Este es el segundo de una serie de artículos redactados en un esfuerzo conjunto de los Servicios para la Familia SUD del Área Sudamérica Sur de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días y El Faro Mormón con el fin de poner al alcance del conocimiento de más miembros de la Iglesia los servicios que esta provee para sus miembros que afrontan ciertos desafíos emocionales, familiares y psicológicos, entre otros. El primero fue: «Las adicciones son superables».
Algunos estudios demuestran que cerca del cien por ciento de los adolescentes en la actualidad quedarán expuestos a la pornografía para cuando se gradúen de la escuela secundaria. También se descubre que los santos de los últimos días “no son diferentes en lo que respecta a la incidencia ni a la magnitud de las adicciones sexuales”.
Los padres de hoy, al igual que el pueblo de Ammón, no pueden pelear las batallas espirituales de sus jóvenes; no obstante, pueden aprender a reconocer las heridas espirituales que esa guerra causa y armar a sus hijos para que sepan defenderse (véase Alma 53).
Aunque muchos digan que la pornografía es normal o aceptable, eso es incorrecto. No puede ser normal cuando afecta a las personas y familias, y en nuestro caso, daña el espíritu. Hemos aprendido que la pornografía se ha involucrado negativamente en las familias y está arrasando el mundo, y ni siquiera los miembros de la Iglesia nos escapamos sin ser afectados. Ahora es un problema mucho más grave y se va volviendo cada vez peor.
Lamentablemente, algunos han rechazado el consejo de nuestros profetas y han caído en las redes de ese material obsceno para descubrir que el hábito de la pornografía es sumamente difícil de romper.
El presiente Gordon B. Hinckley, en la Conferencia General de octubre de 2004, leyó la siguiente carta:
“Hace poco falleció mi esposo de treinta y cinco años… él tuvo un conversación con nuestro buen obispo después de la última intervención quirúrgica. En seguida, esa misma noche, vino a decirme que había sido adicto a la pornografía. Necesitaba que lo perdonara antes de que muriese. Además, me dijo que se había cansado de llevar una doble vida – había tenido muchos llamamientos importantes en la Iglesia -sabiendo que, al mismo tiempo, se hallaba en las garras de ese “otro amor”. Me quedé atónita, lastimada, me sentí traicionada y agraviada. No me fue posible prometerle el perdón en aquel momento, pero le rogué que me diese tiempo…. examiné mi vida matrimonial y comprendí que la pornografía había producido un efecto devastador en nuestro matrimonio desde el principio. Ahora me queda lamentar no sólo su partida, sino también una relación que pudo haber sido hermosa, pero que no lo fue”.
Al hablar con los jóvenes de la naturaleza sagrada de nuestro cuerpo y de la procreación, seremos capaces de ayudarles a comprender y a evitar los peligros espirituales, emocionales y físicos de la pornografía.
Es importante que como padres, amigos y familiares, podamos estar enterados de cómo poder ayudar a quienes se ven afectados, ya que no solo se dañan ellos sino que su entorno muchas veces se ve muy afectado.
La psicóloga Karin Cerpa, magister en psicología y asociada a los Servicios para la Familia SUD del Área Sudamérica Sur, comenta:
“Hay que recalcar lo destructiva y dañina que es la pornografía ya que rápidamente se puede transformar en una adicción. Produce un daño en la persona a nivel social, emocional y físico. Nuestro cerebro almacena todas las imágenes pornográficas que ve durante toda nuestra vida y estas nunca se borran.
Esto lleva, con el tiempo, a que se produzca una distorsión de la imagen del cónyuge y de las demás personas, ya que todo se ve de manera sexual. La persona se vuelve muy egoísta, sólo preocupada de su autosatisfacción.
En los jóvenes, puede producirse además, problemas en la identificación de su identidad y tienen un aprendizaje sobre la sexualidad totalmente distorsionado de la realidad”.
Quienes tienen problemas con la pornografía muchas veces sienten una vergüenza debilitante que degrada su autoestima. Algunas de las señales de la pérdida de autoestima incluyen el mal desempeño en la escuela o trabajo, la falta de interés en actividades y la falta de disciplina.
Como miembros de la Iglesia debemos tomar las recomendaciones de nuestros líderes y acudir a pedir la ayuda necesaria ya que incluso Servicios para la Familia SUD, está grandemente comprometido con esta ayuda actualmente.
¿Por qué la ayuda de un profesional?
La hermana Carolina Pérego, psicóloga y asociada a Servicios Para la Familia SUD del Área Sudamérica Sur, dijo el 16 de febrero de este año:
“Porque la pornografía, como santos de los últimos días, es considerada fuera de lugar, puede volverse una adicción, una adicción de las más difíciles con las que podríamos lidiar, ya que la imagen mental se instala en nuestro cerebro y es muy difícil de erradicar. No así como otras adicciones donde el elemento adictivo se puede “quitar” del alcance del adicto. Por esto es importante recurrir a un profesional que pueda ayudarnos en este recorrido de alejar estas imágenes mentales, cuando estas se han vuelto parte de nuestros pensamientos”.
Los obispos desempeñan una función vital en la recuperación y reciben inspiración y guía para ayudar a las personas mientras se esfuerzan por superar esos problemas. Puede que la adicción haya avanzado hasta un punto tal que se necesita más ayuda.
¿Cómo encontrar la ayuda?
Con el fin de ayudar a quienes luchan contra esta adicción, hace más de un año que la Iglesia lanzó el sitio sobreponersealapornografía.org
El élder M. Russell Ballard, del Quórum de los Doce, sugirió a los líderes del sacerdocio que “de ser necesario, pueden derivarlos [a las personas con adicciones] a un consejero capacitado y autorizado y a los Servicios para la familia SUD. No es mi intención dar a entender que todas las personas necesitan acudir a un consejero. Pero en algunos casos puede resultar apropiado”.
Hay otro recurso, el Programa para la Recuperación de Adicciones, disponible a través de los Servicios Para la Familia SUD, que es un recurso gratuito y confidencial para las personas que están teniendo problemas con adicciones, así como para sus familiares si es necesario. Los participantes en el programa aprenden a aplicar los principios del Evangelio como ayuda para experimentar no sólo el arrepentimiento, sino también la recuperación por medio de la expiación de Jesucristo. Investigaciones indican que la recuperación se favorece cuando las personas y parejas participan en terapias de grupo.
El hermano Juan Carlos Barros gerente de los Servicios para la Familia SUD del Área Sudamérica Sur comparte con nosotros que:
“Quién tiene problemas con la pornografía, debe saber que no está perdido, que sus cercanos y el Señor aún lo aman y que hay una salida. El presidente Hinckley ha dicho: ‘Suplique al Señor desde lo más profundo de su alma que Él le quite la adicción que le ha esclavizado. Y ruego que tenga la valentía de buscar la amorosa guía de su obispo y, de ser preciso, la asesoría de humanitarios profesionales’”.
Gracias por compartir tan valiosa información y así instarnos a querer librarnos de las adicciones, que ha y ayuda disponible y que hay hermanos y hermanas que velan por nuestro bienestar.
[…] a la pornografía para cuando se gradúen de la escuela secundaria”, según se lee en un artículo anterior publicado por EFM en conjunto con los Servicios para la Familia […]
Arturo Alfonso López Báez