[Video] El estremecedor discurso del élder Kearon sobre la crisis migratoria 

El élder Kearon también invitó a los miembros de la Iglesia a «prestar mayor atención a los acontecimientos mundiales que expulsan a estas familias de sus hogares» y a tomar una postura en cuanto al asunto.

«Ser refugiado no es lo que los define a ellos… pero nuestra respuesta servirá para definirnos a nosotros».

Con la clara intensión de traspasar a la congregación el drama de los refugiados a nivel mundial y haciendo una llamado a la caridad cristiana, el élder Patrick Kearon, de los Setenta, pronunció un estremecedor discurso durante la sesión del domingo por la tarde, visiblemente conmovido a lo largo de toda su intervención.

Y no solo él se mostró afectado emocionalmente, sino mucho en la congregación e, incluso, el mismo presidente Dieter F. Uchtdorf, segundo consejero de la Primera Presidencia, se quebró y con dificultad pudo leer la continuación del programa de la sesión al finalizar el sermón del setenta británico.

Siendo ambos europeos, conocen el drama de los refugiados: el élder Kearon, como Presidente del Área Europa, ha supervisado en terreno la ayuda de la Iglesia en el viejo continente «donde un millón y un cuarto de esos refugiados han llegado durante el año pasado de los sectores asolados por la guerra de Oriente Medio y África» según el mismo indicó; y el presidente Uchtdorf, quien nació Checoslovaquia en plena Segunda Guerra Mundial, viviendo en carne propia el horror de la guerra y las secuelas de los años posteriores, siendo un refugiado varias veces.

Citando cifras de las Naciones Unidas, el élder Kearon recordó que «una de cada 122 personas… se han visto obligadas a abandonar sus hogares» y que de un total de 60 millones de refugiados (equivalente a la suma de la población de Chile y Argentina combinados), «la mitad de esas personas son niños».

«Vemos a muchos de ellos llegar con solo la ropa que llevan puesta y lo que pueden llevar en una bolsa pequeña. Una gran parte de ellos tiene una buena educación, y todos han tenido que abandonar viviendas, escuelas y puestos de trabajo».

El élder Kearon, contó la historia de una mujer embaraza siria que conoció en uno de sus viaje a un campo transitorio de refugiado. Ella «buscaba desesperadamente la seguridad de que no tendría que dar a luz a su bebé en los pisos fríos del gran recinto donde se alojaba; previamente había sido profesora universitaria en Siria».

Así mismo el setenta recordó a una familia con la que conversó en Grecia, la familia «aún mojada, temblorosa y asustada a causa de su travesía en un pequeño bote de goma desde Turquía. Después de mirarles a los ojos y oír sus historias, tanto del terror del que habían huido y de su peligroso recorrido para encontrar refugio, yo nunca seré el mismo», dijo el élder Kearon mientras tragaba saliva y retenía las lágrimas de sus ojos.

Muy consiente de la realidad presente en varios países europeos y los Estados Unidos donde se han levantado grupos influyentes que se oponen enérgicamente a la llegada de refugiados dentro de sus fronteras, él líder británico reconoció que «hay argumentos de ánimo muy cargados en los gobierno y en toda la sociedad respecto» al asunto y, aunque dijo no pretender «formar parte de esa acalorada discusión» si se centró la atención en el drama humanitario de las personas desplazada y dijo que «debemos [como santos de los últimos días] tomar una postura contra la intolerancia y defender el respeto y el entendimiento entre las culturas y tradiciones».

La autoridad general hizo una comparación entre la realidad de los refugiados y las historia temprana de la Iglesia restaurada y de la infancia del Señor Jesucristo.

«Como miembros de la Iglesia y como pueblo, no tenemos que remontarnos muy lejos en nuestra historia para reflexionar en las épocas en que nosotros fuimos refugiados, expulsados violentamente de casas y granjas una y otra vez. La historia de ellos [los actuales refugiado] es nuestra historia, de no hace muchos años».

El setenta indicó que la Iglesia «está trabajando conjuntamente con 75 organizaciones en 17 países europeos», las cuales desde grandes instituciones internacionales hasta pequeñas iniciativas comunitarias, desde agencias gubernamentales hasta organizaciones benéficas religiosas y seculares» que atienden las necesidades de los refugiados.

También hizo mención de que miembros de la Iglesia de todo el mundo «han donado generosamente para ayudar a estas personas y familias» y que «desde Escocia hasta Sicilia han intervenido en toda manera imaginable; médicos y enfermeras han ofrecido sus servicios en los lugares donde los refugiados llegan empapados, helados y, a menudo, traumatizados al cruzar las aguas», ayudándoles «en el proceso de reasentamiento,… a aprender el idioma del país de acogida… [y] brindándoles juguetes, artículos de arte, música y diversión».

«El Salvador sabe cómo se siente ser refugiado; Él fue uno de ellos», enfatizó el élder Kearon. «Cuando era pequeño, Jesús y su familia huyeron a Egipto para escapar de las espadas asesinas de Herodes. En varios momentos de Su ministerio, Jesús fue amenazado y Su vida se vio en peligro, sometiéndose al final a los designios de los hombres malvados que habían planeado Su muerte».

El élder Kearon también invitó a los miembros de la Iglesia a «prestar mayor atención a los acontecimientos mundiales que expulsan a estas familias de sus hogares» y a tomar una postura en cuanto al asunto.

«El Señor nos ha dicho que las estacas de Sión han de ser una ‘defensa’ y un ‘refugio contra la tempestad’. Hemos encontrado refugio. Salgamos de nuestros lugares seguros y compartamos con ellos de nuestra abundancia la esperanza por un futuro más brillante, la fe en Dios y en nuestro prójimo y el amor que sobrepasa las diferencias culturales e ideológicas hacia la gloriosa verdad de que todos somos hijos de nuestro Padre Celestial».

Ver aquí el discurso completo del élder Kearon:

Para buscar oportunidades de servicio a los refugiados, visitar FuiForastero.lds.org.

Para donar al Fondo Humanitario Internacional de la Iglesia, hacerlo aquí.