En DyC 76 el Señor nos enseña lo que es necesario para obtener ya sea la gloria celestial, terrestre o telestial. Aunque las palabras “salvación” y “exaltación” muchas veces se usan en forma intercambiable, aquí hablaremos de la exaltación como la definió el entonces Élder Russell M. Nelson en la Conferencia General de abril de 2008, “se refiere al estado más alto de felicidad y gloria en la esfera celestial”.
¿Alguna vez ha deseado saber si está dando los pasos necesarios para algún día llegar a ser exaltado? Es una pregunta que me he hecho muchas veces.
Debemos hacer la pregunta correcta. Por ejemplo, no sería muy provechoso preguntar, ¿seré exaltado? La respuesta a esa pregunta es, “Depende”. ¿Depende de qué? Bueno, de muchas cosas como vemos en DyC 76 y en las enseñanzas de nuestros líderes. Entre ellas está el aceptar el Evangelio de Jesucristo, tornar nuestras vidas hacia Dios, ser valientes en nuestro testimonio de Cristo, recibir las ordenanzas de salvación y perseverar hasta el fin.
Gracias a la expiación de nuestro Señor Jesucristo existen tres principios, o factores, que nos ayudan a lograr esta meta, a saber: la justificación, la santificación y la gracia. (En otra ocasión compartí algunos pensamientos preliminares sobre éstos, y la importancia que tienen hoy, mientras estamos en la tierra, y no sólo después de nuestra muerte.)
El Profeta José Smith enseñó: “Después que una persona tiene fe en Cristo, se arrepiente de sus pecados, se bautiza para la remisión de ellos y recibe al Espíritu Santo (por la imposición de manos), que es el primer Consolador, entonces debe continuar humillándose ante Dios, teniendo hambre y sed de justicia y viviendo de acuerdo con todas las palabras de Dios, y el Señor le dirá dentro de poco: Hijo, serás exaltado. Cuando el Señor lo haya probado en todas las cosas y haya visto que aquel hombre está resuelto a servirlo, pase lo que pase, ese hombre verá que su vocación y elección han sido confirmadas, y entonces será suyo el privilegio de recibir al otro Consolador’. Recibir el otro Consolador es que Cristo se le aparezca y ver las visiones de la eternidad. [Enseñanzas del Profeta José Smith, compilación de Joseph Fielding Smith, 1976, págs. 149–151, en Doctrina y Convenios e Historia de la Iglesia: Manual del maestro de Seminario, lección 138].
Cuando una persona ha demostrado que seguirá a Cristo sin importar el costo, entonces puede llegar a ser “sellada por el Santo Espíritu de la promesa” aquí en esta vida y por lo tanto logra “hacer firme [su] vocación y elección” (2 Pedro 1:10). Estas personas logran saber, antes de morir, que podrán lograr su exaltación (DyC 131:5–6).
El élder McConkie, refiriéndose a Apocalipsis 3:21, enseñó que hacer firme nuestra vocación “Significa ser sellado para vida eterna; tener la garantía incondicional de exaltación en el más alto cielo del mundo celestial; recibir la seguridad de la condición divina; es, en efecto, tener adelantado el día del juicio, de forma que se asegure la herencia de toda la gloria y honor del reino del Padre antes del día en el que los fieles realmente entrarán en la presencia divina para sentarse con Cristo en su trono, aun como Él está ‘sentado’ con su ‘Padre en su trono’ (Apocalipsis 3:21)” (McConkie, DNTC, 3:330-31, en el manual, La vida y Enseñanzas de Cristo y sus Apóstoles, capítulo 51).
Asimismo, vemos en DyC 131:5: “La palabra profética más segura significa que un hombre sepa, por revelación y el espíritu de profecía, que está sellado para vida eterna, mediante el poder del Santo Sacerdocio”. Aún estos individuos, sin embargo, pueden caer y por ende deben perseverar hasta el fin. Mientras estemos aquí en la tierra, entonces, no hay tal cosa como la exaltación segura. Esa sólo se consigue después de cruzar el velo –o ser trasladados tal como a los tres nefitas o Juan el amado (ver 3 Nefi 28).
Depósito en garantía
Pablo, en los libros de Efesios y Corintios explica que el Señor ha dado el Espíritu como una “garantía de nuestra herencia”, hablando de aquellas personas que han logrado hacer firmes sus vocaciones y elecciones por medio del Santo Espíritu de la Promesa. Aunque estas escrituras se refieren a aquellas personas que han obtenido esta exaltada promesa aquí en la tierra, veremos algunos puntos de interés para cada santo (discípulo de Cristo) en La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.
