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Escudriñad las Escrituras

Salvación de Eternidad 

Salvación de Eternidad

De joven pienso que el curso más aburrido era la gramática. Ahora de adulto, la encuentro muy interesante y especialmente en relación con mis estudios del hebreo bíblico. Hace unos días descubrí una enseñanza de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, justamente por el estudio de la gramática.

Estoy aprendiendo sobre la cadena constructa (Hebrew Construct Chain en inglés) en Basics of Biblical Hebrew (3ª edición, Gary D. Practico y Miles V. VanPelt). Los autores explican que no existe la palabra “de” en el hebreo bíblico. “En cambio”, ellos explican, “el hebreo expresa el sentido de la palabra “de” (posesivo) en cuanto a la relación entre dos sustantivos por lo que se denomina la cadena constructa”. Los autores explican que el primer sustantivo en la cadena es un eslabón que tiene una forma constructa y el último una forma absoluta (la misma que sirve para buscar la palabra en un diccionario). Estoy simplificando ya que como en toda gramática, siempre hay excepciones. No es necesario que entremos en más detalles para cumplir con el propósito de estas palabras, pero un par de ejemplos podrían ser útiles.

Por ejemplo, el Príncipe de Paz (שַׂר־שָׁלֹֽום) está compuesto de las palabras príncipe-paz. Uno debe agregar el “de”, Príncipe de Paz. Un segundo ejemplo es el de “Lugar de ríos” (מְקוֹם־נְהָרִ֥ים) compuesto por las palabras lugar-ríos, que se convierte en “lugar de ríos” en ciertas situaciones en las que existen las cadenas constructas.

Por cada principio que voy aprendiendo, me gusta buscar ejemplos bíblicos, los que voy anotando y creando tarjetas de estudio. En un lado de la tarjeta escribo la palabra, expresión o frase en hebreo y al otro lado su traducción. Tengo un programa que me permite hacer búsquedas muy rápidas a través de la Biblia y la ocupé para encontrar ejemplos de la cadena constructa.

Es así como llegué al versículo Isaías 45:17, y me encontré con las palabras en una cadena constructa,

תְּשׁוּעַ֖ת עוֹלָמִ֑ים.

La primera de estas (el hebreo se lee de derecha a izquierda) es תְּשׁוּעַ֖ת, salvación, y עוֹלָמִ֑ים, eterno o sin fin. Literalmente, sería salvación de eternidad, aunque se traduce salvación eterna, salvación sempiterna, o salvación sin fin.

Sentí el Espíritu en su papel de maestro y en su papel de recordador y en su papel de testificador de Cristo, lo que me llevó a pensar en otra escritura del mismo tipo, tormento sin fin (DyC 19:6), y condenación eterna (DyC 19:7). Entonces escribí, “salvación de Eternidad”, pensando, “salvación de Dios”.

Los invito a repasar los versículos del DyC 19, del 4 al 12, pero aquí sólo veremos del 10 al 12. “Pues he aquí, el misterio de la divinidad, ¡cuán grande es! Porque, he aquí, yo soy sin fin, y el castigo que por mi mano se da es castigo sin fin, porque Sin Fin es mi nombre. De ahí que: Castigo eterno es castigo de Dios. Castigo sin fin es castigo de Dios”.

Ahora volvamos al versículo de Isaías que estaba estudiando y nos encontramos con: “Israel será salvo por Jehová con salvación eterna” (Isaías 45:17). En una forma más literal, leeríamos “Israel será salvo por Jehová con salvación de Eternidad”. O sea, una salvación de Jehová. El mismo Jehová, el Alfa y la Omega que le habló a José Smith en DyC 19.

Con todo mi corazón deseo testificar que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, nuestro Redentor y la cabeza de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, la que lleva Su nombre.

Fotografía: Momentmal de Pixaby

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