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Willard Bean: El misionero boxeador de Palmyra 

Willard Bean: El misionero boxeador de Palmyra

El siguiente artículo fue escrito por el presidente David L. Cook, de la Misión Chile Santiago Sur, en “El Mensajero” el 17 de junio de 2015. Publicado con su permiso.

Nuestra estaca de origen es la estaca de Palmyra, Nueva York. Quizás la mayoría de las personas asumirían que la estaca de Palmyra es una estaca muy fuerte, ya que es el lugar donde comenzó nuestra Iglesia. Nos gustaría compartir con ustedes la historia de los comienzos de la estaca de Palmyra.

Aunque la Iglesia fue organizada el día 6 de abril de 1830 en Fayette, Nueva York (ahora Fayette es uno de los barrios de la Estaca Palmyra), se le mandó a los miembros de la Iglesia, por revelación, dejar Nueva York en diciembre de 1830 (véase DyC 37). Prácticamente, ninguno de los primeros miembros se permaneció, por lo que la Iglesia en Palmyra se redujo hasta desaparecer. Ocasionalmente, pasaron misioneros por Palmyra, pero el sentimiento antimormón aún era fuerte.

En 1915, Willard y Yebecca Bean, quienes se habían casado recientemente, estaban presentes a una conferencia de estaca en su ciudad natal, Richmond, Utah. El presidente George Albert Smith estaba presidiendo la conferencia y en el momento en que Willard entró el presidente Smith dijo: “Willard Bean, ¿puede venir al púlpito, por favor? Willard, tengo una misión para usted. Cuando termine este servicio le contaré todo”. Algunos meses después, cuando el presidente Smith apartó a los Beans, les advirtió que encontrarían mucho prejuicio en Palmyra. Pero les dijo con confianza:“Willard, conociéndole a usted y su trabajo misional y su espíritu luchador, estoy seguro que es el hombre indicado para esta misión.”

Yebecca Bean, quien sirvió una misión de 25 años con su esposo en Palmyra.
Yebecca Bean, quien sirvió una misión de 25 años con su esposo en Palmyra.

El presidente Smith estaba en lo cierto. Los Beans se encontraron con prejuicios severos, aún odio, cuando llegaron a Palmyra. Los empleados de los almacenes no les atendían, las personas eran descorteces con ellos en la calle y, cuando trataron de visitar el Cerro Cumorah por primera vez, un hombre los detuvo con una escopeta. Un comité de representes del pueblo llegó a su casa y exigió que se fueran de allí. Willard estaba comenzando a entristecerse debido al trato que le daban a su joven esposa.

Un día, él estaba caminando en la calle y un hombre estaba regando su pasto. El hombre reconoció a Willard y dijo: “Tengo entendido que los mormones creen en el bautismo por la inmersión”, y apuntando la manguera a Willard lo dejó empapado. Rápidamente Willard respondió diciendo, mientras saltaba la reja: “Sí, y creemos en la imposición de las manos”. Willard procedió a “enseñarle” una “lección” a punta de puñetazos. (Por favor, entienda que aquella lección sobre la “imposición de las manos” enseñada por Willard no se encuentra en Predicad Mi Evangelio. Por lo tanto, no utilice tal método de enseñanza).

En las Iglesias del lugar, se daban sermones antimormones a los cuales Willard respondió en el periódico local:

No vengo a Palmyra para pelear con otras iglesias ni con ningún hombre a causa de su religión o por su falta de ella. Soy un hombre tolerante y pacífico por naturaleza y esperaba encontrarme con lo mejor de aquí y trabajar por la edificación moral y el mejoramiento de esta comunidad. Pero tengo algo de sangre de luchador en mis venas y cuando yo, o mi gente, somos atacados maliciosamente por difamadores, me siento en mi privilegio y deber responder en autodefensa. Y podría sugerir que, si en el futuro, alguno de los ministros tiene ganas de exponer sobre mi religión, no es necesario mandar a un grupo de mercenarios para exponer sobre el, así llamado, mormonismo. Recuerden que yo lo haré con gusto y sin costo.