En estas tres escrituras se utiliza la expresión “garantía de nuestra herencia” (Efesios 1: 13–14) o “garantía del Espíritu” (2 Corintios 1:22; 5:5). La expresión “garantía” es de gran interés. Está relacionada con el término “depósito en garantía”, el que se ocupa en relación con adquisiciones de bienes raíces, u algunas otras, para demostrar que el que compra está realmente interesado.
Las tres escrituras a las que hemos aludido son las siguientes: “En él esperasteis también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación; en él también, habiendo creído, fuisteis sellados con el Santo Espíritu de la promesa, quien es la garantía de nuestra herencia, para la redención de la posesión adquirida para alabanza de su gloria” (Efesios 1: 13–14); “quien también nos ha sellado y nos ha dado la garantía del Espíritu en nuestros corazones” (2 Corintios 1:22); y “Mas el que nos hizo para esto mismo es Dios, quien nos ha dado la garantía del Espíritu” (2 Corintios 5:5).
En inglés el término que se ocupa es “earnest money” y antiguamente “earnest penny”. La palabra “earnest” significa “sincero” en este contexto. Si alguien desea comprar algo, demuestra su sinceridad con este depósito. Indica que está tan seguro de que va a comprar que el que vende se queda con el dinero si al final el interesado cambia de opinión. La traducción “garantía de nuestra herencia” significa lo mismo, aunque no tiene exactamente la misma connotación.
En estas escrituras en Efesios y Corintios, este depósito de sinceridad lo entrega nuestro Señor Jesucristo y consiste en el Espíritu Santo, o en el Santo Espíritu de la Promesa y lo recibe el discípulo de Jesucristo como señal o recordatorio de esta adquisición. El que “compra”, entonces, es nuestro Salvador. ¿Y qué es lo que compra? El poder redimir y exaltar a sus seguidores, los que nunca podrían lograr estas cosas sin Jesucristo.
En realidad, sabemos que Jesucristo, como nuestro Redentor, ya pagó el precio en su totalidad (“Porque habéis sido comprados por precio”, 1 Corintios 6:20) por medio de su Expiación Infinita. Por lo tanto, este depósito de sinceridad es para indicarles a sus discípulos que van caminando en el sendero correcto y que sus exaltaciones han sido aseguradas.
Como ya hemos mencionado, el propósito de este artículo no es el estudio relacionado con el hacer firmes las vocaciones y elecciones de los discípulos de Cristo por muy interesante que sea. Esta larga introducción es necesaria para poder entrar debidamente en nuestro tema.
Palabras de Consuelo
Volvamos a la pregunta que hicimos al inicio. ¿Alguna vez ha deseado saber si está dando los pasos necesarios para algún día llegar a ser exaltado? Vuelvo a recalcar, no estamos hablando de hacer firme nuestra elección, sino de saber que estamos caminando por el sendero correcto.
El presidente George Q. Cannon explica, en cuanto al tema que hemos estado tratando, “… Dios había dado su Espíritu a los santos en esa época [hablando de los seguidores de Cristo en el meridiano de los tiempos], en confirmación de la verdad de las palabras de sus siervos, y para asegurarles que la herencia que ya había sido comprada por Jesús para todos aquellos que obedecían el Evangelio … [y que recibirían] el don de la vida eterna para permitirnos disfrutarla”.
El presidente Cannon entonces agrega: “Es por falta de esta fe viviente, de esta convicción o confianza, que tantos se han desmayado y se han quedado en el camino. Han comenzado a dudar de la promesa del Señor y a temer que su trabajo sea en vano …” (MS, September 19, 1863, 25:600-601, Latter-day Prophets and the Doctrine and Covenants, by Roy W. Doxey).
Creo que el conocimiento de que estamos recorriendo el sendero correcto nos puede dar muchísima confianza y deseos de seguir mejorando nuestras vidas. No se trata de un asunto de orgullo ya que debemos mantenernos firmes y perseverar hasta el fin.
Robert L. Millet, profesor de escrituras antiguas y decano emérito de la Universidad de Brigham Young señaló: “Ese mismo Santo Espíritu de la Promesa que escudriña los corazones de los hombres y mujeres, que ratifica y aprueba y sella ordenanzas y vidas, ese mismo Espíritu Santo sirve, como lo explica Pablo, como ‘la garantía de nuestra herencia’ (Efesios 1:14). Aunque esta escritura hace referencia a lo de ser sellados a la vida eterna, pienso que el principio también es verdadero en cuanto a nuestra calificación para recibir y cultivar la influencia del Espíritu Santo” (énfasis añadido).
