La verdad, muchas veces pensé que exageraban cuando escuchaba la frase “una semana en PFJ te cambia la vida”. Pero era cierto, yo no lo sabía, hasta que lo viví.
(NOTA DEL EDITOR: Artículo escrito por Paula Marilaf, quien es corresponsal y columnista de moda y vestuario de El Faro Mormón, quién sirvió la semana pasada como consejera directora de la tercera sesión del PFJ en Casablanca)
¿Qué es PFJ?
Se le conocía antes como EFY (sigla en inglés de Especially For Youth o, en español “Especialmente para jóvenes”). Es una conferencia de 5 días para hombres y mujeres jóvenes entre 14 y 18 años y su objetivo es “crear un ambiente de revelación” y ¡Vaya que sí lo hace!
Todas las actividades giran en torno a un tema, el de este año es “Si, venid a Cristo, y perfeccionaos en él, y absteneos de toda impiedad” (Moroni 10:32). Debido a la cantidad de actividades diarias dentro del limitado tiempo, los jóvenes tienen un horario muy estricto que cumplir, levantándose y acostándose temprano. También hay normas generales muy estrictas, como el no uso de aparatos electrónicos y celulares, apariencia personal, comportamiento y trato hacía los demás. Todo esto con el objetivo de crear ese ambiente de revelación que se espera.
Este es el segundo año que se realiza en Chile y la mayoría de las sesiones se hacen en el predio propiedad de la Iglesia “Cumorah” ubicado en Casablanca (V región). Tuve la oportunidad de asistir a la sesión Casablanca 3 como consejera directora y realmente pude ver el milagro de PFJ.
El programa está muy bien hecho, es una mezcla de actividades espirituales como devocionales y clases, combinados con actividades de diversión tales como juegos y bailes. Más que nada, guía a los jóvenes a como reconocer y seguir la guía del espíritu y como ellos pueden “Venir a Cristo”. A medida que pasan los días, se va notando el cambio gradual de los jóvenes, quienes aprenden a ponerse metas y cumplirlas, cómo estudiar las escrituras por medio de diferentes técnicas y cómo enseñar a otros los temas del evangelio. Algunas de las oportunidades importantes de enseñanza son los devocionales matutinos preparados por ellos, la actividad de “compartir el evangelio” en donde enseñan lecciones del capítulo 3 de Predicad Mi Evangelio al igual como un compañerismo de misioneros y la actividad de Hombres y Mujeres Jóvenes en donde responden preguntas relacionadas al tema de PFJ.
Al comenzar el programa, se les separa en diferentes compañías (que están subdividas en grupos) y quedan con jóvenes que no conocen, lo cual lo hace un poco complicado para ellos al inicio, pero al pasar el tiempo y entre tantas actividades, empiezan a formar amistades como muchos de ellos dicen “eternas” y pasan a ser una gran familia. Cada grupo consta de 8 a 11 jóvenes generalmente y está a cargo de un “consejero” (que si es un hombre debe ser un misionero retornado y si es mujer debe ser mayor de 20 años, los cuales han estado preparándose por unos 4 meses en largas capacitaciones). Ellos pasan a ser como sus “padres” esos días, pues los chicos no pueden estar solos en ningún momento, tienen que ir acompañados por sus consejeros incluso al baño. Por ende, se forman lazos muy fuertes y únicos con ellos también, ya que los apoyan, se preocupan por ellos, los consuelan (muchos viven situaciones difíciles en sus vidas y ven a sus consejeros como grandes amigos en donde encuentran mucho amor y ayuda) y les enseñan cada día sobre diferentes principios del evangelio. Por esto mismo, la labor de los consejeros es muy importante, ya que son los que tienen el mayor contacto con los jóvenes.
Una de las actividades que marca a los jóvenes es la reunión de testimonios realizada el jueves en la tarde, en donde hay mucha emoción y lágrimas, es uno de los momentos más especiales de la semana. La mayoría comienza diciendo “yo no quería venir pero ahora no me quiero ir”. Se pudieron ver milagros, cosas que se veían casi imposibles de lograr con los jóvenes el primer día se pudieron alcanzar y aún más, escucharlos hablar en esta reunión de forma totalmente diferente, aumenta la fe de cualquiera y confirma lo inspirado de este programa. Para algunos, es la primera vez que comparten sus testimonios, otros comunican decisiones importantes que gracias a este programa han podido tomar como el servir una misión de tiempo completo o como han fortalecido su testimonio de la Iglesia y de Jesucristo, o incluso optar por bautizarse para algunos que van como investigadores.
Estos jóvenes aprender a vivir a un nivel más elevado y como decía el matrimonio Chávez (directores de sesión) en el último devocional: “Cuando aprendemos a volar, no caminamos”.
Llegué a la conclusión de que no es una semana en PFJ lo que te cambia la vida, sino que es el obtener un testimonio por ellos mismos del evangelio restaurado de Jesucristo que, gracias a estar una semana en un ambiente de revelación, pudieron obtener. Eso es lo que literalmente les cambia la vida.