Antes de su misión, Willard era un boxeador profesional, había ganado el campeonato de peso mediano de los Estados Unidos, y la gente de Palmyra no estaba consciente de su habilidades como boxeador. Decidió hacer una exhibición de boxeo e hizo una invitación a la comunidad para que cualquier hombre pudiera pelear contra él. La noche del evento habían tres filas con los matones más grandes del la pueblo listos para pelear. El primer hombre entró en la cancha, falló en dar un golpe y duró menos de 15 segundos. El segundo desafiante quedó fuera en segundos cuestión de segundos. Y así continuó hasta que batió al séptimo hombre (ningún hombre duró un round completo). El octavo hombre declinó la invitación a boxear con Willard y no se pudo encontrar más retadores.

Los Beans empezaron a ganar respeto en la comunidad y, con el tiempo, formar una rama de la Iglesia. Willard llegó a ser un líder en la comunidad y los miembros de su familia llegaron a ser buenos amigos de muchos. Finalmente Willard ganó el dinero suficiente para comprar el Cerro Cumorah, la Granja de Martin Harris, y la Granja de Peter Whitmer en Fayette, el lugar donde la Iglesia se organizó en 1830.

Millones de personas han disfrutado de estos sitios históricos a través de los años, pero pocos saben del esfuerzo de Willard y Rebecca Bean. Sirvieron su misión en Palmyra por 25 years (años). Es cierto, ¡25 YEARS! Jamás se quejaron, simplemente sirvieron.

El día 6 de abril de 2000, el Templo de Palmyra fue dedicado. La hermana Cook y yo estábamos sentados en el Salón Celestial mientras el presidente Hinckley alababa la labor de los Beans, labor que hizo posible la construcción del templo. La hija de los Beans, cuyo nombre es Palmyra, asistió y tuvimos la oportunidad de saludarle. Ella ya tenía más de 80 años.

El propósito de contarles todo de esto es el siguiente. Willard no tenía la más mínima idea de que iba a servir en Palmyra por 25 años cuando fue llamado. No era un miembro famoso ni de renombre en la Iglesia. No era rico ni tenía mucha influencia. Era un hombre común que cumplía con sus deberes sin esperar gloria, títulos, o reconocimiento. Creo que está bien decir que cualquier persona que sirva una misión de 25 años se consagró completamente.

Recuerden esta promesa eterna cada día cuando despierten:

Ahora bien, tal vez pienses que esto es locura de mi parte; mas he aquí, te digo que por medio de cosas pequeñas y sencillas se realizan grandes cosas; y en muchos casos, los pequeños medios confunden a los sabios. Y el Señor Dios se vale de medios para realizar sus grandes y eternos designios; y por medios muy pequeños el Señor confunde a los sabios y realiza la salvación de muchas almas. Y hasta aquí ha sido según la sabiduría de Dios que estas cosas sean preservadas; pues he aquí, han ensanchado la memoria de este pueblo, sí, y han convencido a muchos del error de sus caminos, y los han traído al conocimiento de su Dios para la salvación de sus almas.

–Alma 37:6-8

Cada vez que hablan o alivian la carga de alguien, esto es una de las cosas pequeñas y sencillas. Willard y Rebecca entendían esta promesa y cumplieron con sus deberes sin importar el costo, el frío (créanme, hace mucho frío en Nueva York), o el desánimo y lo hicieron por 25 años en el mismo lugar. Dónde había una pequeña rama de una sola familia en todo el estado de Nueva York al norte de la ciudad en 1915, ahora, 100 años después, hay 6 estacas, 50 barrios/ramas y cerca de 20,000 miembros de la Iglesia.

Willard Bean, el mormón campeón de boxeo que sirvió una misión de 25 años para establecer la Iglesia en Palmyra.
Willard Bean, el mormón campeón de boxeo que sirvió una misión de 25 años para establecer la Iglesia en Palmyra.

3 Comments

  1. Juan Francisco Pezoa Vega via Facebook

    La simpleza de la obediencia da inicio a grandes obras en el Evangelio de Jesucristo , sin buscar ni menos querer para sí reconocimiento alguno de los hombres. De esa manera Dios exaltará al humilde y obediente en los Cielos…….Gran historia y un verdadero ejemplo que da valor

  2. Liliana Hernandez Chavez via Facebook

    25 años !?…verdadera’consagración Ah!! Afortunadamente no tuvo que explicar que después del bautismo por inmersión, viene el Bautismo de fuego jijiji .Buen artículo

  3. Jorgeluisurrusquietalara

    Exelente información, ya vi la película y dan ganas de llorar por todo lo que hizo, la iglesia necesita hombres como Willard Bean

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