Un Misionero escribe una poderosa carta a la familia de su compañero que retorno a casa tempranamente, Una que todo misionero necesita leer.
De Elder Cameron Condie | Jun. 22,2017
La carta a continuación es una carta que hemos republicado con permiso de Elder Cameron Condie y de la familia de Elder Cayden Cazier:
Mi nombre es Elder Condie. Estoy sirviendo en la misión Harare, Zimbabwe y en los últimos dos meses y medio tuve la bendición de servir al lado de Elder Cayden Cazier.
Desde el tiempo de nuestra niñez, nosotros los hombres jóvenes, en la Iglesia recibimos un bombardeo de consejos, dirección, y guía de los lideres, padres, y amigos acerca de la importancia de servir una misión honorable de tiempo completo. Cantamos canciones en la primaria como, “Espero que me llamen a una misión,” “Quiero ser un misionero ahora”, y, ”Traeremos al mundo su verdad,” y participamos en la escuela dominical, Sacerdocio, y en la clase de preparación misional, todas estas centradas en el mensaje de una misión honorable de servicio.
Con un celo desenfrenado y determinación fluyendo a través de nuestros cuerpos, partimos hacia el mundo. Sueños de contactar miles y bautizar cientos llenan las mentes de cada misionero nuevo o misionera nueva, y de muchos, las primeras tres semanas del CCM traen la ansiedad de estar en el campo a casi un nivel insoportable.
Entonces algo interesante pasa.
La realidad entra en juego.
El cómodo, y relativamente seguro ambiente del CCM es quitado bruscamente, y los misioneros son tirados de cabeza a una extraña, brutal, y dura vida nueva. Las reglas son estrictas, los compañeros son desagradables, los horarios son apretados, la comida es mala, el estar en las condiciones que vivimos es difícil, los bichos son atroces, nuevas enfermedades aparecen, y desde el principio… sonreímos y lo soportamos. Nos aguantamos y nos ponemos a trabajar.
Pero lentamente las cosas comienzan a cambiar.
Para muchos, ser exactamente obediente es la primera cosa que se debe hacer. La vida misional es complicada, y para hacer frente a tales exigentes expectativas, algunos Elderes y Hermanas no se preocupan de sus estándares.
“Ah… Solo dormiré un poquito. No pasa nada.”
O
“No saldremos del departamento hasta las 2 o 3. Cosas peores pueden ocurrir.”
A medida que los meses pasan, y la situación no parece mejorar, otras cosas empiezan a salir en la lista de prioridades.
Eventualmente, algunos de estos Elderes y Hermanas obtendrán alguno de estos títulos.
- El Misionero Cansado
- El misionero Muerto
El Misionero Cansado usualmente se refiere a alguien que pierde toda su energía en los primeros 6-12 meses, y corre la carrera en un lamentable estupor de medio esfuerzo.
El Misionero Muerto… Ellos solo se acuestan en el camino y no tienen motivación para volverse a levantar. Ellos son una barrera y una carga para aquellos que todavía están dando lo mejor de si.
En esta Iglesia (especialmente en Utah) hay un cierto nivel de juicio, ridículo, y vergüenza innecesaria dirigida a aquellos que, por alguna razón u otra, son forzados a retornar a casa temprano de su misión. Las razones detrás de los retornos son diversas, y van desde cualquier tipo de depresión, indignidad, nostalgia, enfermedades, atracción al mismo sexo. Sin importar las circunstancias detrás del retorno, una destructiva mentalidad es a menudo al acecho dentro de las paredes del Barrio. Una mentalidad que saca su fea cabeza fuera de su escondite y tira comentarios como:
“No… ellos no tenían la fe suficiente para quedarse en la misión.”
“Hmmm…“RAZONES MÉDICAS”. CLAAARO.”
O los más auto-referentes,
“Yo me quedé en mi misión, y mi enfermedad fue MUUCHO peor. No sé de qué se está quejando.”
Lo más trágico acerca de estos comentarios, son las fuentes de las que provienen. Porque estas no son de gente apóstata, o no-creyentes, o de una galería de cacahuates de afuera de las que estamos hablando, más bien, nos referimos a pagadores de diezmo, guardadores de mandamientos, miembros que frecuentan los templos de una Iglesia que profesa seguir a Jesucristo. He visto obispos, presidentes de estaca, líderes de mujeres y hombres jóvenes, padres, hermanos, y amigos reaccionar, en este momento de amor y apoyo necesitado, no con amor o con entendimiento, sino con juicio y desdén.
Hay muchas mujeres jóvenes que tienen sueños de casarse con un, *comillas en el aire* Misionero Retornado *comillas en el aire*. Cuando se enteran de que un joven retorno a casa tempranamente de su misión, a pesar de haber sido honorablemente relevado, las respuestas que he escuchado no son de las mejores.
“Disculpa, estoy buscando casarme con alguien que tenga un poco más de fe…”
Elder Cazier está volviendo a casa temprano por razones médicas. En los últimos dos meses lo he visto luchar y trabajar y batallar con un debilitador dolor de estómago. Ha soportado sus problemas con paciencia y humildad, dando lo mejor de si, nunca se quejó o dejo que sus dolores se metieran en su trabajo. El ha “perseverado hasta el fin” y lo he visto luchar y batallar y orar y ayunar acerca de tomar la decisión de retornar a casa temprano. El no ha buscado una manera fácil de salir de algo difícil, él ha buscado la voluntad del Señor y la fuerza para aceptarla. El ha dado lo mejor que ha podido, y está retornando a casa sin esfuerzos malgastados, sin haber tenido a esos títulos antes mencionados manchar su nombre. Si tienen dudas… Tomen mi palabra. Fue por serios problemas médicos, y eso es todo.
El ha servido honorablemente. Solo que El Señor tiene diferentes planes para él en estos momentos.
Elder Cazier durante su misión en Zimbabwe
En pocas palabras… si estás juzgando a un misionero que ha retornado a casa temprano (Yo también lo he hecho… Sé que es difícil no hacerlo)
Tan solo deja de hacerlo.