Millet continúa: “Sabemos que vamos por un buen camino cuando tenemos el compañerismo del Espíritu. Sabemos que nuestras vidas están siendo aprobadas por Dios cuando tenemos el compañerismo del Espíritu”. [Robert Millet on Grace Bundle, by Robert L. Millet, Deseret Bookshelf]
Millet opina, entonces, que el compañerismo del Espíritu Santo es una indicación de parte de Dios de que vamos por el camino correcto. Sentí la confirmación de estas palabras consoladoras por medio del Espíritu. Además, podemos preguntarle a Dios en el nombre de Jesucristo si vamos por un sendero correcto.
El élder J. Devn Cornish de los Setenta nos invita: “La única opinión que importa es lo que nuestro Padre Celestial piensa de nosotros. Por favor, pregúntenle con sinceridad lo que Él piensa de ustedes. Él nos ama y nos corrige, pero nunca nos desanima …”. (¿Soy lo suficientemente bueno? ¿Lo lograré? Conferencia General, octubre 2016)
Hace años, una de mis nueras tuvo una linda experiencia al renovar su recomendación para asistir al templo. El miembro de la presidencia de estaca que la estaba entrevistando, al hacer la última pregunta (sobre si se sentía digna de entrar al templo), le sugirió que antes de contestar ella le preguntara a Dios. Esa fue una bella experiencia para mi nuera, quien sintió el bella y consolador testimonio del Espíritu Santo, permitiéndole afirmar que sí era digna para entrar el templo, a pesar de sus imperfecciones.
¿Acaso no es algo parecido a lo que hemos estado hablando? Es el Espíritu Santo el que le dejó saber a mi nuera que ella era digna de esa recomendación para el templo. Si gozamos del Espíritu Santo como nuestro compañero constante, si el Espíritu Santo nos indica que somos dignos de nuestra recomendación para el templo y si sentimos gozo en nuestras vidas, ¿acaso no son estas pruebas de nuestra aceptación ante el Padre? ¿De que vamos en el camino correcto?
Conéctalos al Espíritu
Cuando tuve el privilegio de ser presidente de una rama hispana cuando viví en California, sentí el tremendo peso de que cada miembro hiciera las cosas correctamente. A pesar de mi profundo estudio sobre el Evangelio de Jesucristo, en esos años no tenía una noción muy correcta sobre el significado de la justificación, santificación y gracia, asuntos de gran importancia en cuanto a la expiación de nuestro Salvador Jesucristo.
Pienso que he obtenido una mejor comprensión sobre una manifestación que recibí esos años como presidente de rama. El Espíritu me susurró algo como, “Conéctalos al Espíritu y yo me encargaré del resto”. O sea, que mi deber era principalmente (1) enseñarles principios correctos y (2) ayudarles a acercarse al Espíritu. El Espíritu les enseñaría el camino correcto.
¿Quién nos conoce mejor que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo? Nadie. Si estamos conectados al Espíritu, éste nos mostrará el camino cuando estemos preparados y nos preparará también. En Isaías 30:21 leemos estas bellas palabras: “Entonces tus oídos oirán a tus espaldas palabra, diciendo: Este es el camino, andad por él, ya sea que vayáis a la derecha o a la izquierda”.
Si gozamos del compañerismo constante del Espíritu, realmente podremos caminar en el sendero señalado. El Profeta José Smith explica que este Mensajero en un “director infalible”, enviado por el Señor (ver TPJS, pp. 26–27). Junto a las enseñanzas del Espíritu también tenemos las Escrituras, y las instrucciones del Profeta y aquellos líderes que sirven bajo a él. Ellos están prestos para indicarnos el sendero por el cual debemos transitar. Adicionalmente, mi bendición patriarcal ha sido de gran consuelo y dirección en mi vida.
Resumen
Aunque no es lo mismo que ser sellados por el Santo Espíritu de la promesa o el hacer firme nuestra vocación, tenemos varias formas para discernir si vamos en el sendero correcto: el compañerismo constante del Espíritu Santo, el gozo, el contar con una recomendación para el templo y el recibir una respuesta afirmativa al preguntarle al Padre si nuestras vidas son aceptables ante Él. Tal como lo mencionó el presidente George Q. Cannon, estas cosas nos pueden dar la motivación para seguir mejorando nuestras vidas.
Fotografía
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