una técnica de gran importancia en cada reunión preliminar.
Varios alumnos han mejorado el proceso por medio de sus aportes inspirados. Realmente hemos seguido lo que indica Doctrina y Convenios, “enseñaos el uno al otro palabras de sabiduría” y “todos sean edificados de todos”.
Aunque en el mundo académico se me ha dado crédito por el modelo de Mediación dirigido por los individuos, insisto que es el Señor el que nos ha guiado todo este tiempo, tal como en el próximo ejemplo.
Escucha empática fluida
Una parte transcendental de este modelo de mediación está asociado con la importancia de escucharle a los usuarios que están involucrados en los conflictos. Mientras que me quedó muy claro que fue inspiración lo que recibí antes de mi primera mediación, en cuanto a la mecánica del proceso, otras cosas no han sido así.
Me explico, leí un libro sobre la escucha activa de parte de Carl Rogers y el Señor me iluminó la mente. Por 17 años le di crédito al autor de ese libro por la forma en que comprendí esa escucha. Mis alumnos de mediación, incluyendo psicólogos profesionales, me han dicho, a través de los años, de que el modelo de escucha que utilizo tiene poco que ver con la escucha activa de Rogers, a quién yo le había dado crédito en las primeras cinco ediciones del libro.
Recientemente me he dado cuenta, que fue una inspiración del Espíritu que ocurrió mientras leía. Se trata de un modelo de escucha empática completamente original que me mostró el Señor, pero no lo reconocí como proveniente de él hasta el año 2020. ¿Cuántas veces hemos recibido inspiración o revelación de parte del Señor y no nos hemos dado cuenta?
En resumen, la escucha activa trata de escucharle a los usuarios y hacerles buenas preguntas para que ellos sigan hablando. En contraste, el modelo que utilizo, la escucha empática fluida, es uno en el que escuchamos sin interrumpir. Respetamos las pausas por largas que sean. Las personas llegan a escucharse a sí mismas.
Resumen
Podemos recibir revelación para obtener ayuda divina en todos los aspectos de nuestra vida. El Señor se complace con ayudarnos a conocer “la verdad de todas las cosas” (Moroni 10:5). En algunas ocasiones el Señor “abrirá las ventanas de los cielos” (Malaquías 3:10) cuando le pedimos ayuda, o aún antes de que pensemos en solicitarla, pero también espera que nos esforcemos y hagamos nuestra parte.
En la segunda parte de este artículo, veremos otro ejemplo que demuestra cómo el Señor nos bendice con inspiración y revelación.
Fuentes
Fotografía por Clay Banks de Unsplash
Los interesados pueden descargar la última edición del libro Mediación dirigida por los individuos, o leer el artículo que se encuentra en la Revista de Mediación, Hacia una escucha empática fluida.
[…] En la primera parte de este artículo compartí un ejemplo de mi vida laboral y cómo el Señor me tomó de la mano y ayudó por medio de la revelación personal. […]