No estoy seguro por qué he sido bendecido con un testimonio y un conocimiento de que Dios vive y que Jesús es el Cristo. Que La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días es la Iglesia Restaurada de nuestro Salvador y Redentor. Sin duda, un testimonio es sagrado y vale la pena atesorarlo por sobre todas las cosas.
En un vuelo, un hombre que decía ser ateo estaba sentado al lado del joven Boyd K. Packer, antes de que él fuera llamado como una Autoridad General. “Sentí la necesidad de expresarle mi testimonio” recordó el Élder Packer años después:
“— Está equivocado —le dije—; hay un Dios. ¡Yo sé que El existe!
— No lo sabe; ¡nadie lo sabe! ¡No puede saberlo!— protestó él.”
Por un pequeño momento el joven Packer no supo qué decir. Pero pronto se le iluminó la mente.
“— Permítame preguntarle si conoce el sabor de la sal.
— Claro que sí —fue su respuesta.
— ¿Cuándo fue la última vez que la probó?
— En la cena que nos sirvieron en el avión.
— Usted cree que sabe qué sabor tiene la sal— le dije.
— Conozco perfectamente el sabor de la sal— insistió él.”
Después de este tipo de razonamiento, el joven Packer le pidió al viajero a que describiera el sabor de la sal.
“— Pues se puede decir que no es dulce ni amarga.
—Con eso usted me ha dicho el sabor que no tiene, pero no el que tiene.»
No hay nada más común que el sabor de la sal, pero su descripción no es posible para el que no la ha probado.
«— Sé que Dios existe» continuó Boyd K. Packer. «Usted ridiculizó ese testimonio diciéndome que, si yo verdaderamente lo sé, debo ser capaz de explicarle exactamente cómo lo sé. Mi amigo, hablando desde el punto de vista espiritual, he probado la sal. De todas maneras, no me es posible comunicarle verbalmente cómo he adquirido ese conocimiento de la misma forma que usted no ha podido decirme qué sabor tiene la sal. Pero le repito, ¡Dios existe! ¡Es un Dios vivo! y simplemente porque usted no lo sabe, no trate de decirme que yo tampoco lo sé, ¡porque yo sí lo sé!”
Las palabras que comparte el Élder Packer me estremecen. He tenido experiencias similares a la que tuvo el joven Packer, en las que el Espíritu me ha iluminado la mente en cuanto a lo que debería decir.
Una de mis escrituras favoritas es: “Lo que es de Dios es luz; y el que recibe luz y persevera en Dios, recibe más luz, y esa luz se hace más y más resplandeciente hasta el día perfecto” (DyC 50:24).
En momentos como estos, el Espíritu comparte con nosotros esa luz en una forma muy clara. Estoy convencido que el compañero de viaje del joven Boyd K. Packer no pudo quitarse de la mente las palabras de ese servidor de Cristo.
Yo siento un tremendo agrado y felicidad en poder compartir mi testimonio que el Santo de Israel es Jesucristo, el Jehová del Antiguo Testamento, el Jesucristo del Nuevo Testamento. Fue el conocimiento que adquirí al leer el Libro de Mormón.
Fuente: Élder Boyd K. Packer, Lampara de Jehová, 8 de diciembre de 2015.