Ya han pasado seis semanas desde que el tifón Yolanda golpeó la parte central de las Filipinas, dejando a más de 5.500 personas muertas, más de 2.600 personas dañadas y aún hay más de 1.700 desaparecidas. Y a pesar de que todos los misioneros pertenecientes a las ciudades afectadas por el tifón se encuentran a salvo, 38 miembros de la iglesia murieron ese día y aún hay siete que se encuentran desparecidos, además las distintas estacas sufrieron la suspensión de todas sus reuniones dominicales para mantener a salvo a sus miembros mientras todo se restablece en el país.
Recordemos que durante todo este tiempo, la iglesia ha sido un apoyo para todos los afectados, utilizando 29 de sus centros de reuniones como albergues para muchas personas afectadas y enviando socorro básico para la comunidad, lo que incluye comida, agua, ropa de cama, kits de higiene, ropa, artículos de cocina y purificadores de agua.
Y a pesar de los destrozos físicos que dejó el tifón, el cual destruyó más de 1.1 millón de casas y dañó 62 edificios de la Iglesia, se ha informado que los servicios dominicales se han restablecido en todas las iglesias del país, desde el pasado Domingo 15 de Diciembre, e incluso los misioneros de la zona han reportado el establecimiento de la Estaca número 88 en el país.
Con lo anterior, y a pesar de los tiempos difíciles, los miembros de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días en Filipinas comienzan a retomar sus vidas dentro de la Iglesia y gozar de las bendiciones de asistir a la reunión sacramental y clases dominicales.
Entiendo lo de las personas muertas y desaparecidas, pero…¿dañadas?